No existe ningún equipo en el mundo, por muy grande que sea su historia, por muy estratosférico que resulte su presupuesto, por muy ambicioso que sea su discurso, que pueda vivir en un ciclo permanente de éxitos. Podrán prolongarlo, y ganar cuatro Champions en cinco años, pero tarde o temprano tendrán que afrontar un momento de«bajón», un descanso en su palmarés que puede durar un año, o incluso dos… Así ha sido siempre hasta hace relativamente pocos años, en los que los presupuestos tan desiguales han dado lugar a competiciones desiguales en las que apenas iniciados los títulos de crédito iniciales, ya sabemos quién será el héroe de la película.
Eso no ha ayudado tampoco a minorar la prepotencia de los gigantes. El Real Madrid y el F.C. Barcelona han ganado 13 de las últimas 14 ligas (con el salteado del Atleti en la 2013-14), y si contamos la de este año, 14 de 15. El Barcelona lleva 4 Copas consecutivas, y entre el Madrid (4) y el Barcelona (1) suman las últimas cinco Champions. Sus presupuestos desorbitados y sus plantillas galácticas les hacen acreedores a todos los títulos habidos y por haber, dejando la posibilidad de que un modesto gane un título rozando casi el cero absoluto. También entiendo que desde estos resultados, saber reconocer cuando no estás para ganar algo no es sencillo, pero para eso debe haber alguien en los clubes que sea capaz de poner los pies en la tierra cuando todo el mundo sigue levitando…

Vaya todo esto porque soy de los pocos que piensa que el Real Madrid no estaba haciendo las cosas tan mal como parecía. Cuando has ganado cuatro Ligas de Campeones en los últimos cinco años, poco margen de mejora queda. Ya lo vio venir Zidane cuando anunció sorpresivamente al final de la temporada pasada que dejaba el Real Madrid. E insisto, aunque sé que me van a lapidar vivo, yo sigo pensando que los tiros no estaban mal pegados.
Soy de los que cree que el Madrid hizo bien en vender a Cristiano Ronaldo; soy de los que cree que el Madrid hizo bien fichando talento joven (Odriozola, Ceballos, Vallejo, Vinicius, Brahim Díaz, Theo), bien recuperando talento cedido (Marcos Llorente, Reguilón); soy de los que cree que el Madrid hizo bien en fichar a Lopetegui (no en las formas, eso desde luego). Bueno, cuando escribo «de los», quizá es un ataque de optimismo, porque no sé si habrá alguien más en España que piense así. Pero seguro que algún tarado más hay por ahí perdido…
Entonces, si el Madrid, en mi modesta opinión, estaba haciéndolo todo bien, o razonablemente bien ¿dónde está el problema? ¿Porque en el mes de marzo se ha quedado sin objetivos vitrinables? ¿Porque la máxima aspiración es quedar subcampeón de Liga y esperar, por aquello del despecho, que alguien deje en la cuneta al Messibarça, aunque sea en la mismísima final de la Champions? El problema ha radicado, creo yo, en no reconocer desde el principio de la temporada que este Real Madrid en reconstrucción difícilmente podría aspirar a ganar los tres títulos más importantes (lo del Mundialito, de verdad, ya no cuela…). Si en agosto, Pérez Florentino Pérez hubiera salido diciendo eso, quitando presión a Julen Lopetegui y a los excelentes jóvenes que habitan en la plantilla blanca, quizá ahora los resultados no serían los que son. Porque este Madrid, bien trabajado, puede volver a ser otro equipazo en dos o tres años.

