El título del presente artículo describe a la perfección la actual situación en que se encuentran dos entidades señeras de nuestro fútbol, de las cuales vamos a tratar a lo largo de estas letras: el Valencia C.F. y el Málaga C.F.
Sociedades Anónimas: el origen de todo
La raíz de ambas crisis institucionales, en que ambos equipos están inmersos, no trae causa sino del asunto de fondo que subyace como común denominador que encontramos en la mayor parte de problemas sociales que acucian a nuestros equipos. Esto es, la naturaleza de sociedades anónimas que ostentan la mayoría de entidades futbolísticas de nuestro país. Ésa, y no otra, es la génesis de todo este tipo de situaciones indeseables para el aficionado.
Y si no, que le pregunten al histórico Racing, equipo de gran solera que por culpa, entre otras causas, de la llegada de un estrambótico mecenas lleva vagando por Segunda B y Segunda ya casi una década. O al Real Zaragoza, otro histórico de nuestro fútbol, preso de Agapito Iglesias y de otros infames personajes durante un par de lustros. O al propio Real Betis Balompié.

Tal y como está montado ya el fútbol actual en que la tendencia no es, desgraciadamente, a la regresión de las sociedades hacia clubes deportivos, sino más bien a reforzar el sistema de sociedades anónimas mediante las ampliaciones de capital de las mismas para dar cobijo a capital en muchos casos extranjero; sé que es difícil – en la actualidad es una quimera- retornar al sistema que regía hasta principios de los noventa. Pero, aviso a navegantes, las aficiones deben estar siempre en alerta para no sentirse atraídos e hipnotizados por estos cantos de sirena provenientes de pretendidos “salvapatrias”, que luego lo más normal es que te dejen el equipo hecho un solar.
Y me refiero con que deben estar ojo avizor a que hay que prever, para evitar que el poder absoluto y omnímodo lo detente una sola persona, la atomización del accionariado de modo tal que un solo individuo o grupo inversor no pueda hacer y deshacer a su antojo utilizando los clubes como meros juguetes, en el mejor de los casos, o como herramienta de especulaciones financieras, en el peor de ellos.
El caso del Valencia CF
El caso del Valencia es el cuento de nunca acabar. Como un Macondo futbolístico. Es proverbial la capacidad de autodestrucción interna e institucional que tiene esta centenaria entidad. Al menos desde que el que suscribe el presente artículo tiene uso de razón, los líos han sido muchos y muy variados. Recuerdo la época del polémico Roig, los chanchullos de Juan Bautista Soler y ahora los tejemanejes de Lim.
El Valencia, desde el punto de vista institucional, rara vez ha sido un mar en calma desde su conversión en S.A.D. Pero nos centraremos en las últimas turbulencias acaecidas en la capital del Turia durante este verano.
Peter Lim, propietario del paquete accionarial mayoritario, decide tras dos años de éxito valencianista (recordemos que las dos últimas temporadas han acabado con sendas clasificaciones para Champions y con la consecución de la última Copa del Rey, título que llevaba once años sin conquistar el Valencia) tomar las riendas de una forma más personalista de la dirección deportiva. Esto, al parecer, fue comunicado a Matéu Alemany y Marcelino García Toral a principios de verano, lo cual no sentó nada bien a ambos, que son los que han conformado el tándem durante este bienio que ha llevado a la entidad ché al éxito.
Para explicarnos el porqué del enfado de Alemany y Marcelino hemos de ponernos en contexto. El Valencia venía de dos años paupérrimos en que se acabó el ejercicio liguero en duodécimo puesto, incluso coqueteando con el descenso hasta las postrimerías del torneo liguero. Algo inadmisible para un club de la categoría del Valencia. Había que tratar al enfermo y revalorizar a la entidad.
Por ello, Lim trae a Alemany, hombre de fútbol y de probada valía, confiriéndole plenos poderes en el ámbito deportivo como director de dicha parcela. Su primera decisión: traer a Marcelino para el banquillo (el anterior director deportivo, Alexanco, quería a Setién) y tras ello se acometieron contrataciones que aumentaron el nivel del equipo. El resultado cuando se ha dejado trabajar a los que saben con autonomía ha sido demoledor y clarificador: dos clasificaciones para Champions y una Copa del Rey.

