Tener la formación necesaria es lo primero para ser un buen entrenador de fútbol, pero hay un aspecto fundamental, como es la pasión, necesario para desempeñar dicha profesión.
Un entrenador de fútbol, sea cual sea la categoría, nace con una pasión por el banquillo. Se trata de una profesión muy vocacional y muy personal.
También nos encontramos con una profesión muy injusta, porque siempre es criticada y siempre está observada. El entrenador es el primero a estar en el punto de mira si los resultados no acompañan, a pesar del trabajo que se realiza semana a semana. Es triste que todo el mundo pueda opinar y con tanta facilidad.
El entrenador recibe todo tipo de comentarios y críticas desde todos los entornos que rodean al fútbol (jugadores, directivos, aficionados, familiares, medios de comunicación, …). Estos grupos están en su derecho de criticar al entrenador, pero creo, en muchos casos, que se debe hacer una crítica constructiva y ponerse en el lugar del técnico antes de realizar algún tipo de comentario negativo.

A pesar de todo esto, el entrenador siente tanta pasión por la profesión, que su máxima ilusión es empezar la semana para volver a entrenar a su equipo.
Esa pasión por conseguir que los jugadores mejoren, un buen juego del equipo, logros colectivos, buenos resultados, que el equipo realice en el partido lo que se prepara y propone en los entrenamientos.
Aquellas personas que nunca han entrenado y, aun por encima, critican de manera destructiva, jamás podrán saber lo que siente un entrenador cuando observa en el terreno de juego que se realiza lo trabajado en los entrenamientos a pesar de no conseguir buenos resultados.
Ese sentimiento de satisfacción, sólo se consigue con pasión a la profesión. Y en muchas ocasiones, se necesita mucha cantidad de pasión. Por ejemplo, cuando el jugador sólo piensa en él, el entrenador piensa en todos sus jugadores. Cuando el equipo va mal, el entrenador es el que más sufre. Cuando hay malos resultados, el entrenador se encuentra en el punto de mira. Cuando todos están contentos por una victoria, el entrenador ya está pensando en el siguiente partido, …
Es todo tan personal que por ello se necesita mucha pasión. Y es que la pasión puede con todo y todos.
Para ser un buen entrenador de fútbol es fundamental tener una verdadera pasión por este deporte, sentirlo y vivirlo al máximo.