Arrancó el invernal Mundial de Catar. Por delante, 63 partidos, sin contar con el inaugural de ayer, de los que 27 llegarán en esta primera semana. Mucho que ver hasta que volvamos a leernos. Así que vamos a guardar cinco claves para recomendarles que no se pierdan en estos primeros días.
Una competición que hace torcer el gesto
Los anuncios de los patrocinadores de una gran cita de este tipo siempre muestran caras sonrientes, un público radiante, competidores aguerridos y victoriosos. Todo es felicidad en estos grandes torneos como son los Mundiales o los Juegos Olímpicos.
Pero esa imagen idílica siempre esconde una «cara B» debajo de la alfombra. Hay una parte de estos torneos que mantiene un sistema en el que se adivina corrupción sin necesidad de rascar mucho. Intereses cruzados, chapuzas, mala gestión. En el caso del Mundial de Catar, como ya pasó con el de Rusia, ha habido pruebas de compra y venta de votos durante el proceso de elección. No solo eso, se concedió a un país con un régimen muy poco respetuoso con los derechos humanos, en una fecha fuera de lo habitual, una zona sin tradición futbolística. Muchos condicionantes en contra que se vieron seriamente agravados por la investigación que destapó el fallecimiento de 6.500 trabajadores en las obras de construcción de los estadios del Mundial.
La sombra del boicot ha sobrevolado el Mundial, pero, como también apuntaba mi compañero Antonio Ros hace unos días en su artículo, han sido acciones de cartón piedra. Más fachada que verdadero riesgo para un sistema bien atado en el que quien se mueva no sale en la foto. Algo en el fondo tan nimio como la camiseta danesa sin marca visible, ha resultado ser el más serio boicot al torneo. Está por ver si alguien usará los brazaletes con los colores del arco iris que parecía iban a utilizar varios capitanes europeos. El francés Lloris se desmarcó hace unos días, aduciendo que cuando uno llegaba a un país, había que respetar las costumbres del lugar. Hoy en un comunicado, ante la posibilidad de ver tarjetas amarillas por lucirlo, se desmarcaban el resto.
En cuanto a España, bastante tibieza. La Federación, que mantiene estrecha relación con Arabia Saudí, no podía ser tan incoherente como para promover críticas hacia Catar. Y entre los jugadores, tan solo Bellerín levantó la voz en un acto hace unos días. Eso sí, reconociendo tácitamente que en caso de haber sido convocado, hubiera ido.
Soy de los que piensan que cualquier pequeño acto, dentro de las posibilidades de cada uno, puede ayudar ante una injusticia. Pero he de reconocer que, al contrario que algún compañero que ha dicho que no verá el Mundial como acto de protesta, mi devoción por un evento así no me permite darle de lado.
En fin, disfrutemos de la parte deportiva del Mundial, sin dejar de levantar la voz ante las injusticias. Sobre todo, teniendo en cuenta que llevamos una racha importante de concesiones de grandes eventos deportivos a países de dudoso mérito democrático. Y esperemos para ver si este Mundial nos deja algún momento reivindicativo de enjundia histórica o, simplemente, palabrería vacía.
Ecuador sí boicoteó a Catar
Yo, que era más partidario de que los partidos inaugurales de los Mundiales acogieran al campeón, como se hacía antiguamente, en lugar del organizador, me encontré ayer con un Catar – Ecuador para abrir boca de un Mundial que nos tiene un poco fríos a todos (y no es mi intención hacer juegos de palabras con el hecho de que estemos a finales del otoño septentrional).
Probablemente se enfrentaban las dos selecciones que ganaron el billete con mayor polémica. Catar como organizadora bajo la sombra de duda sobre su legitimidad para acoger el torneo. Ecuador con la espada de Damocles del caso del pasaporte de Byron Castillo pendiendo sobre su cuello casi hasta última hora. El TAS decidió que podía participar, aunque le sancionó con tres puntos para el próximo proceso de clasificación para el Mundial de 2026.