Pero llega este verano y Peter Lim, con su juguete ya revalorizado y en estado de perfecta salud, decide que ya sí es un pasatiempo apetecible y gratificante para él. Se produce este cambio de rumbo en la dirección y toma de decisiones técnicas y deportivas del Valencia. De hecho, mientras este artículo se está publicando, empiezan precipitarse los acontecimientos que van a llevar a Marcelino fuera del banquillo valencianista por orden de Lim. El mundo al revés: cambiar lo que te da frutos deportivos y éxitos para volver al sistema fracasado de los duodécimos puestos.
Ello no denota sino una clara falta de criterio futbolístico, amén de que el Valencia le importa muy poco, por no decir nada. Él no es sino un multimillonario hombre de negocios nacido a miles de kilómetros de Valencia que ha comprado un equipo de fútbol para su solaz personal y del que seguramente no sabía ni que existía hace apenas siete u ocho años. Es su juguete personal, por el cual ha pagado, y él se siente en el derecho de hacer y deshacer a su entero antojo.
Proviene además de una parte del planeta donde no se concibe el deporte en general y el fútbol en particular a la manera que lo concebimos en Europa y en Hispanoamérica. Es decir, no como franquicias que responden a intereses comerciales o económicos desprovistas de todo componente sentimental, sino todo lo contrario. Y eso una persona del sudeste asiático es imposible que lo comprenda.
En definitiva, vuelve el Peter Lim más intervencionista. Mal asunto para la entidad. Y todo ello asusta más estando Mendes de por medio. Es notoria su amistad con Lim, como notorios son los fiascos que el agente portugués ha traído al Valencia bajo la égida del singapurense (los Aderlan Santos, Abdenour, Filipe Augusto, Barbosa, Zucculini, etc…). Siempre planeará la sombra de a qué espurios intereses responden fichajes de esa calaña y si el propietario está utilizando al Valencia ya no sólo como su juguete, sino como una herramienta para lucrarse de forma no muy ética.
La política de fichajes ha escocido mucho en las figuras de Alemany y Marcelino. Solamente hay que ver las ruedas de prensa en tono funerario que ha protagonizado el preparador asturiano durante el verano, cuando el Valencia debería ser una entidad en que se respirara felicidad y optimismo, habida cuenta de los éxitos del último bienio.

En suma, el valencianismo tiene motivos para la preocupación. Como muestra un botón: con Alemany ha habido Champions, un título y estabilidad en el banquillo de la mano de Marcelino. Con Lim ya saben lo que hubo: Gary Neville, Pako Ayestarán, ¿Celades? y siempre Voro de apagafuegos. Yo creo que con sólo leer los nombres de Neville y Ayestarán a todo valencianista se le erizará la piel. Y no precisamente de emoción.
El Málaga de Al Thani
Diferente es el caso del Málaga aunque, insistimos, con una raíz común: el perverso sistema que las Sociedades Anónimas Deportivas han traído al fútbol. En el club costasoleño desembarcó el jeque catarí Al Thani en el año 2010, convirtiéndose, al igual que Lim con el Valencia, en accionista mayoritario de la entidad.

Tras el espejismo de unos primeros años en que se fichó a futbolistas consagrados y de renombre (Cazorla, Van Nistelroy, Joaquín, Toulalan, Demichelis, Monreal, etc…), en que se llegó incluso a cuartos de final de la Champions League, todo se reveló posteriormente como un mero espejismo. El jeque, como tantos otros especuladores y advenedizos del fútbol, no llega al Málaga movido por su filantropía. Ni mucho menos. Ninguna filantropía puede albergar un individuo que, junto con su familia, mantiene a su pueblo sumido en la miseria mientras ellos se bañan en los excesos que les proporcionan los petrodólares, de los cuales el común de la gente no percibe ni las migajas.
En este caso, era notorio desde los inicios que este miembro de la familia real que gobierna de forma tiránica un país como Qatar, vino a dar a Málaga con la intención de hacer pingües negocios inmobiliarios y financieros. Cuando se le vinieron abajo diversos proyectos como el del puerto de Marbella, desapareció la inversión que venía realizando en el Málaga y la plantilla fue año tras año perdiendo calidad, hasta tal punto que hace dos temporadas el club dio con sus huesos en la Segunda División.
El esperpento ha alcanzado su culmen este verano, con el jeque de vacaciones y el club teniendo que dejar sin poder inscribir a varios jugadores fichados en pretemporada por la inoperancia del dueño de la entidad. La afición, desde luego, no se merece tal escarnio y en el último partido de liga salió en masa antes del partido a pedir responsabilidades a Al Thani (el cual, recordemos, tiene enchufados a varios miembros de su familia cobrando sueldazos del Málaga, mientras deja al club desangrarse).
Le corresponde a la afición malaguista, que ha abanderado a Víctor Sánchez del Amo como uno de sus portavoces, erigirse como fiscalizadora de los desmanes del jeque. Por su parte, el entrenador, desde su llegada al club, ha conectado con el público y se está mostrando muy crítico con el propietario en ruedas de prensa. Y la afición se lo agradece y lo ha acogido como uno de los suyos. Al menos queda ese consuelo en el Málaga: que la afición no está adormecida. Es más, diría yo que está más al pie del cañón que nunca.
Memorables fueron las imágenes que se vieron en la Rosaleda al caer el año pasado eliminados en el play-off de ascenso contra el Dépor. O el gran aspecto que presentaba el estadio la última jornada contra el Almería.

Cuenta el club, que no es poco, con su afición, que tiene que poner toda la carne en el asador para liberar al equipo de sus amores del secuestro en que se halla. No les será fácil, pues la actual normativa en favor de las sociedades anónimas ampara a estos advenedizos especuladores. Lo importante es que cuando se salga de esta pesadilla se aprenda de los errores y se lleve a cabo un proceso de distribución de las acciones entre toda la masa social malaguista, para evitar la llegada de futuros salvadores de la patria como este infausto Al Thani.
P.D.: Gracias a mis amigos Andrés y Alberto, valencianista y malaguista respectivamente, sin los cuales me habría resultado tarea mucho más difícil la redacción de este artículo. Va por ellos.