Este fin de semana se jugó la final de la Copa del Rey. Déjenme que les diga que, reconociendo la obviedad de que la Liga es la competición nacional más importante, yo soy muy fan de la Copa. Es por ello que está final siempre resulta para mi uno de los puntos álgidos de la temporada y, en muchas ocasiones, el partido que mejor recuerdo me deja del año. Así que, aunque hayan ocurrido más cosas durante el fin de semana (alguna de mucho interés, como la victoria del Rayo en el Camp Nou), permítanme que hoy me centre en este evento, dejando hueco solo para repasar a otros campeones de este fin de semana. Sirva este artículo para cerrar el círculo de los estupendos escritos de mis compañeros Carlos Serrano, Jorge M. Rodrigo y Juan Ariza en los últimos días sobre la final de Copa.
El partido: El Betis necesita de los penaltis para doblegar al Valencia
La cita entre Real Betis y Valencia en La Cartuja sevillana resultó un partido intenso y plagado de emoción y alternativas. Ambos equipos demostraron su denodado interés en conseguir el título, que para ninguno de las dos escuadras resultaba un asunto menor. Fue la tercera de la historia para el Betis. Para el Valencia, que tiene ocho (una de ellas muy reciente, de hace solo tres años), tenía la importancia de ser el pasaporte a Europa y una inyección de moral en años difíciles e inestables en la entidad ché.
Entiendo que ningún equipo tira o toma con desgana una competición de este calibre cuando se llega a las rondas finales. Pero es cierto que cuando los clubes implicados no son de los que están acostumbrados a abrir la sala de trofeos casi todos los años, esa tensión de estar ante una ocasión dorada de tocar la gloria le concede un plus de emoción a estas finales. Y eso es algo que se refleja en el campo y en la grada.
No me explayaré mucho en contar cómo se desarrolló el partido, ya que ayer Juan Ariza lo desgranó a la perfección. Sí cabe indicar que el Betis arrancó adueñándose del balón, del campo y del ritmo de juego, mientras el Valencia trataba de frenarle sin encontrar por dónde atacar. Para ello no dudaron en cortar la creación de juego de los béticos con faltas en el inicio de las jugadas de ataque. Aunque el plan valencianista se empezó a quedar corto cuando Borja Iglesias cabeceaba un fenomenal centro de Bellerín al fondo de las redes en el minuto 11.
Los levantinos encontraron el empate antes que el juego, y en una acción aislada, con despiste defensivo bético incluido. El instinto de Hugo Duro para llegar a situaciones de gol le volvió a funcionar a Bordalás y ese empate les sirvió para equilibrar el juego, al igual que el marcador.
Fue un partido con momentos épicos, buenas paradas de ambos porteros, luchas nobles pero duras por cada balón, gemelos que se subían y acciones técnicas notables. Cada uno a su manera, el partido dio sensación de esa igualdad que les hizo llegar a los lanzamientos desde el punto de penalti.
Allí, el error de Musah, la curiosa determinación de Pellegrini de poner a lanzar a los cinco cambios que realizó en el partido y la decisión final de que el definitivo lo tirara Juan Miranda, un chaval de la casa con gran futuro, pero que este año ha sido eclipsado por el gran rendimiento de Álex Moreno, terminaron con la Copa quedándose en Sevilla.
Será hasta el año que viene, querida y, a veces, minusvalorada competición. Esperamos tus aficionados que nos traigas otra gran fiesta dentro y fuera del césped para tu próxima edición. Una fiesta que no necesita imitar a la Super Bowl con actuaciones ni adornos de luz y color. No es que esté en contra de esas cosas, pero si no vas a poder hacer un espectáculo que haga que alguien se plantee seguir el partido solo para poder disfrutarlo, como es el caso de la Super Bowl, no creo que merezca la pena quedarse a mitad de camino.
Para espectáculo, el del capitán Joaquín y el resto del equipo levantando la Copa y celebrando la victoria. Una competición que está muy viva, con una sede en La Cartuja de lo más interesante y que, este año, se la queda el Betis. Enhorabuena a ellos por el título y el Valencia por el esfuerzo.
