El FC Barcelona vence en el Clásico liguero por 2-1 frente al Real Madrid. Con ello, son doce puntos de diferencia entre ambos, quedando la Liga, a falta de doce jornadas, completamente en manos de los culés. Fue un Clásico entretenido, con alternativas, pero que evidenció el mayor hambre de título de los barcelonistas contra un Real Madrid que no pareció entender que este era el último tren hacia la remontada.
Como entendemos que nuestros lectores ya sabrán lo que pasó en el partido, no nos extenderemos demasiado en la crónica, para poder pasar a otras cuestiones menos evidentes. En lo que se refiere al partido en si, arrancó el Barça con el plan más claro. De hecho, en apenas cinco minutos, ya habían conseguido que Courtois opositara a figura del partido.
El Real Madrid buscaba lanzar a Vinicius, como reza su credo habitual, y que conectara de la mejor manera que pudiera con un Benzema que no le ha terminado de coger el hilo a esta temporada. Poco antes de los diez minutos, el brasileño garabateó por el área tras un avance de Camavinga en un ataque que parecía controlable para los locales. Su balón atrás golpeó en la cabeza de Araujo, de manera que el uruguayo acabó convirtiendo en propia puerta el 0-1.
El Real Madrid encontraba el gol antes que el juego y parecía acomodarse con el bloque fijado bastante bajo. Los de Ancelotti, con esa capacidad que el técnico italiano destacaba, tras el partido de Anfield, para no perder la calma en cualquier situación, seguían sin parecer alterados a pesar de que solo el buen hacer de su portero evitaba el empate. Mientras, los de Xavi plantaban la tienda de campaña en terreno blanco y empezaban a asediar, con un Raphinha especialmente activo y un Lewandowski que trata de aportar en la combinación mientras sigue un poco peleado con el gol. El empate llegó con siete jugadores blaugrana en el área de Courtois y a un minuto del descanso. Fue Sergi Roberto quien encontró portería tras varios rechaces en el área y un ataque bien llevado por Araujo hasta línea de fondo.
En el segundo tiempo, volvió a arrancar mejor el Barça mientras el Real Madrid esperaba cazar una contra. Esas vastas praderas del Camp Nou son una bendición para el despliegue veloz que gusta por Chamartín. Incluso a un cuarto de hora para el cierre, Ancelotti introdujo cambios para refrescar su medular que dieron un aire más a los blancos. Ese tramo de partido, probablemente el de mayor ambición del Real Madrid, se saldó con el gol anulado a Asensio, por fuera de juego de centímetros tras una buena diagonal de Rodrygo y un centro de Carvajal.
Aunque el partido llevaba unos minutos con aire de correcalles, un aire donde, por cierto, suele sentirse más a gusto el Real Madrid, empezaba a parecer que ninguno de los dos rompería el empate. Pero en el primer minuto del descuento, un Lewandowski que parecía agotado desde hacía minutos habilitó de tacón la subida de Balde. El lateral centró y Kessie, que había entrado fresco poco antes, llegó en el segundo palo para sentenciar el partido ¿y la Liga?.
Sin duda, un partido cambiante. Donde el que parecía que podía imponer su versión se encontraba con la adversidad de frente. Pero el dominio del juego fue mayoritariamente blaugrana. Claro está que el Real Madrid no necesita de ese dominio para llevarse buenos resultados. El fútbol a veces tiene explicaciones contradictorias.
Como contradictorio puede parecer que un señor y un ejemplo de deportividad, como habitualmente suele ser Ancelotti, se agarre a las dudas que dice plantearle la anulación del gol de Asensio para explicar la derrota. Justo castigo en injusto momento a un Barça que penará, al menos, de esta manera por los siglos de los siglos su pretensión de comprar voluntades arbitrales. Dos anulaciones de goles contrarios tan correctas como las de San Mamés la pasada semana y esta de ayer son puestas en duda. La desvergüenza del club y del ínclito Enríquez Negreira está teniendo unas consecuencias nefastas en la credibilidad de las instituciones, y muchos buscan (y buscarán) aprovecharse / escudarse. Tal vez Ancelotti vea su silla temblar si no vuelve a sonar la flauta en Champions y esté tratando de aliarse con el forofo de a pie… o con el forofo del palco.
Al final, el técnico italiano puede morir de éxito. En la pasada campaña, cuando no se esperaba demasiado del Real Madrid, se proclamó campeón de Liga y Champions. Ahí es nada. El problema es que fueron triunfos rodeados de explicaciones más esotéricas que plenamente futbolísticas. O entrenables, tal vez sería mejor decir, ya que ese componente esotérico no deja de ser un factor propio también del fútbol.
