Together, Forever and Ever: Parte de la letra de una gran cantidad de canciones de amor en especial de los 80s y 90s.
Veo muchísimo fútbol por televisión, esa es mi realidad, me fui de Sevilla hace muchos, muchos años, pero eso no ha evitado que siga siendo socio de mi equipo desde hace más de 30 años, aunque haya vivido en otra ciudad, otro país u otro continente, con su correspondiente huso horario. Durante mucho tiempo mi bandera del centenario y de la Súper Copa de Monaco de 2006 adornaron mis balcones y una de las calles más históricas de Madrid, a dos minutos andando, de la Puerta del Sol, para que todo el mundo que pasaba por allí pudoera tener al Sevilla un poquito más cerca. En todos los trabajos en los que he estado han conocido mis colores y he podido compartir alegrías con ellos aunque no compartieran mi pasión, por ejemplo, una vez mis compañeros me invitaron a un palco de un jugador en el Bernabeú para que pudiera ver al Sevilla, el resultado fue un horror, pero ellos sabían lo importante que era para mí verlo y me invitaron. En otra ocasión, invité a mi equipo de trabajo a comer y ver una final de Europa League que para mí se disputaba, no de noche sino sobre el medio día, no puedo decir que todos se hicieran sevillistas durante esa comida pero sí que todos, durante más de dos horas, se contagiaron de mi sentimiento, y ¿por qué no decirlo? de mi sufrimiento también. Por supuesto, he intentado, siempre que he podido, ir a los estadios de las ciudades donde he vivido a verlo en directo, y aunque, pocas veces, me volví con una alegría he tenido la suerte, por ejemplo, de ver en directo la mayor goleada del equipo en liga lejos de su estadio, un contundente 2-6 en el estadio del Levante, estadio en el que, incluso, pude jugar en una liga de empresas, pero eso ya es otra historia…

En mi infancia, sí que tuve la suerte de poder ir a muchísimos partidos al estadio, era como si hubiera sabido que luego no podría hacerlo y cada vez que jugaba en casa, ya fuera liga, copa o copa de la UEFA, allí estábamos mi padre y yo, animando, analizando y compartiendo experiencia, lloviera, hiciera un sol de justicia o un frío invernal. De esa época tengo muchísimos recuerdos imborrables que marcaron no sólo mi manera de ver, entender y disfrutar el fútbol sino también mi forma de conectar con él. Mención aparte merecen Maradona y ese momento con la pelota de papel de plata o sus partidos contra el Sporting o el Real Madrid, Suker y Polster, los partidos de Europa que entonces eran algo mucho más especial que ahora, porque los partidos nocturnos no eran tan comunes (casi todos los partidos eran los domingos a las 17 h) porque pocas veces tenías la oportunidad de ver equipos de otros países ni por la tele, además de no saber si volverías a poder de disfrutar de esa competición ni cuantas rondas seríamos capaces de superar… Mi primer partido me cuenta mi padre, fue un Sevilla Elche en el que yo tenía 3 años y que, obviamente, no le hice muy fácil el poder disfrutar del desarrollo del juego, curiosamente ese será el próximo partido de liga que jugará el Sevilla en casa y que de nuevo podré vivirlo con mi padre, aunque lo hagamos desde la lejanía de unos 700 kms y la cercanía de una pantalla de 85” porque, merece vivirse de la mejor manera posible en cualquier circunstancia.

Pero muchos os preguntaréis si con los años, con la distancia se puede seguir manteniendo esa conexión con tu equipo, con tu pasión, y para mí la respuesta es clara, un sí rotundo. Os podría contar que es por lo que representa, por ese vínculo con mis orígenes, mi infancia, mi familia y mis amigos y todo ello sería verdad, pero no sería lo único, hay algo más que se podría resumir en muchos momentos, ese gol de Andrés Palop para forzar la prórroga en el descuento contra el Shakhtar Donetzk, y que de pie, y celebré como entre incrédulo y eufórico pero con esa alegría del que vive algo tan bueno que creía que jamás podría tocarle a él, pero no tengo que irme tan lejos, el fin de semana pasado en el partido a vida o muerte ante el Cádiz, no para para ganar un título o pasar a una ronda muy final de una competición, ni siquiera para clasificarte para Europa, no, sino para intentar mantener la categoría, para intentar estar entre los 17 primeros de una competición en la que eras uno de los favoritos para todo y que ahora eres uno de los grandes candidatos a bajar. Pues en ese partido no sólo la afición en la grada estuvo conectada, animando y empujando, sino también todos los que los que llevamos en el corazón al equipo estuviéramos donde estuviéramos, los que no entendemos de distancias para vivirlo y sufrirlo, porque el fútbol, tu equipo es para toda la vida y aunque hayamos pasado etapas donde el equipo era el que no transmitía nada con su juego, aunque algunos amigos amenacen con no sacarse el carnet y abandonar esta pasión, todos sabemos que eso es imposible cuando para ti lo más importante del mundo, lo que te da y te quita la vida, lo que te acelera el corazón y pone en peligro tu integridad es si el número de 10 de tu equipo, una persona que habla con acento sevillano y siente los colores como tú aunque haya nacido a miles de kilómetros, mete el penalti decisivo (jornada 18 de liga…) es que todos estamos conectados, todos llevamos el mismo veneno que puede ser la mayor de las bendiciones o la peor de las maldiciones para un fin de semana, un lunes y tu salud cardiovascular pero que al final como lo mejor o lo peor de esta vida no se elige, te llega y por eso, llegamos a tener una verdadera conexión con lo que nos hace sentir vivos.
Que poquito puedo yo añadir,porque lo que Jorge Miguel tan bien ha sido capaz de expresar abriendo una ventanita de su alma,es lo mismo que yo siento, sufrir o disfrutar con la pelotita que mueven unos jugadores que llevan nuestros colores,unos mercenarios,otros muchos nacidos fuera de nuestra ciudad pero sevillistas de adopción,y no pocos canteranos que se destetaron con nuestra camiseta y nuestro escudo,pero todos ellos llevados en volandas por los sevillistas presentes allí donde jueguen y percibiendo la energía de los conectados en la distancia,que seguro no se debilita por mucha que esta sea,el resultado,la clasificación,el desenlace final tendrá en nosotros su reflejo emocional,positivo o negativo,pero no hará tambalear el vínculo,seremos sevillistas hasta la muerte y aún después,desde el tercer anillo,ocuparemos nuestra privilegiada localidad para orgullosos seguir siendo sevillistas.
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