El pasado día 17 de noviembre tuvo lugar en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas el sorteo de la primera ronda de la Copa S.M. el Rey de la temporada 2019-20. Una edición de la Copa del Rey que suscita bastante más expectación, al menos a priori, que las pasadas habida cuenta del cambio de formato que ha sido pergeñado por parte de la Federación desde la entrada de Rubiales.
Las novedades principales del formato son, de un lado, la necesaria vuelta al sistema de partido único (salvo semifinales) en casa del rival de menor categoría y, de otro, la ampliación de los equipos participantes, pues se da entrada en la competición a un mayor número de equipos modestos.
En mi opinión ambas modificaciones respecto del anodino y tedioso sistema anterior son buenas noticias para nuestro fútbol. La Copa del Rey, la competición con más solera y más añeja de cuantas se disputan en España, llevaba muchos años siendo ninguneada y pisoteada desde el propio ente federativo, al cual sólo le parecía interesar contentar a los dos grandes y a las televisiones.
Era especialmente importante para revitalizar la competición y añadirle ese plus de emoción e imprevisibilidad la cuestión del partido único en campo del pequeño. La esencia de esta competición es ésa, pues para la regularidad ya está el torneo liguero. Y a ello se le ha unido el acierto de abrir la Copa del Rey a equipos muy modestos, incluso algunos de categoría regional. Para estos equipos se ha diseñado un sistema de rondas previas clasificatorias, que terminaron hace dos semanas con el resultado de diez conjuntos clasificados, que ya entran en la ronda primera.
Se unen a los veinte de Primera del año pasado, a veintiuno de Segunda (se excluyó al Reus), a veintiocho de Segunda B (siete primeros clasificados de cada grupo, excluyendo filiales), a treinta y dos de Tercera (los dieciocho campeones y catorce mejores segundos) y a los cuatro semifinalistas de la Copa Federación. Por su parte, los cuatro competidores de la Supercopa de España entran en dieciseisavos de final.

En unos momentos en que la figura del controvertido presidente Rubiales está tan en entredicho, es también de justicia aplaudir las buenas decisiones, como ésta del cambio de formato copero. Aunque desgraciadamente ha quedado en un segundo plano el tema de la Copa, sobrepasado por el aluvión informativo de la polémica de la Supercopa en Arabia Saudí y, especialmente, por el escándalo en el seno de la selección con la fulminación de Robert Moreno y la vuelta de Luis Enrique, asunto este que ayer se trató en nuestra publicación.
Y es que el presidente Luis Rubiales si por algo se está caracterizando desde que preside el ente federativo es por generar una gran cantidad de polémicas y un copioso caudal informativo. Véase Lopetegui, su impugnación de los partidos de Liga en Miami, los partidos de los lunes, Arabia Saudí, Robert Moreno… Un chollo en toda regla para el periodista deportivo.
No obstante, y volviendo al tema central de nuestro artículo, al César lo que es del César, y la implantación de este nuevo formato del torneo del KO es todo un acierto y entiendo que así se palpa en corrillos y tertulias futboleros. Bien por Rubiales en este aspecto, aunque no es oro todo lo que reluce y a raíz de acontecimientos sobrevenidos que son ajenos a lo intrínseco del formato, considero que hay dos aspectos que no hacen nada bien a esta Copa y que deben ser tenidos en cuenta para las sucesivas ediciones:

De un lado, hacer coincidir el partido F.C. Barcelona – Real Madrid aplazado con uno de los días en que está previsto disputar partidos coperos. Si precisamente dijimos que uno de los aciertos de esta Copa es dejarla mucho más abierta a equipos modestos, flaco favor se les hace plantando el partido más atractivo del fútbol mundial a nivel de clubes el mismo día.
La consecuencia será clara: habida cuenta de que el Clásico ha sido colocado a las 20 horas, los equipos modestos que jueguen en casa tratarán de huir de ese horario para evitar gradas desiertas, teniendo que ponerlo o bien a unas tempraneras seis de la tarde o a unas intempestivas diez de la noche de un día de diario. Obviamente se barrunta que esto tiene mucho que ver con la guerra, ya cansina, Tebas – Rubiales.
La falta de entendimiento, por decirlo eufemísticamente, entre los presidentes de la Liga y la Federación nos aboca a estos sinsentidos. Una competición haciéndole la cama a la otra. Al aficionado ya le irritan y le aburren las cuitas personales de estos dos dirigentes entre sí. Si no son capaces de ponerse mínimamente de acuerdo en cuestiones de tan trascendental importancia para el fútbol español, mejor harían con marcharse cada uno a su casa.
Y de otro lado, también se ha de poner de relieve el gran desacierto que constituye, a mi modo de ver, dar la posibilidad de cambiar el estadio donde haya de disputarse el encuentro, por mucho que ello pudiere hacerse de mutuo acuerdo entre las partes. Y me refiero a ello a colación de las informaciones que se vienen dando en torno a la posibilidad de que la eliminatoria entre el Antoniano de Lebrija y el Real Betis Balompié se dispute en el estadio Benito Villamarín, por petición, al parecer, del club lebrijeño.
Obviamente a nadie se le escapa que el hecho de que el Antoniano pueda favorecerse de un aforo tal como el que tiene el Villamarín para recaudar más dinero en concepto de entradas puede salvarle varios cursos económicos. Pero no lo es menos que eso daría al traste con el espíritu romántico que tiene el hecho de que el equipo de un pueblo de Sevilla se enfrente en su propio pueblo, ante su gente, a uno de los dos equipos de la capital. También se ha hablado de Chapín, o del estadio del Atlético Sanluqueño, que son feudos que cuentan ambos con mayor capacidad que el Estadio Municipal de Lebrija (3.500).

Da igual si es en el Villamarín, o en Jerez, o en Sanlúcar de Barrameda. El hecho es que se estaría desvirtuando la competición (al equipo grande se le estaría dando ventaja, por mucho que sea de mutuo acuerdo el posible cambio de estadio).
Lo más importante a mi parecer, se le estaría hurtando al pueblo de Lebrija la oportunidad casi irrepetible de vivir un día histórico, con la visita del Real Betis Balompié a la localidad para la disputa de un encuentro de competición oficial. Se le estaría privando de todo un día de fiesta con el pueblo volcado en la calle. Establecimientos llenos a rebosar, ambiente de fútbol de élite en un pueblo acostumbrado a categorías modestas de nuestro fútbol, recibiendo la visita además de cientos de béticos provenientes de la capital.