Los ecuatorianos finalmente hicieron acto de presencia en el Mundial, y de qué manera. A los tres minutos, Enner Valencia remataba a las mallas locales el gol más rápido de la historia de los mundiales. El sistema de fuera de juego semiautomático que se ha introducido en este torneo y que en su primera intervención no pareció especialmente más rápido que el sistema habitual, determinó que por escasos centímetros había posición ilegal. El gol se anuló, pero el susto en el cuerpo de los cataríes hizo que no comparecieran en el partido hasta el último minuto de la primera mitad, cuando un cabezazo solo en área pequeña de Almoez Ali se marchó ligeramente desviado.
Para entonces, Ecuador ya ganaba 2-0. Al cuarto de hora, el potente delantero Enner Valencia se tomó venganza del gol anulado forzando y anotando un penalti. Recién pasada la media hora, de nuevo Valencia, el enemigo número uno de los cataríes, cabeceó a la red el segundo de la «tri». A la postre, sería el definitivo. En el segundo tiempo, más aun tras retirarse Enner Valencia, cosido a patadas y ni por ello frenado, Catar compitió algo mejor, pero una cómoda selección ecuatoriana no se vio amenazada, e incluso gozó de buenas oportunidades de ampliar su victoria.
Una Ecuador que demostró ser una selección mediana pero voluntariosa sacó los colores a una Catar que se convirtió en la primera selección local derrotada en el primer partido de un Mundial. Pero más allá del resultado, la sensación de equipo menor, muy lejos de lo que deben ser el resto de competidores resulta más alarmante para los organizadores. En un Mundial mirado con reservas, no es buena noticia para el anfitrión verse enfilado a la eliminación en la fase de grupos.
Tal vez tuvieran que ver los nervios y la presión del debut, pero en este grupo con Países Bajos y Senegal, la derrota frente a Ecuador deja a Catar con poco margen de error.
Cristiano y Messi, aires de último baile
Con casi total seguridad, estamos ante el último Mundial del binomio Cristiano – Messi. Tras década y media al frente del fútbol de élite, aun esperamos la posibilidad de que ambos se enfrenten cara a cara en las fases decisivas de un torneo de esta relevancia. Sería un bonito epílogo a su dominio que apareciera esa ocasión en este otoño de Catar.
Llegan en disposiciones bien diferentes los dos. Messi, tras un primer año dubitativo en París, se ha hecho un lugar de mérito entre la constelación de estrellas y está rindiendo al nivel esperado. Además, la Copa América conquistada el pasado año y las subsiguientes actuaciones de la albiceleste en este curso, les hace estar dentro de los mayores favoritos para alzarse campeón en Catar. Todo ello, con su «10» y capitán al frente de la nave.
En cuanto a Cristiano, fue de los más destacados en la mala temporada pasada del Manchester United. Pasó el verano intentando salir del club para jugar Champions sin que nadie apareciera en su auxilio. Ha tenido varios cruces con Ten Hag, en una guerra fría que se calentó definitivamente con una entrevista pocos días antes del Mundial. Cargó contra todos, menos contra su rendimiento, que ya está lejos de ser el de hace unos años aunque él parezca no haberse dado cuenta. Va de cara al invierno en manga corta. De momento ha generado una situación tan tensa contra el United que no parece posible la reconciliación. Veremos dónde juega tras el Mundial. De momento, Portugal no estaría en los primeros lugares de las apuestas, pero tiene buenas herramientas para poder ser una de las secundarias de lujo.
¿Por qué no una final Argentina – Portugal? En la famosa entrevista a CR7, aparte de hablar maravillas de Messi, le pusieron en ese hipotético caso y le dieron la opción de marcar el gol decisivo. «Me retiraría inmediatamente, al 100%». Parecía difícil, pero hemos encontrado la forma de colmar el ego de Cristiano: ganar la final del Mundial frente a Messi marcando en la prórroga. Normal que se sacie con eso.
¿Y España, qué?
Pues España, con sus cositas. Su Luis Enrique generando polémicas y bravuconeando, como manda el personaje. Con Gayá volviendo para casa por una lesión que no queda claro si es o no suficiente. Con un equipo en el que cada uno de nosotros sacaría o incluiría a un puñado de jugadores, y con una sensación similar a la del inicio de la anterior Eurocopa.
