Cuando un equipo tiene el balón su objetivo principal es realizar un ataque para meter gol en la portería del equipo rival, ya sea utilizando un modelo de juego combinativo, directo o un contraataque.
A pesar del estilo de juego, existe una serie de aspectos a tener en cuenta para favorecer la efectividad de la jugada ofensiva que veremos en este artículo.
La concentración de cada jugador durante la jugada de ataque es necesaria para acertar en la elección de la acción técnico-táctica a utilizar.
Otro aspecto es la responsabilidad del jugador. El jugador tiene que ser responsable de desarrollar sus funciones técnicas y tácticas dentro del terreno de juego.

También otro aspecto psicológico indispensable para elaborar una jugada de ataque efectiva es la mentalidad. Todos los jugadores deben tener interiorizado el estilo de juego del equipo y ser capaces de identificar las características de cada uno de sus compañeros.
El jugador que lleva el balón debe disponer de ayudas constantes, por parte de sus compañeros, para el progreso y desarrollo del ataque. Los jugadores que no lleven el balón deberán no permanecer estáticos y moverse constantemente para controlar el juego, crear superioridad numérica e intentar finalizar la jugada.
Uno de los mayores errores que se observa en los partidos al realizar una jugada ofensiva es no darle amplitud, desaprovechando la creación de espacios y facilitando el trabajo defensivo del rival. Es importante ocupar las máximas zonas posibles durante el ataque. Por ejemplo, aprovechar las bandas en un ataque por el centro, obligando al adversario a abrirse para generar espacios que pueden ser aprovechados por los atacantes para favorecer la circulación de balón y la progresión del juego.
Otro de los aspectos a tener en cuenta es la verticalidad. Podemos observar en muchos partidos a equipos que tocan y tocan el balón sin dar profundidad al juego y sin tener buenas finalizaciones. El ataque debe realizarse con verticalidad para dificultar los repliegues defensivos y favorecer la falta de organización defensiva del rival.
Por último, todo ataque debe ser precavido. Es decir, los jugadores deben tener presente, en caso de perder la posesión de balón, las acciones posteriores a realizar, para no verse sorprendidos por el ataque del rival. Para evitar esto el equipo debe atacar subiendo sus líneas de manera progresiva y manteniendo una distancia adecuada entre líneas.
Por lo tanto, un equipo que controle estos aspectos conseguirá realizar más jugadas de ataque con mayor efectividad.