El momento: Juan Miranda, o como empezar la casa por el tejado
A sus 22 años, Juan Miranda ya sabe lo que es empezar en el club de sus amores, ser tentado por los dos grandes del fútbol español, acabar aterrizando en el Barça, que le pongan una cláusula de rescisión de 200 millones de euros, ir cedido fuera de España (al Schalke alemán) y volver al equipo de su vida para marcar el penalti decisivo en una final de Copa del Rey.
Aunque luego reconoció que lo había hecho tremendamente asustado, Juan Miranda se dirigió cerca de la una de la madrugada en el estadio de La Cartuja hacia el punto fatídico. Pateó con la seguridad de un veterano curtido en mil batallas. Pero acto seguido, al iniciar la carrera de la celebración, se derrumbó. Miranda no fue capaz de alejarse más de cuatro o cinco metros del punto de penalti. Pero era suficiente, ya estaba en la historia del Betis como el autor del gol decisivo para la obtención de la tercera Copa del Rey.
Hace 17 años, Juan Miranda estaba con su padre y su hermana viendo al Betis ganar su segunda Copa en el Vicente Calderón. Hoy, este chaval es una de las mayores promesas del fútbol español, pero solo cuenta con poco más de una decena de partidos en Primera División. Ha empezado la casa por el tejado, antes de ser un futbolista con peso en el club, ya es historia del mismo. Ya ha logrado lo que leyendas con cientos de partidos a sus espaldas no vieron ni de cerca.
Ese momento en el que el balón lanzado por el espigado Miranda superaba a Mamardashvili y le daba el título al Betis ya forma de las grandes gestas del club. Miranda ya tiene una página en la historia verdiblanca, ahora le quedan muchos otros momentos gloriosos por delante.
El personaje: Borja Iglesias, el panda tiene hambre
Más allá de ser el autor del único gol en juego de los a la postre campeones, cabe destacar el partido del Panda Iglesias. Su capacidad para fajarse con Gabriel Paulista (cuyo gran partido también merece ser destacado) y su claridad para repartir juego de espaldas o para llegar a zonas de remate, le hicieron acreedor del título de mejor jugador de la final.
Además del gol, dejó una estupenda asistencia a Juanmi mediado el segundo tiempo que el malagueño no supo aprovechar. Demostrando así sus dotes para algo más que el gol. No es un nueve al uso. Con Pellegrini está explotando estupendamente sus cualidades, haciendo olvidar su mala primera temporada, cuando con solo tres goles anotados y habiendo costado casi 30 millones de euros generó cierto run – run en la grada del Villamarín.
Ahora su estatus ha cambiado. Con once goles la temporada pasada en Liga y nueve en esta, más los cinco que le han convertido en el máximo goleador del torneo de Copa, al gallego le sonríe el fútbol a sus 29 años. Algo que tal vez no esperaba cuando hace solo cinco años jugaba en Segunda B.
Ahora el Panda tiene hambre, y ganas de demostrar todo lo que lleva dentro. Ha tocado chapa y la confianza que le está haciendo brillar esta temporada le auguran algunos años de buen fútbol. No es un delantero que valga para cualquier equipo ni para cualquier forma de jugar. Pero la combinación de Iglesias con los Fekir y Canales, y sobre todo con Pellegrini, está siendo una bomba que explotó el pasado sábado.
El dato: Los números demuestran que fue una final igualada
Rara vez la estadística engaña. Otra cosa es que a veces nos queramos dejar engañar por los números, pero éstos suelen ser fieles a la realidad y a la percepción que tenemos de ella. Un repaso a los datos principales de esta final nos corroboran la mayor parte de las sensaciones que nos dejó.
El resultado final, 1-1, deja detrás un número muy igualado de disparos. Por parte del Betis fueron 14, mientras que el Valencia buscó portería en 15 ocasiones. A puerta tuvieron la misma cantidad de disparos, cuatro en cada bando. Eso sí, los béticos encontraron el poste en dos ocasiones, frente a ninguna de los valencianos, e hicieron un mayor porcentaje de sus tiros desde dentro del área (64%), mientras los chés lanzaron más desde fuera (47%).
Los subcampeones lanzaron tres contraataques durante el partido, por ninguno de los campeones. Mientras, la posesión fue mayoritariamente verdiblanca, 65% por 35%. Algo que cuadra con la forma de jugar de cada equipo. También se refrenda en el número de pases, 649 de los de Pellegrini por 336 de la escuadra de Bordalás. Éstos últimos dieron un 26% de sus pases en largo, por el 4% de la parte bética. También intentaron los béticos más regates, 23, por 13 de los valencianistas, y con mayor porcentaje de acierto, (61% por 46% de sus rivales).
