El 1 de marzo de 1981 el F.C.Barcelona de Bernd Schuster, Quini y Simonsen iba segundo en la clasificación liguera a dos puntos del líder, el Atlético de Madrid contra quien precisamente se enfrentaban en la siguiente jornada en el Calderón.
Tras marcar dos goles contra el Hércules, Quini fue a recoger a su mujer al aeropuerto… pero lamentablemente no llegó a reunirse con su esposa ya que dos individuos a punta de pistola lo secuestraron. Comenzaba un cautiverio que duró 25 días y que tuvo en vilo al fútbol mundial.
Los periódicos aparecieron con la triste noticia en portada a la par que los mensajes de apoyo se multiplicaban. Pronto, comienzan las llamadas de unos secuestradores que se muestran muy nerviosos.
En el plano meramente futbolístico, pese a que la mayoría de los jugadores culés no querían jugar, la Federación no hizo ninguna excepción con lo que el decisivo Atlético – Barcelona acabó disputándose con victoria para los colchoneros por 1-0 (a lo que le seguiría en la jornada 28 una nueva derrota blaugrana contra el Salamanca por 2-1).
Día 20 de marzo, la petición de los secuestradores fue clara. Si quieren a su jugador de vuelta, tendrán que pagar 100 millones de pesetas en una cuenta en Suiza. El Barcelona representado en la figura de Nicolau Casaus se traslada a Ginebra para supervisar la operación.
Gracias a las autoridades suizas, se consigue saber quién se encontraba tras la famosa cuenta. El nombre era el de Víctor Manuel Díaz Esteban, un mecánico en paro que tras ser detenido en el aeropuerto de la capital suiza confesó que el delantero se encontraba en un zulo de un taller mecánico de Zaragoza.
Se han portado muy bien conmigo. Me tenían afecto. Me han parecido buena gente y siempre me decían que no me pasaría nada.»
Quini sobre sus captores
En el juicio a los tres secuestradores, se personó el F.C.Barcelona ya que el delantero asturiano retiró la denuncia. Finalmente fueron condenados a 10 años de prisión y una multa de 5 millones de pesetas que el jugador rechazó.
Se ponía así punto y final a una historia en la que el Barsa terminó cambiando una Liga por la libertad de un jugador querido por todos, Enrique Castro Quini.

Qué gesto de buena gente tanto el no denunciarlos como no querer los 5 millones de indemnización. Quini un grande siempre.
0