Pero claro, me dicen los madridistas, en un alarde de soberbia en consonancia con el soberbio palmarés del club blanco: «¿Pero cómo quieres que salga Florentino diciendo eso? El Madrid siempre tiene que salir a ganar, tiene que aspirar a todo, sea con los jugadores que sea…» No, queridos, si la plantilla no acompaña para la consecución de un objetivo ambicioso, por mucho que tu historia esté jalonada de Ligas, Copas o Champions, no habrá nada que hacer. Si vendes, insisto, bien vendido, a Cristiano y fichas a Mariano… Si para paliar el envejecimiento inevitable de la columna central del equipo –Ramos (32), Marcelo (30), Modric (33), Benzema (31)– savia nueva; si para reemplazar al excelso jardinero Zidane traes a otro más novato y con poca experiencia en la élite, es inevitable asumir que se trata de un proyecto nuevo, y como tal, debe tener su tiempo de asentamiento, que debe ser bastante más que quince o veinte partidos. También es cierto, mirando al banquillo, que tampoco es que Zidane tuviera un currículo de narices cuando llego al primer equipo blanco. Pero ese tipo de milagros, Zidanes o Guardiolas, no se da todas las décadas…
Cuando finalizó el partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey de este año, Sevilla-Barcelona (2-0 para los blancos), todo el mundo se sorprendió por las declaraciones de Gerard Piqué: «Nos queda la vuelta en el Camp Nou, pero ellos fueron mejores y lo aprovecharon y se llevan una buena ventaja. Si le damos la vuelta bien, si no otro año será. Son demasiados partidos para los jugadores». Los palos, para no variar, le cayeron desde todos los lados, cuando Gerard tenía, al menos, en este caso, toda la razón del mundo. Si por las razones que fuera, entre otras, que el rival sea mejor que tú, el Barcelona hubiera sido eliminado por el Sevilla, pues no se acaba el mundo. No todos los años puedes ganar. El Barça lleva cuatro Copas consecutivas. Creo yo que romper la racha este año no habría supuesto ningún drama -aunque todavía está por ver que no vayan ser cinco consecutivas…- y Gerard dijo algo muy sensato.
Muchos periódicos titularon «Piqué tira la Copa», e incluso en el Real Madrid, creo que fue el habitualmente prudente Lucas Vázquez el que respondió con un saleroso «el año pasado decían lo contrario. Nosotros vamos a por todo, como siempre». Coincidían estas declaraciones con el mejor momento del Madrid en la temporada: recuperándose en Liga, los cuartos de Copa encarrilados con un 4-2 en la ida frente al Girona, y una eliminatoria de Champions en el horizonte contra el Ajax, corderillo que terminó comiéndose al lobo. Ahora, mediado el mes de marzo, Lucas tiene que ver la Champions y la Copa por la tele, e intentar que la Liga no se les vaya de madre. Y el Barcelona, por su parte, está en la final de Copa, la Liga la tiene virtualmente ganada, y la Champions no le pinta mal. A veces, la modestia no sienta tan mal y asumir que, después de todo, no eres invencible, puede servirte para seguir creciendo.
Si el Madrid hubiera enfocado bien la temporada desde el principio, con objetivos realistas para una plantilla en pleno proceso de renovación, quizá ahora todavía estaría vivo en alguna de las tres competiciones. En las tres a la vez estaba claro que era imposible, porque una plantilla como la actual del Real Madrid no está para disputar tres títulos a tope. Y ahí están los resultados. Pero desde la azotea donde vive Pérez Florentino Pérez no tenían esa visión. Y ojo, que la mayor parte de los madridistas con los que he hablado me quitan la razón y afirman que el Madrid nunca puede renunciar previamente a un título, nunca podrá reconocer que su equipo no es mejor que el del rival, aunque de puertas para adentro lo puedan aseverar. Que el Real Madrid es el Real Madrid. Pues nada, vosotros mismos…

P.D.: El Sevilla siguen en pleno proceso de autodestrucción. Después de destituir al milagroso Pablo Machín, que llevó al equipo al liderazgo de la competición en noviembre, y del que se hablaban maravillas en Híspalis, han conseguido el regreso de Monchi, para que siga haciendo magia. El primer truco que debería plantearse es hacer desaparecer en su chistera a Caparrós. Y si puede, también al «pelado».