El milagro se define como” un suceso extraordinario que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios o de un ser sobrenatural”.
Estambul es una importante ciudad de Turquía que tiene, además, el privilegio de unir dos continentes, Europa y Asia. Esta ciudad siempre tuvo un destacado protagonismo en la historia. Tiene la particularidad de haberse denominado de dos formas diferentes en épocas pasadas.
Con el nombre de Bizancio, fue conquistada por el Imperio romano. Tras la Primera Guerra Mundial, cuando se llamaba Constantinopla, también terminó ocupada por las tropas aliadas, encabezadas por el Reino Unido.
El 25 de mayo de 2005, una nueva batalla, esta vez futbolística, se iba a llevar a cabo para conquistar Estambul. Dos poderosos ejércitos se disputarían la supremacía continental en esa final a la que llegaron tras muchas vicisitudes.
El Liverpool, comandado por Rafael Benítez, con Gerrard, Xabi Alonso, Milan Baros, Luís García, Kewell, Hyypia o Carragher como estandartes, había dejado en el camino a escuadras fuertes como Mónaco, Olympiakos, Deportivo de La Coruña, Bayer Leverkusen, Juventus y Chelsea.
Por otra parte, el histórico Milán, con Carlo Ancelotti al mando y un elenco de generales como Maldini, Shevchenko, Pirlo, Kaká, Seedorf, Gattuso , Crespo y Nesta, había dejado en la cuneta a Shakhtar Donetsk, Celtic de Glasgow, Barcelona, Manchester United, Inter y PSV Eindhoven.
Los italianos comenzaron con fuerza marcando el primer gol, obra de Maldini, en el primer minuto de partido. Por si fuera poco, Hernán Crespo anotaba dos goles más para poner el 3-0 en el marcador y dejar la victoria casi al alcance del equipo rossoneri.
Con solo 45 minutos por delante, el Liverpool necesitaba marcar tres goles para empatar el partido. Una tarea más que complicada al tener enfrente a un equipo italiano, reyes de la defensa. En definitiva, hacía falta un milagro para que los ingleses consiguiesen el triunfo.
Gerrard recortó distancias con un gran cabezazo y Smicer volvió a dar esperanzas a la afición inglesa con un zapatazo ajustado al palo. Poco después, Xabi Alonso marcó con suspense, tras fallar un penalti y aprovechar el rechace, el tercer gol del Liverpool. En seis minutos, el mito de la infranqueable defensa italiana se había venido abajo.
Pero aún quedaban batallas por disputar.
Con el empate se llegó a la prórroga. Poco antes del final de la misma, Dudek se quitó el traje de portero para vestirse de ser sobrenatural y le hizo una doble parada a Shevchenko para llevar la final a los lanzamientos de penalti.
En el último tiro se volvía a repetir el duelo; Shevchenko frente a Dudek. De nuevo, el meta polaco se erigió en vencedor para dar el triunfo a la escuadra inglesa.
Durante la celebración, los aficionados italianos se frotaban los ojos mientras los ingleses, dando saltos de alegría, almacenaban esos instantes para poder contar más adelante a sus hijos que una noche, en una majestuosa ciudad entre Europa y Asia, habían sido testigos de un milagroso acontecimiento.
Aquella noche de mayo se produjo lo que luego se conoció para siempre como El Milagro de Estambul.
Otro partido histórico con final imprevisto y de los que engrandecen el fútbol.
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