Eso sí, los valencianos dominaron en mayor medida el juego aéreo, los duelos individuales, las entradas, las intercepciones y los despejes. Es decir, fueron superiores en las facetas defensivas.
Más allá de la prórroga, que es un tiempo demasiado corto y con un desarrollo demasiado particular para analizar demasiado, también se ve en los datos de cada tiempo. Mientras en el primero la posesión favoreció al Betis en un 70%, en la segunda ese dominio (lógico por la diferencia de estilo de juego entre ambos equipos) cayó al 59%. También en los lanzamientos, que en el primer tiempo fueron cuatro para los béticos por uno de los valencianistas (el gol de Hugo Duro). Mientras, en el segundo fueron ocho del Betis por diez del Valencia.
Los de fuera: El fin de semana dejó otros campeones
En un artículo de claves casi monográficamente dedicado a la Copa del Rey, dejamos un huequecito para los que, seguramente, son los dos campeones más obvios de las grandes ligas europeas. Bayern de Múnich y París Sant Germain han certificado matemáticamente sus victorias en la Ligue 1 francesa y en la Bundesliga alemana.
Los muniqueses lograron aumentar su ventaja a los doce puntos con solo nueve por dirimirse. Lo lograron en casa y en partido frente al segundo clasificado, el Borussia de Dortmund. Su 3-1 frente a sus perseguidores dan idea de la superioridad de un equipo de Nagelsmann que, en la misma temporada, ha conseguido ser sin duda el más brillante del continente, pero también un gigante con pies de barro, algo irregular. Como se demuestra de su eliminación en Champions ante el Villarreal.
Una alegría para los alemanes, pero que la práctica en estas cuestiones la convierte en algo que se daba por descontado. Es la 31ª victoria bávara en las 59 Bundesligas disputadas en la historia. Sus perseguidores en el palmarés son los dos Borussias, el de Dortmund y el de Mönchengladbach, con solo cinco títulos cada uno. No en vano, el Bayern eleva con este triunfo a diez su racha de campeonatos consecutivos. Lo dicho ¿quién apostaba en su contra al arrancar la temporada?
El otro campeón del fin de semana fue el PSG. Con 78 puntos por 65 del Olympique de Marsella, frente a solo doce puntos por disputarse, los capitalinos se alzan con su décimo título, igualando al Saint – Etienne como clubes más laureados de la liga francesa. Es el octavo triunfo en una última década de dominio nacional y opulencia en sus plantillas.
Un dominio machacón y unas expectativas acordes a los nombres de sus jugadores que han llevado a que éste haya sido un triunfo más bien agridulce. Aparte de conseguirlo empatando en casa con un Lens que marcha séptimo, la decepción por la temprana eliminación en Champions a manos del Real Madrid, ha hecho explotar el polvorín de la afición parisina.
La decepción con el rendimiento de Messi, las dudas (nos quedamos cortos) de Mbappé sobre su renovación, la sospecha habitual sobre el comportamiento de Neymar fuera del campo, la sensación de que el resto del equipo no acompaña como debería… Todo ello ha creado un caldo de cultivo que el título de Ligue 1 no ha podido aplacar. Problemas de millonarios que tal vez otros envidien.
Resueltas las dos ligas más fáciles de prever, y con la española a tiro de un punto en las próximas cinco jornadas para el Real Madrid, la emoción en la cabeza se mantiene en Inglaterra e Italia. En la primera, City y Liverpool van a mantener un duelo a muerte que en esta semana se ha saldado con resultados positivos para ambos. En la segunda, Inter y Milan se la jugarán, ya que la tremenda remontada que sufrió el Napoli en campo del Empoli le ha dejado algo descabalgado.
La Copa suele ser considerada por los llamados equipos grandes como una competición menor,eso si,si se llega a la Final se lucha porque aunque el botín europeo sea poco apetitoso,ellos luchan por la Champion,siempre es importante poderla lucir en sus vitrinas.Esta ha sido competida,vistosa y colorida pero además sin la politización e ideologizacion de otras ocasiones y otros escenarios,y sin incidentes de importancia.Ojalá sea este el camino en el futuro.
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