¿Qué rendimiento podría sacar Ancelotti a su plantilla este año que mantuviera el nivel del año pasado? Aun está a tiempo de conseguir una épica remontada copera en el Camp Nou en un par de semanas y, por supuesto, queda la Champions. El altar mayor de los madridistas. Menos que eso dejaría al actual entrenador sentenciado con la segura sensación de no haber sido justamente considerado en ninguna de sus dos épocas en el banquillo del florentinismo. Cualquier buen guionista de series sabe que no se pueden resolver todas las tramas en la primera temporada, porque entonces la segunda ya pierde fuelle. Pero nadie se lo explicó a Carlo.
Pero es que el Real Madrid actual vive con una escasez de recursos futbolísticos no solo impropia de los éxitos de la pasada campaña, sino incluso de los resultados de ésta. Con soberbios jugadores en todas sus líneas, el Real Madrid se está limitando a ser bastante seguro en defensa y lanzar con el buen pie de Modric o Kroos (a los que podemos unir a Ceballos) balones que activen a Vinicius con espacios. El brasileño encuentra a Benzema, y en apenas tres líneas ya hemos explicado un altísimo porcentaje de los ataques blancos que acaban en éxito. Por ampliar explicación, a veces se suman Valverde o Rodrygo a la fiesta barriendo las migajas que quedan por las porterías rivales.
Ya no es que no haya plan B o plan C para un equipo tan grande como el Real Madrid, es que esto casi no da ni para un plan A. Esta tendencia a la simplificación ha ido avanzando según pasaban las fechas, y los rivales (a excepción de ese entrenador de buena prensa y mal perder que es Klopp) empiezan a entender que neutralizar a Vinicius es descabezar al Real Madrid.
Este año, el Barça lo está consiguiendo con frecuencia, gracias sobre todo a Ronald Araújo. El uruguayo, más allá del gol en propia puerta de hoy, es ya uno de los mejores defensas del mundo. El más excitante entre los defensores jóvenes del fútbol actual. Por velocidad, capacidad de anticipación, toma de decisiones y solidez, es un hueso durísimo de roer para un optimista de la verticalidad como Vinicius.
Ni que decir tiene que Busquets o De Jong siempre están prestos para echar una mano al bueno de Araujo en el control de ese plan casi único del ataque madridista. También fueron ambos ayer muy importantes a la hora de dominar al Real Madrid. Se comieron a los blancos en la medular, barrieron los balones que trataban de sacar los merengues de su campo y le dieron criterio y ritmo para nutrir a sus atacantes.
Algo perdido quedó a su lado Gavi. El joven sevillano fue una aparición chispeante en un Barça necesitado de esa vidilla la pasada temporada, pero se está perdiendo en una espiral de macarrismo y sobrexcitación que debería empezar a ser controlada por los veteranos del lugar. Su formación necesita ese equilibrio, para no perder sus cualidades y quedar reducido a una caricatura que enerve a la afición rival y empiece a cansar a los árbitros.
Y como decíamos antes que el fútbol es contradictorio, este Barça parece haber sentenciado la Liga y ha tomado ventaja en las semis de Copa sin Pedri ni Dembélé. Los dos mayores catalizadores del juego de los azulgrana en los días de mayor brillo de la temporada se lesionaron con poco tiempo de diferencia, y ahora que están cerca de volver, en resultados no se les echa de menos. Incluso parece que la baja del francés ha revitalizado a un Raphinha que llegó al descanso mundialista con cara de haber sido un mal negocio.
Pero la última reflexión la quiero guardar para Xavi Hernández. Más allá de las palancas y lo que puedan suponer de gestión bananera. Más allá del escándalo que supone intentar influir en los arbitrajes y la razón que tengan las aficiones rivales en enfadarse con el Barça. Incluso más allá de las eliminaciones europeas. A Xavi se le está esperando para sacarle el hacha desde el mismo momento en qué llegó.
Llegado este momento, con los pros y los contras de quien tiene que gestionar una plantilla que dista mucho de ser la mejor de las últimas épocas en Can Barça, cabe decir que Xavi está consiguiendo un gran trabajo. Incluso una reconversión personal. El radical del juego de toque y posesión ha descubierto que es importante (y algo estupendo) tener principios, pero como cantan Love of Lesbian, lo importante es tener finales. Él, que se rasgaba las vestiduras cuando un equipo le marcaba al contrataque en su época de jugador, ahora ha descubierto el mandamiento número uno del entrenador. Lo importante es saber adaptarte a lo que tienes y a lo que necesitas. El Barça necesitaba esta Liga y, sobre todo, sentirse superior al Real Madrid y, a falta de lo que pase en Copa y Champions, Xavi lo está consiguiendo.
Muy de acuerdo con este análisis y en particular la advertencia sobre Gabi que tiene que ser reeducado para llegar a ser un protagonista serio a figura,al igual que Vinicius,ambos tienen que madurar caracterialmente porque sus cualidades futbolísticas necesitan de ello.Y también resaltar que es importante para un entrenador saberse adaptar a su plantilla,eso que Xavi parece haber conseguido y el ejemplo contrario estaría en Sampaoli,incapaz de hacerse entender por sus jugadores y a los que además exige unas prestaciones o forma de juego que no se corresponden con sus características.
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