Esa sensación de que en un equipo sin demasiada estrella reconocible, en una generación medianita, lo mismo nos la pegamos en la fase de grupos que nos metemos en la semifinal, como pasó hace dos veranos en la Euro. Lo cierto es que, más allá de las verosímiles discusiones sobre algunos nombres, yo soy de la opinión de que, si el seleccionador es Luis Enrique, debe ser él quien tome las decisiones. De nada valdría seleccionar por referéndum nacional para entregarle un equipo con piezas que no encontrara útiles.
Hay que reconocer, de estos años de Luisenriquismo en la selección, que los objetivos se han ido logrando, que se ha llegado más lejos de lo esperado en las competiciones disputadas. Y que tampoco podemos pedirle a la actual camada de jugadores, ni a los 26 que han viajado ni a los que se han quedado en tierra aunque puedan haber hecho méritos, que sean campeones de nada con una pierna.
Hay que ser conscientes de que este torneo lo disputan 32 selecciones, por lo que 31 perderán. Poniéndonos estrictamente matemáticos, eso da un 3’13% de posibilidades de salir campeón. Sería una exageración pensar que una España que no sea campeona, finalista o ni siquiera semifinalista, fuera un fracaso. Además, en un torneo corto y más en este, fuera de las fechas habituales, va a haber un montón de factores de estados de forma, lesiones, etc que van a influir en el rendimiento de todos. La evaluación tendrá que ser pausada y a posterior.
Juguemos a adivinar
Soy al mismo tiempo amigo y enemigo de las predicciones en el fútbol. Me gusta hacerlas y escuchar cómo las hacen quienes entienden. Pero rechazo que luego se nos eche en cara su falta de precisión. Es muy difícil estimar en un campeonato así lo que sucederá. Son múltiples factores azarosos o al menos, incontrolables, los que entran en juego.
Así las cosas, una de las primeras previsiones dio ayer su primer paso para cumplirse y ya la hemos nombrado más arriba. La organizadora Catar se pegará un pequeño tortazo en el torneo. Tal vez maquille con algún buen partido, pero no la veo pasando de fase de grupos.
Algo que tengo claro es que, para mi, las favoritas son Brasil y Argentina, casi al mismo nivel. Me parece que equilibran mucho mejor calidad individual y funcionamiento colectivo que las selecciones europeas. Veo a varias de las de nuestro continente a un nivel similar, capaces de ganar y de perder con cualquiera, como un tiro al aire. Más allá de Francia, a la que aprovecho para invocar como futura gran decepción del torneo (incluso antes del rosario de bajas con el que han despachado estas semanas previas), las Inglaterra, Bélgica, Alemania, Portugal o la propia España son como lanzar una moneda al aire.
Según la composición de los cuadros, si argentinos y brasileños lideran sus grupos no podrían verse en la final. Así las cosas, pronostico una final entre uno de ellos frente a Inglaterra o Portugal ¿por qué no esa final con Messi y Cristiano que comentaba anteriormente?
En cuanto a las sorpresas, por definición, son imposibles de prever. Si hay que tirarse a la piscina, la Uruguay de Diego Alonso, que compite bien, podría darle un susto a Portugal. De no ser así, se vería abocada a un cruce muy difícil con Brasil. Igual que Canadá puede complicar el grupo a Croacia y Bélgica. La generación danesa puede continuar la buena imagen que dejó en la Eurocopa, igual que ya va tocando que Estados Unidos cuaje una buena actuación. De los africanos, Senegal tiene buena pinta, pero la baja de Mané puede haber sido un palo demasiado duro.
En siete días, un nuevo repaso a las impresiones de los primeros partidos y lo que seguirá viniendo.
Pues el balón ya está rodando y en eso nos debemos centrar los aficionados,las polémicas que ahora sean las que ocurran en el terreno de juego,y es evidente que Luis Enrique al ser el seleccionado de España tiene todo el derecho a escoger sus jugadores,y nos guste o no,a mí lo segundo,es lo que ha hecho y ya lo juzgaremos por los resultados.Que disfrutemos de un buen Campeonato y la esperanza de que España juegue bien y sea competitiva.
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