Hasta bien entrada la década de los 80, el fútbol español, tanto a nivel de clubes como de selecciones, se estrellaba una y otra vez ante el inaccesible muro alemán. Cada vez que había algún enfrentamiento entre equipos de ambos países, los españoles salían claramente derrotados.
Ya esta era una razón poderosa para sentarme a ver aquel partido de fútbol.
La temporada 1978-79, el Barcelona acababa de perder a su gran estrella, Johan Cruyff. Para llenar el gran hueco dejado por el genio holandés, la directiva azulgrana se movió con celeridad para contratar al vigente bota de oro y balón de plata, tras el inglés Kevin Keegan. De esta manera, un reputado goleador procedente de Austria, Hansi Krankl, vestía la camiseta blaugrana. En su primera temporada ya dio muestras de su innegable calidad al proclamarse como máximo artillero de la liga, anotando 29 goles en 30 partidos.
Hasta entonces, el F.C. Barcelona, uno de los equipos más importantes de la historia del fútbol, había conquistado, a nivel internacional, tan solo tres copas de Ferias, un escaso bagaje. Esa temporada, el club blaugrana disputaba la Recopa de Europa.
La primera ronda deparó un enfrentamiento con el Shakhtar Donetsk, resuelto con facilidad por el Barcelona al ganar con el tanteo total de 4-1.
En octavos de final se tuvo que enfrentar a un hueso duro de roer; nada menos que el campeón de la edición anterior, el Anderlecht. En tierras belgas, los azulgrana sufrieron una estrepitosa derrota, cayendo por 3-0. Así pues, en la vuelta estaban obligados a realizar una épica remontada. En el minuto 86 de partido, Zuviría conseguía igualar la eliminatoria marcando el tercer gol de su equipo. Se tuvo que llegar a los lanzamientos de penalti, donde los belgas solo marcaron un gol, resultandos eliminados.
El siguiente rival fue el Ipswich Town inglés, con el que también se sufrió de lo lindo. El equipo español se clasificó por el doble valor de los goles marcados en campo contrario (1-2 en Inglaterra y 1-0 en el Camp Nou).
En semis, esperaba otro rival difícil, el Beveren belga. Pero el Barcelona fue más fuerte y venció en los dos encuentros por el mismo resultado (1-0). La final estaba servida, y era ante un equipo alemán, el Fortuna de Düsseldorf, quizá no entre los más potentes de su país, aunque con un equipo a tener en cuenta, ya que contaba en sus filas con nombres tan ilustres como los hermanos Allofs, Thomas y Klaus.
El Barcelona no afrontaba la final en las mejores condiciones anímicas, ya que su delantero, Krankl, estaba con la mente puesta en un hospital de Barcelona, donde su mujer estaba ingresada en estado grave a causa de un accidente automovilístico. Además, otra de sus estrellas, Neeskens, sufría los efectos de una gastritis.
El partido fue espectacular, uno de los mejores que recuerdo haber contemplado. A los cinco minutos, Tente Sánchez adelantaba a los azulgrana, aunque tres minutos después, Thomas Allofs igualaba la contienda. Carlos Rexach falló un penalti y llegaron dos goles más, uno por equipo. Asensi marcó a los 34 minutos y Seel empató a los 41. Con este resultado se llegó al final de los noventa minutos. Se tendría que disputar una prórroga.
En el tiempo adicional, el Barcelona pareció encarrilar la victoria con dos goles en 7 minutos, de Rexach y Krankl, pero los alemanes no se iban a rendir tan fácilmente y recortaron distancias por medio de Seel. Quedaban seis minutos en los que el Fortuna atacó sin parar, pero el equipo blaugrana resistió con bravura y consiguió proclamarse campeón de aquel torneo.
El F.C. Barcelona es el equipo que más veces (4) ha conquistado la Recopa de Europa. Aquella primera vez, ante el Fortuna de Düsseldorf, fue el punto de inflexión que el equipo necesitaba para demostrar al planeta fútbol que era uno de sus equipos más poderosos.
Como dato curioso, aquel fue el último partido de otro emblema azulgrana como Johan Neeskens, que acabó marchándose del club para ser sustituido por el danés Allan Simonsen.
Lo cierto es que con aquel partidazo, el fútbol español comenzó a perder el miedo al ogro alemán y, desde entonces, tomó más confianza para poder derribar el muro en el que tantas veces se había estrellado.
Nuevamente recordatorio histórico que, sobre todo a los culés actuales, les debe de agradar rememorar porque indiscutiblemente marca un antes y un después en el Barsa.
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