Último lunes de 2022, y desde estas líneas en las que solemos repasar lo acontecido en el fin de semana futbolero, nos proponemos un reto algo mayor. Hoy toca repasar lo ocurrido en 2022. Cinco puntos, como habitualmente, que nos hagan refrescar en nuestra memoria los momentos más míticos de lo que hemos vivido este año. Serán tan solo apuntes, sería muy largo hacer un resumen completo, pero que espero sirvan a nuestros lectores para volver a emocionarse con esos grandes momentos.
El Mundial de Catar, a mayor gloria de Messi
Empezamos casi por el final, pero es que un Mundial siempre merece ser el protagonista principal de cualquier año en el que se dispute. Y eso a pesar de ser el primer Mundial disputado en noviembre y diciembre.
Un campeonato marcado de entrada por la ya citada extrañeza de las fechas y, desgraciadamente, por lo inapropiado del lugar seleccionado y del proceso seguido para llevar a cabo dicha elección. El Mundial de Catar se llevó ríos de tinta sobre las irregularidades en forma de sobornos a la hora de elegir la sede, también sobre las particularidades del régimen que allí gobierna, y sobre las condiciones de los trabajadores en los fastuosos estadios. En resumen, una vergüenza para el entramado de FIFAs, UEFAs y demás jerifaltes, que se salda con alguna cabeza cortada, pero el sistema es suficientemente fuerte para hacer ver que no ha pasado nada, prometer que lo ocurrido no volverá a pasar, y seguir con la rueda hasta la próxima barbaridad.
Pero no nos engañemos, la carne es débil y, por más en desacuerdo que estuviéramos con el Mundial en Catar, cuando el balón empezó a rodar ni recordábamos dónde se jugaba ni en que fechas estábamos. Y una vez que la pelota empezó a moverse, las opciones de unos y otros fueron sufriendo altibajos.
Cayeron de primeras, por ejemplo, alemanes y belgas, que pegaron los petardazos más sonados si obviamos que los italianos ya lo estaban viendo desde casa. También fue decepcionante el papel de España, que arrancó haciéndonos soñar contra Costa Rica, estuvo apunto de caer en fase de grupos al dormirse contra Japón y se volvió para casa en octavos cuando nos enganchó la organizada e inteligente selección marroquí y nos dejó sin más respuesta que la posesión sin chispa.
También cayeron por sorpresa los brasileños, que aparecían como uno de los máximos favoritos y adolecieron, curiosamente, de falta de magia. Eso fue en cuartos, como la caída de Portugal. Si bien Cristiano, su buque insignia, ya había caído a la suplencia después de la fase de grupos. Fue un Mundial, sin duda, muy simbólico en lo que se refiere a la rivalidad entre los dos jugadores más importantes del siglo XXI. También en cuartos se quedó Inglaterra, con honor y con una generación estupenda, pero a la que le vuelve a faltar ese punto de más que hay que tener para vencer en un gran torneo.
Con todo el respeto para tercera y cuarta, Croacia y Marruecos, las dos selecciones que en mayor medida superaron sus expectativas, a la final llegaron Francia y Argentina. Los europeos, por ser de ese tipo de equipos que gana casi sin querer. Parece que no hacen nada, pero tienen tanto poderío físico y tan buenas individualidades, que de cualquier situación sacan un gol y, a cambio, son difíciles de batir. Los argentinos, porque fueron los que más quisieron llevarse la Copa a casa. Eran 26 años sin conseguirla, para un país tan fervorosamente futbolero. Era la última oportunidad para Messi y el equipo llegaba bien ensamblado y con el viento a favor después de ganar la pasada Copa América. Cuando uno se acostumbra a ganar, todo es más fácil.
En una de las finales más memorables de las últimas ediciones, los penaltis determinaron que la albiceleste luciría su tercera estrella en el pecho. Y las estrellas de Argentina tienen nombre, a la primera pongámosle el de Kempes, que para eso es amigo de esta casa. La segunda, sin duda, era la de Maradona, y era la que más pesaba. Ahora, la tercera, es la de Leo Messi.
