La vida sigue igual. Si hace un par de semanas veíamos que en Alemania es cuestión de (poco) tiempo que el Bayern se proclame campeón, en Italia la Juventus va abriendo camino sobre los rebeldes que pretendían dejarle sin su séptimo título consecutivo. Al más puro estilo italiano y, sobre todo, juventino, ganó 3-1 ante el Milan con un resultado engañoso tras lo visto en el campo. En un clásico que impresiona más por los nombres de los contendientes que por su nivel futbolístico, los rossoneri dieron buena imagen, pero no pudieron con la superior calidad bianconeri.
Al disputar el Napoli su encuentro antes que la Juventus, los líderes ya sabían del empate partenópeo cuando saltaron al terreno de juego del Allianz Stadium. Era una oportunidad de oro para ampliar los dos puntos de ventaja que no querían dejar escapar a pesar de tener mañana el partido de ida de los cuartos de final de la Champions ante el Real Madrid. El Milan está disputando el último puesto que da acceso a competiciones europeas, el sexto, ante el Atalanta. Los de la vecina Bérgamo habían ganado, reduciendo los seis puntos de ventaja de los milanistas que, en un año con una fuerte inversión, podrían volver a quedarse fuera de Europa.
Allegri formó con sus tres centrales habituales, con dos carrileros que no sabríamos si colocar como defensas o como centrocampistas, tres medios y dos puntas. Sin Mandzukic ni Alex Sandro, y con Cuadrado y Douglas Costa reservados en el banquillo, el resto de la alineación y el planteamiento fueron habituales. Por su parte, quienes hemos visto jugar a Gatusso no nos esperábamos que como entrenador sus equipos jugaran como este Milan. Con un 4-3-3 y mucho gusto por el balón, al bueno de Gennaro le gusta sacar el balón jugado desde la defensa, aunque prefiera acelerarlo en el campo rival y guste de lanzar contraataques. Aunque el Milan complicó mucho el libre desarrollo del juego a la Juventus, Allegri acabó ganando la partido a su rival a través de los cambios, del desgaste físico de los de Gatusso y del superior acierto en los metros finales.
En las porterías se enfrentaban el presente (y gran parte del pasado) y el (previsible) futuro del cuidado de la meta italiana. Buffon y sus 40 años frente a los 19 de Donnaruma, lo que podría ser padre contra hijo, si bien este año bien parece que el «padre» es incombustible y el «hijo» está diluyendo las condiciones que apuntaba a base de malos consejeros en forma de representantes. En el partido de ayer, Buffon resolvió con acierto y alguna acción destacada el trabajo que tuvo, que tampoco fue demasiado excesivo. Mientras, Donnaruma, sin grandes errores, tal vez pudo hacer algo más en el primero y el tercero de los goles que recibió.
La defensa local estuvo formada de salida por Benatia entre Barzagli y Chiellini, la nueva BBC juventina de esta temporada. Consiguieron sacar de quicio a los puntas milanistas y se mantuvieron firmes durante todo el encuentro, sobre todo Chiellini, que en los minutos más perezosos de su equipo lo mantuvo a flote con mucha solvencia, siendo a mi entender el mejor jugador del encuentro. Lichtsteiner cubrió con su solvencia habitual el carril derecho y Asamoah fue el punto más débil de su equipo por la izquierda, siendo un jugador que no parece propio de un equipo de este nivel. En la segunda mitad, el lateral suizo dejó su lugar a Douglas Costa, reestructurándose la línea y propiciando una mayor profundidad al juego local. En la zaga milanista, Bonucci volvía a su anterior casa, recibiendo poco cariño del que fue su público, algo que pareció animarle para hacer un buen partido, a pesar del resultado. Hizo mejor también a su compañero Romagnoli. En los laterales, Rodríguez apoyó arriba, pero sin la profundidad que en otras ocasiones ha exhibido. Mientras, Calabria se esforzó en defensa, pero estuvo algo gris con el balón en los pies.

Los medios del campo de ambos equipos no estuvieron especialmente brillantes, con más errores e imprecisiones que fluidez. El de la Juve estuvo formado de salida por Pjanic, muy por debajo de su buen nivel habitual, con Matuidi a la izquierda, bien en la ayuda a la defensa, pero atropellado en el manejo del balón, y con Khedira, que pasó de ser pitado por su afición a ser decisivo con una asistencia y un gol en los últimos minutos. El medio francés dejó su lugar a Cuadrado a la hora de partido, y la salida de colombiano, que volvía de una larga lesión, fue fundamental. Aparte de marcar, dio más sentido a la distribución táctica de su equipo. Entre él y Douglas Costa abrieron el campo y afloraron los huecos en las líneas milanistas, que no resistieron más. El joven Betancur entró por Pjanic, sin mejorar la fluidez del juego. En el Milan, Biglia se encargó del trabajo sucio, Kessie ocupó mucho campo con su potencia física, pero no estuvo fino en la toma de decisiones, y Bonaventura trató de darle salida al juego rossoneri, logrando alguna buena combinación con los de arriba. También entró Montolivo en los últimos 15 minutos por el argentino, perdiendo peso en el centro del campo y aportando poco juego.
