Cuando en 2016, con Claudio Ranieri al cargo, el Leicester City se proclamó campeón de la Premier League, fue uno de los milagros más increíbles de la historia del fútbol reciente. Un equipo cuya máxima aspiración era no pasar problemas para mantener la categoría, vencía a los grandes trasatlánticos del fútbol británico. Cuatro años después, tras unas temporadas en posiciones intermedias, el Leicester City vuelve a soñar.
Con la llegada de Brendan Rodgers al banquillo de los foxes, mediada la pasada campaña, y con la presencia de algunos fichajes acertados en este verano, el Leicester City, que hace poco más de un año fue noticia por la muerte de su dueño en accidente de helicóptero en su propio estadio, es ahora actualidad por mantenerse tercero tras los intratables Liverpool y Manchester City.
Aunque del proyecto campeón de hace unos años quedan en el once titular habitual solo el portero Schmeichel y el ariete Vardy, y la forma de jugar sea muy diferente, algo recuerda a aquella temporada. Queda en el ambiente ese aroma de rebeldía ante los más poderosos, esa intención de no creer lo que digan las apuestas.
Para este nuevo sueño, Brendan Rodgers propone un 4-3-3, que a veces puede ser entendido como un 4-1-4-1. Su juego se basa en moverse como un bloque uniforme, con las líneas muy juntas, aunque con mucha libertad creativa en campo rival para aparecer en posiciones distantes a las que aparecen en el dibujo teórico.
Antes de ampliar la forma en la que desarrollan este sistema, vamos a repasar una alineación tipo de este Leicester City de la presente temporada. Además, cabe decir que los zorros del centro de Inglaterra suelen repetir un once fijo, sin apenas cambios, con mucho joven de calidad, aunque con ciertos veteranos que le dan empaque.

Así, deberíamos empezar con un viejo conocido del King Power Stadium, el portero Kasper Schmeichel, un auténtico seguro que a los 32 años aúna veteranía con buenas actuaciones.
En los centrales se da ejemplo de esa mezcla de veteranía y jóvenes de calidad. El central zurdo es el joven turco Söyüncü, fuerte, bueno por alto y especialmente acertado en las anticipaciones, también destaca por su atrevida salida de balón. El diestro suele ser para el norirlandés Jonny Evans, excentral del United, que aporta colocación y temple.
Los laterales son fundamentales en este Leicester. Los ocupan el canterano Chilwell, internacional con Inglaterra, y el portugués Ricardo Pereira. Ambos con un gran recorrido y gran vocación ofensiva.
Por delante de ellos, el nigeriano Ndidi es una especie de aprendiz de Kanté. Si el francés fue fundamental en la temporada del milagro, la llegada de Ndidi tras su salida del club obligó al africano a asumir un difícil papel. Esta temporada, con solo 22 años, parece estar asentándose en el papel de mediocentro ancla con mucha solvencia.
A sus flancos, como interiores, otros dos jóvenes talentos. En la derecha suele situarse el belga Tielemans, que tras un dudoso paso por un Mónaco en horas bajas, ha logrado volver a asomar al alto nivel en Inglaterra. Hacia la izquierda un completísimo centrocampista con un talento descomunal, un joven que pronto dará el salto a un mayor equipo, seguramente por una altísima cifra. Se trata de James Maddison, un medio con llegada a gol y una fenomenal visión de juego.

En la mediapunta, como una especie de falsos extremos, más juventud con talento. Partiendo desde la izquierda, el internacional sub 21 inglés Harvey Barnes, un gran pasador que asiste y se mueve con soltura por el balcón del área. Desde la derecha busca la entrada al gol el canario Ayoze Pérez, uno de esos jugadores españoles más valorados fuera que dentro de nuestras fronteras.
Como ariete, un Jamie Vardy que se ha sabido reciclar a jugar con menos espacios que en el Leicester campeón de Ranieri. Ya no corre tanto al espacio, sino que combina más de espaldas, cae a bandas para dejar espacios a los mediapuntas y remata en el área.
En ataque, es un equipo que cuando inicia desde atrás toca mucho el balón, sale en combinaciones triangulando desde los centrales, lentamente y sin problemas para mandar el balón atrás cuando ve riesgos. En esos triángulos son fundamentales la posición de los laterales, que van acompañando de área a área al ritmo del progreso del balón. Eso sí, no descartan pegar un pelotazo a Vardy si ven peligro de perder la posesión en su campo.
Este avance de los laterales sirve para oxigenar el ataque del equipo. Siempre hay ocupación de las bandas, pero el balón se combina principalmente por el carril central, no suelen usar desdobles por banda.
Como hemos indicado antes, tanto en ataque como en defensa, es fundamental comprender que el Leicester se mueve como un bloque, con todos los jugadores muy juntos alrededor del balón, tanto en horizontal como en vertical. La libertad de movimientos en ataque de la que también hablábamos, hace que los mediapuntas o falsos extremos se cierren para acercarse al delantero y combinar con los interiores. Ndidi queda descolgado por detrás para cubrir las posibles pérdidas de balón, junto con los centrales, que adelantan su posición a campo contrario.

Esta unidad de todo el equipo, hace que unos jugadores arrastren la posición de otros, si Maddison se va hacia la derecha, Tielemans se acaba pegando a banda; si Ayoze se mete en el área, Barnes y Vardy se abren hacia su izquierda, etc. Como los cinco jugadores con funciones ofensivas tienen gol, llegada y buena visión de juego, las combinaciones y las entradas desde segunda línea son constantes. Además, cuando la superioridad numérica por dentro no es efectiva, siempre queda la presencia de los laterales por banda para sorprender.
A balón parado también tienen cierto peligro, con Vardy que suele arrastrar para peinar en el primer palo y el resto entrando desde la frontal, con los centrales como mejores cabeceadores y la opción de buenos pegadores desde la frontal.
A la hora de defender, Ndidi es el hombre fundamental. Tras pérdida de balón en ataque, el nigeriano salta a la presión dirigiendo al resto de los atacantes a hacer el primer paso de la transición defensiva hacia delante. Si roban en campo rival, se olvidan del toque pausado que veíamos antes para ocupar los diferentes carriles y lanzarse al contraataque. Es lo bueno de tener jugadores tan versátiles como los atacantes de este Leicester.
El problema es que, una vez superada esta primera presión, excepto Ndidi, el resto vuelve lentamente. Por ello, en partidos donde Rodgers estima que necesita algo más de atención defensiva, sitúa al canterano Choudhury por Tielemans.
Así, un equipo que tenga una transición rápida de defensa a ataque, puede coger solo a los cuatro defensas y, si acaso, a Ndidi enfrente. Incluso a los laterales es relativamente fácil cogerles la espalda, dada su presencia en ataque. Para frenar eso, el Leicester cuenta con la capacidad de Söyüncü para la anticipación sobre los atacantes, y con la sabiduría de Evans para guardar la posición a la espalda del turco. Es espectácular verles trabajar juntos.

Es así como el Leicester se mantiene tercero de una Premier en la que superan a equipos, sobre el papel, notablemente más poderosos que ellos. Con un planteamiento completamente diferente al equipo del milagro de Ranieri, espera cuajar otra temporada por encima de sus expectativas.
Además de los dos titulares, otros como Albrighton, Wes Morgan, Gray o Fuchs, también vuelven a vivir la esperanza de estar otra temporada luchando en la parte alta de la tabla. Seguro que podrán explicarle a los más jóvenes la importancia de no creer en los límites que los demás te puedan querer imponer. Este Leicester City, a su manera, sigue soñando.