Al rosarino le pesaba mucho esa segunda estrella de la camiseta nacional. En un debate que no debería ir más allá de la mera diversión trivial, a Messi se le echaba encima la sombra del título ganado por Maradona en una eterna comparación injusta con los dos y perjudicial para los propios argentinos. No entraré a comparar quién fue más grande o quién tuvo más influencia en el título, pero la magia del fútbol quiso que de nuevo un «diez» argentino tirara y fuera inspiración, alfa y omega, de su selección, desde el arranque con derrota ante Arabia Saudí hasta la victoria final frente a Francia.
Se acaban las excusas para no incluir a Leo Messi en el olimpo de los dioses del fútbol. Elimina los argumentos para no ponerle al nivel de Maradona (aunque cada uno tenga su gusto, claro está) y deja sin sentido la rivalidad con Cristiano Ronaldo. El que no estuvo nominado entre los 50 mejores en las votaciones del Balón de Oro 2022, aparece como claro favorito para 2023. Y es que su Mundial ha sido el monólogo perfecto para un año de fútbol. Un año de diez, un año del «diez».
El Real Madrid volvió a ser el de las remontadas
El mítico Real Madrid que en los años ochenta remontaba eliminatorias de la antigua Copa de la UEFA generó una leyenda de equipo correoso y aumentó el mito de que cuando el Santiago Bernabéu rugía, a los rivales se les nublaba la mente. Fue la época de los «noventa minuti son molto longo», como dijo Juanito.
Pero lo del Real Madrid de este año 2022 fue ir más allá. En ocasiones ni siquiera necesitó los «noventa minuti» y le bastó con empujones de diez minutillos locos para atropellar a la flor y nata del fútbol europeo.
Cierra 2022 como campeón de Liga, de Supercopa de España y de Europa y, sobre todo, como campeón de Europa. Por decimocuarta vez, casi como si le perteneciera y solo de vez en cuando permitiera a los demás ganar ese título.
Con Ancelotti al mando, un Benzema capaz de convertir en oro todo lo que tocaba y un Vinicius Junior que despertó en notable goleador, el Real Madrid brilló en las competiciones que se resolvieron en 2022. Con un Barça en reconstrucción y un Sevilla que dimitió a mitad de camino, se llevó la Liga siendo práctico y eficaz.
Pero ese buen equipo que, merecidamente, parecía el mejor de España, no tenía pinta de ir a brillar en Europa. Tras una fase de grupos dubitativa, se presentaba en eliminatorias de Champions frente al potente PSG. Parecía una eliminatoria para no presentarse. Sobre todo tras un baño en París en el partido de ida que Courtois logró minimizar y convertir en una derrota por 1-0. Mbappé marcaba en el Bernabéu, algo que por ese momento todo el mundo pensaría que haría más a menudo después del verano, y todo parecía perdido. Pero el Real Madrid siempre tiene una marcha más y, partiendo de un error de Donnarumma al sacar el balón desde atrás, desató un ciclón que acabó con un 3-1 que mandaba a los parisinos a casa.
Con la fe en todo lo alto, tras eliminar contrapronóstico al PSG, se enfrentaba con el Chelsea, defensor del título. En Stamford Bridge el Real Madrid barrió a los ingleses, 1-3. Cuando parecía que todo sería fácil para los merengues, tuvieron que repetir el número circense al ver a los londinenses ponerse 0-3. Despertaron justo a tiempo para mandar el partido a la prórroga, y ahí el Bernabéu volvía a salvar por los pelos la eliminación. Pero en semifinales tocó el más difícil todavía. Necesitando dos goles en el descuento para forzar la prórroga, el Real Madrid lo consiguió, terminando con los de Guardiola en el tiempo extra.
Hasta en la final se complicaron la vida al máxima. Ganaron 1-0 al Liverpool con un solo tiro a puerta en todo el partido y aguantando el asedio de los ingleses, en una final marcada por los graves problemas de la organización parisina.