En la punta de ataque, Allegri colocó a Dybala con libertad de movimientos e Higuaín como ariete. El primero de ellos anotó y asistió, teniendo más presencia en el juego durante la segunda parte, no fue un gran partido, pero dejó destellos de su gran clase (Sampaoli, llévale aunque sea de suplente). El segundo estuvo perdido, superado por los centrales rivales, aunque al menos ocupó el espacio y los atrajo. Por el Milan, Suso en la izquierda no logró superar a la defensa casi en ninguna ocasión, André Silva como ariete está aun un poco verde, pero parece un buen proyecto de delantero. Kalinic, que entró por él en el minuto 65, refrescó la punta, pero se encontró con unos compañeros demasiado cansados para aportarle demasiados balones. Çalhanoglu por la izquierda fue el más incisivo, sobre todo en alguna contra de la segunda mitad, donde su extraordinaria pierna derecha puso nervioso al Allianz. A pesar de ello, fue sustituido por Cutrone a falta de diez minutos, en un intento de juntar delanteros que les desconectó y terminó de resquebrajar para facilitar el dominio de la Juventus.
En el primer tiempo no se habían desatado aun las hostilidades cuando los locales se adelantaban con un disparo seco y preciso de Dybala desde la frontal al que Donnaruma reaccionó ligeramente tarde. Ventaja de 1-0 a los ocho minutos que aletargó a los de Allegri. Con ataques esporádicos, sin continuidad en el juego, el Milan empezó a apretar a la Juve, que también lanzaba alguna contra. Antes de la media hora, las llegadas de los milanistas, que parecían bastante inofensivas, encontraron rendimiento en un córner botado por Çalhanoglu y cabeceado con gran potencia por Bonucci entre sus antiguos compañeros Chiellini y Barzagli. Con la misma potencia, y sin acogerse a la moda de no celebrar goles ante la antigua afición, lo cantó desafiando a la grada que llevaba pitándole desde el calentamiento. Tras esa pequeña venganza en forma de incómodo empate para los locales, se fue el resto del primer tiempo entre choques, entradas duras, pequeñas discusiones y poco fútbol.
En la segunda, los cambios tácticos y el esfuerzo físico, fueron volcando el partido, poco a poco, hacia la portería del Milan, donde una Juventus no demasiado brillante iba poniendo cerco a su rival. A pesar de ello, la mejor ocasión fue un espectacular disparo de Çalhanoglu al larguero, aparte de un par de intervenciones correctas de Buffon. Pero los cambios de Allegri iban surtiendo efecto y en el último cuarto de hora el Milan quedó desfondado. Así, una combinación por banda izquierda dejó a Khedira con el balón en el lateral del área. El alemán la cruzó al segundo palo y Cuadrado, que había revolucionado el partido, firmaba su vuelta a los terrenos de juego remachando el gol definitivo. Aun con once minutos por delante, los visitantes no fueron capaces de tomar otro aire, el Allianz incluso jaleó los pases de sus jugadores que se dedicaban a hacer rondos con sus rivales. Para colmo, Khedira remachó la noche tras una jugada de Douglas Costa que Dybala sirvió al alemán para que engañara a Donnaruma por el palo corto. Si en la asistencia del segundo Khedira hizo amago de mandar callar a la afición que le había pitado, en este tercero se quedó parado mientras sus compañeros le abrazaban, podemos decir que fue un día de goleadores con mensaje. Los tres minutos más descuento restantes pasaron sin más emoción, no había tiempo para más.
Tras este encuentro, la Juventus queda con cuatro puntos sobre el Napoli y ya tan solo ocho partidos por disputar, en muy buena disposición para bordar de nuevo el Scudetto en sus camisetas la próxima campaña. El Milan por su parte, a pesar de dejar buena imagen, tendrá que seguir luchando para aguantar la plaza europea ante el impulso del Atalanta, a solo tres puntos, y sin muchas esperanzas de cazar al Lazio, que está a siete.

En definitiva, los turineses en modo campeón de Serie A, pero sin brillo como para presuponer que puedan ser un rival de gran entidad, salvo sorpresa, para un Real Madrid que está en el mejor momento de la temporada. Parece que Zidane puede estar tranquilo, su equipo es muy superior a la Juventus. Mientras, el Milan, parece que no va a cumplir con las expectativas de principio de esta temporada en cuanto a clasificación, pero presenta detalles que dejan lugar a la esperanza de poder recuperar el brillo de épocas pasadas.