Con la jornada a medias y marzo recién inaugurado, lo que indica que el transcurso de las competiciones de fútbol ya están llegando a la parte emocionante, hoy no se puede hablar de otra cosa que no sea de la victoria del Barcelona en la tarde de ayer y del partido que el Real Madrid jugará esta noche en casa contra el Villarreal, sin opción a nada que no sea ganar a los de Marcelino si pretenden seguir liderando con comodidad la clasificación.
Y es que, cuando ya nos encontramos en la jornada número 25, donde se supone que la tabla ya debería estar más o menos indicando a un favorito, o por lo menos encaminada, ocurre todo lo contrario. Aunque claro, eso es lo increíble del fútbol.
Los de Luis Enrique ganaron por 3 goles a 1 ayer en el Nuevo Los Cármenes, donde la pasada temporada cayeron derrotados contra el Granada, quien dejó casi sin opciones a un Barcelona que no voló demasiado alto. Todo lo contrario a esta temporada, donde mantiene las opciones de conquistar los tres títulos por los que está luchando y donde la imagen que ofrece cuando sale al campo guarda mucha distancia con respecto al curso pasado así como con el inicio de este.
Una realidad que ha hecho que los blaugranas duerman a un solo punto del liderato que posee el conjunto de Carlo Ancelotti. Los blancos lideran la tabla con 60 puntos y un partido menos, pero ya empiezan a notar la presión de los culés que no han desaprovechado la oportunidad. Una ocasión que en unas horas debe conquistar el Real Madrid para continuar 4 puntos por encima del máximo rival.

El equipo madridista parece haber vuelto a encaminarse en la senda triunfal después de un comienzo de año malísimo en el que han sido eliminados de la Copa del Rey, pero, sobre todo, en el que habían perdido el increíble juego y dominio que mostraron en cada campo al que saltaban sobre todo antes del final del pasado año.
Ahora, tras varias victorias consecutivas en Liga, y después de dejar casi resuelto su pase a cuartos de la Champions League por 0-2 en Alemania, los blancos no pueden estar centrados en algo que no sea «tirar abajo» la portería de Sergio Asenjo y quedarse con los tres puntos en Chamartín.
Sobre todo, porque el próximo 21 de marzo se juega el Clásico y sin duda será la fecha en la que se decida, o al menos se asegure el favoritismo de unos de los dos grandes para ganar la Liga.
Y no es que me olvide del Atlético de Madrid, que también tiene sus opciones, pero aun sin jugar el partido de hoy está a siete puntos del Real Madrid y, a estas alturas de competición, y con todo lo que se están jugando, parece improbable que los madridistas dejen escapar tantos partidos y el rival de la capital se les eche encima. Repito, improbable pero no imposible.
Y así está el panorama futbolero cuando quedan tres meses para que concluya la competición. La presión en la zona alta de la tabla no deja de aumentar y el margen de error de ambos equipos apenas existe. Ahora es momento de echar el resto y demostrar que los comienzos, excelente para el Real Madrid y un tanto malo para el Barcelona, no suelen ser igual que los finales y que hay que luchar para que los objetivos deportivos puedan cumplirse. Aunque claro está, solo uno podrá conseguirlo.