Fue un año para no olvidar, sobre todo por los constantes milagros en Champions. Para reforzar la leyenda blanca, que se mantuvo en los hombros de un Courtois a ratos insuperable, de unos centrales, Alaba y Militao, indestructibles, el trío de medios siempre en guardia y Benzema y Vinicius como sociedad de oro para el gol. Y con Ancelotti como arquitecto tranquilo, como entrenador cuyas formas educadas y poco estrambóticas esconden un palmarés y un desempeño que le situarán entre los mejores de la historia.
Para Benzema fue también el Balón de Oro, a los 35 años llegó el reconocimiento para el jugador cuya mejor edad pasó a la sombra de la voracidad de Cristiano y de los escándalos de su vida personal. Pero que ha demostrado ser capaz de dar un nivel que le permite una esquinita en los libros de historia del fútbol.
¿La gran derrota del Real Madrid en este año? No fichar a Mbappé en verano después de que la maquinaria mediática que rodea al club blanco lo hubiera anunciado a bombo y platillo. Una noticia con tintes de inocentada del 28 de diciembre.
El Barça «inventa» el concepto de la palanca
Cuando Laporta llegó al cargo se encontró un equipo desilusionado, descapitalizado por los elevadísimos precios y sueldos pagados tan alegremente por Bartomeu y con el descabello provocado por la salida de Messi, el último clavo ardiendo. Tener que soportar a un Koeman que no pintaba nada allí marcó el fin de 2021, pero este 2022 en Can Barça se ha visto protagonizado por la llegada de Xavi Hernández al banquillo y por la utilización de las ya famosas «palancas», que sobre todo en el pasado verano coparon las portadas de las noticias blaugranas.
Las llamadas palancas se basan, sin ser experto en economía, en traer recursos financieros del futuro al presente para utilizarlos en mejoras de la competitividad deportiva. Esta mayor competitividad deportiva debería redundar en un mejor rendimiento económico que haga innecesarios esos recursos que se adelantaron en su momento.
Solo el tiempo dirá si la decisión de Laporta y su directiva, refrendada por los socios, ha sido la correcta o supone el problema definitivo para el club. Lo cierto es que en el mundo del fútbol, la ilusión a corto plazo cotiza mucho más alto que la previsión a futuro, sobre todo cuando el equipo rinde deportivamente por debajo de las expectativas. Por ello, las llegadas a primeros de año de Xavi, de Aubameyang, de Ferrán Torres, incluso de Adama Traoré o Dani Alves, más allá de entenderse como parches para un club del nivel del Barça, supusieron una ilusión.
Lo cierto es que salvaron una situación en la que, al empezar el año, la clasificación para Champions parecía un sueño lejano. Finalmente terminaron segundos de Liga y se dieron el gusto de golear al Real Madrid en el Bernabéu. En verano, las famosas palancas hicieron que llegara una estrella como Lewandowski, una gran solución defensiva como fue Koundé y un capricho caro como Raphinha, incluso Kessie y Christensen como jugadores libres. El asentamiento de canteranos como Gavi, Balde o Ansu Fati, completan una plantilla que, sin ser de las mejores que se recuerdan en Barcelona, sí ilusiona y les ha llevado a cerrar 2022 cómo líderes. Tan diferente a cómo lo empezaron…
Lo que no cambia es el hecho de caer en Champions. Otro año más, caen en fase de grupos, con la dificultad económica que eso conlleva. El tiempo de las palancas da para muchas especulaciones. No me atrevo a prever cómo terminará esta estrategia. Veremos con el tiempo si el desarrollo económico y deportivo llevan líneas paralelas, y si estas son ascendentes o descendentes.
Tiempos revueltos para el fútbol femenino
El 2022 que empezó con Alexia Putellas como Balón de Oro, una Eurocopa que presentaba a España por primera vez entre las favoritas de una gran competición y la expectativa de la primera edición de una Liga profesional, acabó con estupefacción en el panorama del fútbol femenino español. Vayamos por partes.
