Pero si Urrutia tiene lo suyo como máximo mandatario del Athletic por haber permitido que todo lo que relatamos la semana pasada y hemos estado viendo se produjera, no podemos negarle a Fernando Llorente su cuota de responsabilidad, que es muy grande. El otro día, un amigo me decía que la afición del Barcelona había dado una lección a la del Athletic por el recibimiento que dieron a Víctor Valdés en el primer partido que el portero blaugrana jugaba en el Camp Nou después de haber anunciado su no renovación con el Barcelona.
Vamos, le dije, entre el caso Valdés y el caso Llorente hay tantas diferencias como entre un Renault Clio y un Ferrari (cualquier modelo me vale…). Víctor Valdés acaba contrato en 2014 y en la primera reunión que tuvo con el club dejó clara su intención de no renovar. Ahora, el club tiene por delante año y medio para pensar que hace con él, si le traspasa este verano o apura su tiempo en el equipo. En cualquier caso, con su trayectoria deportiva a cuestas, parece un jugador más que amortizado. Pero él ha sido honesto. No quiere seguir y ha avisado al club con mucho tiempo por delante.
En cambio, Fernando Llorente sí aceptó sentarse a negociar su renovación allá por febrero de… 2011, cuando aún quedaban más de dos años de contrato. Nunca he estado en una reunión de estas, pero me imagino que si el club te dice que quiere renovarte, y tú le haces llegar una oferta al club de qué condiciones quieres para ese nuevo contrato, parece sobreentenderse que quieres seguir jugando en ese equipo si se llega a un acuerdo económico, ¿no?.
El Athletic siguió haciendo llegar ofertas al jugador, la última parece ser, alrededor de 4,5 – 5 millones de euros netos por año. A lo mejor, ese dinero es calderilla en Madrid o Barcelona, pero en Bilbao son muchos millones. Creo yo. El jugador, en un alarde de “honestidad” dijo al club que no contestaría hasta después de la Eurocopa, ¿por qué? Dicha competición no le fue tan bien como el de Rincón de Soto esperaba (0 minutos jugados) y siguió dando largas al equipo. Y luego, pasó lo que todo ya conocemos.

En un partido de la previa de la Europa League, un sector de la afición le pitó al grito de “Estamos en crisis, Llorente, estamos en crisis”, y fue cuando Fernando se descolgó con ese “Me voy por razones deportivas”. Dicen las malas lenguas que la razón real es que el Athletic se negó a pagar a su hermano, a la sazón representante de Llorente, la comisión correspondiente. Muy deportiva, la verdad, no parece.
Hasta ahí, Llorente había hecho las cosas mal. Ese día de agosto que no entendió el reclamo de la afición para cerrar una renovación que llevaba ya más de 18 meses dando botes, y pareció pesar más que esa semifinal en San Mamés de la Europa League, en la que la afición coreaba su nombre y el jugador lloraba antes las cámaras de televisión declarando amor eterno al Botxo y su gente.
Pero lo peor estaba por venir. Fernando se está dejando llevar de una manera muy lamentable. No se entrena como cualquier profesional debe entrenarse, ha sido expulsado de un entrenamiento, ha tenido broncas públicas, más de una y de dos, con el entrenador, cosa que no se le recuerda en su carrera deportiva, a la más mínima molestia, se auto descarta de cualquier lista, está generando un mal rollo a su alrededor que asusta, pasa de las órdenes del club en cuanto a entrevistas y ruedas de prensa… Pero el colmo llegó el pasado 3 de febrero, cuando el Diario AS publicó una entrevista de Monica Marchante.
En total, fueron 26 preguntas. Muchas respuestas, de manual (“El sueño de la Juve”,”Soy un profesional”, “Mis compañeros me están ayudando mucho”…), de esas que cambias el nombre del protagonista, y buscas otro en otro equipo en una situación similar, y diría exactamente lo mismo. Algunas respuestas, parece, cuando menos, inexactas. Y desde luego, como sucede en este país, cero autocrítica. El lo ha hecho todo bien, la directiva lo ha hecho todo mal, la afición se ha portado mal con él…
Así que, vistas las cosas, debería Llorente aprender de su compañero en la selección y todavía portero del Barcelona algo tan sencillo como la diferencia entre hacer bien las cosas o hacerlas mal…
Que bien explicadas están las dos versiones de la historia entre Fernando Llorente y el Athletic de Bilbao. No obstante yo veo más culpa en Urrutia, que de haber vendido a Llorente el verano pasado ha perdido el dinero que le ofrecieran entonces, el sueldo que ha tenido que pagarle este año a Llorente, no han aprovechado el talento de un gran delantero y, además, ha dejado un problema latente en el vestuario todo el año.
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