Se juega mañana el Barça su participación en la siguiente ronda de la otrora vilipendiada Copa del Rey. Es cierto que la alineación de Ernesto Valverde en la ida dio pie a que la hazaña de mañana sea más complicada de lo que a priori se antojaba, a pesar del buen momento del equipo de Nervión.
Esa combinación de defensa de circunstancias con Semedo, su mejor lateral derecho en la izquierda y Sergi Roberto, su peor lateral, de titular; con un centro del campo con el «titular por contrato» Rakitic y una delantera con Boateng, un debutante que hizo lo que pudo pero poco más se le podía exigir y Malcom, un jugador ignorado por el entrenador y machacado por la prensa todo el año, hacía presagiar que el partido iba a ser duro. Y así fue, las huestes sevillistas nos pasaron por encima en la segunda parte. Nuestro mediocentro se hundió, Vidal intentó achicar agua y el equipo olvidó que tenía al lado a la brújula Arthur para orientar su destino. Al día siguiente, la prensa se llenó de dudas acerca de Malcom, nuevamente diana de la prensa protectora de las vacas sagradas, sin poner en duda la paupérrima aportación tanto de motivación como de influencia en el juego de su sustituto en el partido de Copa, Coutinho.

Al día siguiente la victoria del Madrid desató la euforia entre la prensa de la capital, auspiciada por las declaraciones de ciertos jugadores que este año sí, será porque han visto la clasificación, considera que la durante la última década ignorada y pisoteada (por entidad de los onces titulares dispuestos en el césped en las distintas eliminatorias) competición, este año dirimirá la valoración final de los diferentes equipos.
El domingo nos enfrentamos al Girona, partido sin mucha historia, o con la misma de siempre, según se mire. Si en el once titular no está Arthur y Aleñá está en la grada se antoja un partido triste, insulso, lejos de lo que espera el seguidor blaugrana. Y así fue, un Barça a medio ritmo, y con la colaboración de un desafortunado árbitro, ganó sin ningún merito y menor historia.
En este partido Coutinho volvió a exhibir, por más que el bueno de Ernesto se empeñe en hacernos ver lo contrario, un juego ramplón y una implicación nula en el equipo. Coutinho vino a suplir a Iniesta y sin embargo Valverde no confía en él para esa posición. Se nos dijo que tardaría en adaptarse, pero a este paso nunca lo hará, porque Ernesto no cuenta con él para esa posición. La pregunta surge fácilmente ¿para qué hemos fichado a Coutinho?
Si no es para el centro del campo, su puesto en la delantera es cuando menos dudoso. Dembelé ya ha demostrado que es insustituible en el once inicial, Messi y Suárez no entran en las quinielas para ocupar plaza de banquillo en los partidos de cierta entidad, entonces ¿donde jugará el brasileño? O lo que es más sencillo ¿ha hecho méritos para ser uno de los once elegidos? Yo veo bien que se le intente recuperar, al fin y al cabo es el fichaje más caro de la historia del club, pero que se le dé tiempo, como se le dio a Iniesta, para adecuarse a una posición en el centro del campo que es la que vino a ocupar. Un centro del campo De Jong, Coutinho y Arthur no suena mal para la temporada que viene.

Una vez que los Reyes Magos no me han concedido mi deseo, Ernesto Valverde será mi entrenador hasta final de temporada, y como tal no pienso dedicar ni una sola línea a criticarle más allá de lo estrictamente necesario. Creo que su gestión del vestuario está siendo modélica, salvo por la titularidad impuesta, no sé si desde la presidencia, de Ivan Rakitic y Sergio Busquets.
En cuanto al partido de mañana todo es sencillo, la solución tiene 5 letras… MESSI. Si él quiere, habrá eliminatoria, y si no pues el año que viene será.