La concentración de la Eurocopa de Inglaterra arrancaba con las bajas de Jennifer Hermoso y, sobre todo, de la mejor jugadora del mundo, Alexia Putellas. Esto no presagiaba nada bueno en cuanto al desempeño en la competición, sobre todo en lo referente al juego de ataque y a la efectividad ante el gol. Así, España hizo un papel digno y cayó en cuartos ante la a la postre campeona Inglaterra por 2-1 y sin ser inferiores. Una pena.
Pero lo peor llegó en septiembre. Como en su día pasó con Santisteban tras el primer Mundial en el que participó España, esta Euro dejó al descubierto el desencanto de muchas jugadoras con Vilda y su equipo técnico. Nada menos que quince de las habituales internacionales más destacadas, comandadas fundamentalmente por las barcelonistas, firmaron una carta en la que declinaban ir con la selección hasta que no cambiara el técnico y las condiciones. Reclaman mayor profesionalidad para poder aprovechar el gran potencial del fútbol español. No en vano, la mejor noticia del año fue la victoria en el Mundial juvenil.
No obstante, el desempeño deportivo de la selección ha seguido siendo bueno, y sin las quince contestatarias se ha conseguido ganar por primera vez a Estados Unidos en un amistoso.
En la competición nacional, también hubo polémica. La liga profesional se puso en marcha con ciertas reticencias, años de negociaciones y voces críticas de todo tipo. Además, como colofón, la primera jornada no pudo disputarse por una huelga de las colegiadas. Pedían unas condiciones más parecidas a sus compañeros del fútbol masculino, aunque lo cierto es que resulta necesario y urgente una mejora general del arbitraje femenino, empezando por su nivel, por implementar el VAR para evitar errores ridículos que ya no encontramos en el masculino y, por supuesto, también sus condiciones.
Un año demasiado convulso para un fútbol que merece en España un crecimiento más estable y menos polémico.
Y lo que vendrá en 2023
Pues queda por ver lo que podemos esperar en el 2023 que empieza dentro de solo unos días. Un año sin grandes torneos internacionales a la vista, pero con las emociones habituales de las competiciones de clubes.
Se acercan las fechas determinantes de esas competiciones de clubes, y la gran pregunta es ¿cómo afectará el Mundial al desempeño que mostrarán en adelante? Es una situación novedosa que no sabemos hasta qué punto habrán podido prever los grandes clubes. En el fútbol moderno, donde todos los equipos parecen grandes empresas, en ocasiones encontramos ineficiencias no esperadas. Veremos quiénes han sabido prever correctamente el efecto de los viajes y partidos en los que fueron a Catar, o si los que se han quedado han sabido equilibrar vacaciones y pretemporada.
Los postres serán la Supercopa de España, en enero, y el Mundial de Clubes, en febrero. Más adelante, las eliminatorias de las competiciones europeas se irán mezclando con el final de las ligas para que, cuando lleguen los meses sin erre, resolver quienes festejan.
En verano tendremos Mundial femenino. Veremos si para entonces las tensiones de la selección española se solucionan, si conseguimos ser competitivos y si alguien puede superar a las todopoderosas estadounidenses.
Después, vuelta a empezar. Fichajes, ilusiones y nuevos retos. Ese eterno retorno que nos lleva a vibrar año tras año.
Un magnífico resumen del fútbol en este año que se acaba y las expectativas para el próximo estando por ver si el mundial trae resaca o mejoras en las competiciones que se reiniciar,es de suponer que habrá de todo tanto a nivel de club como de jugador,quienes salgan reforzados y quienes paguen las consecuencias del parón o les cueste,en aquellos que han participado en el Mundial,readaptarse a la cotidianidad que les espera.Y desde la perspectiva del aficionado viviremos esta situación según se desarrolle y le vaya a nuestro colores y rivales,pero en principio vivámosla con ilusión y esperanza.
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