Segunda jornada, 31 de agosto del año 2014, el Real Madrid dirigido por Ancelotti se enfrenta a la Real Sociedad en Anoeta. Forman parte del once: James Rodríguez, Isco Alarcón, Gareth Bale y Karim Benzema. El conjunto blanco cae 4-2 pese a ir ganando 0-2 a los 10 minutos.
Cinco temporadas después, el equipo de Zidane, lejos de la revolución que se intuía al final de la temporada pasada, sale al campo con idéntica delantera (mención aparte Marcelo, Kroos y Sergio Ramos que también repitieron). No, no quiero decir que la pérdida de los dos puntos de ayer sea culpa de dichos jugadores. Mi intención es poner en evidencia el síntoma de un equipo que parece vivir una realidad paralela pensando que con remiendos del pasado o delanteros actualmente de segundo nivel puede ser candidato a algo.
El lunes lo debatíamos en nuestro podcast. El Madrid echa de menos un killer y es esa añoranza del gol la que acaba condenando a los equipos a tener que conformarse con esperar el milagro.

Cierto que Benzema marcó un excelente tanto pero como sucede a menudo insuficiente para la victoria. Y es que falta ese extra. Ese jugador que cuando lo tienes en el campo sabes que responderá con gol a cada acercamiento en el marcador del rival.
Por su parte, Jović quien está llamado a lograr que artículos como éste no se escriban saltó al terreno de juego en el minuto 67. La primera que le llegó la mandó al larguero. ¿Esperanza? El tiempo lo dirá. No obstante, en mi opinión pensar que jugadores que explotan una temporada en equipos y Ligas de inferior calidad pueden solventar los problemas de gol de uno de los mejores clubs del mundo demuestra tener un nivel de ingenuidad y ciertamente de temeridad considerable.
Y mientras, paradojas del fútbol, a 2.000 kilómetros de la capital, Robert Lewandowski trituraba al Schalke 04 con un hat trick mostrando al mundo y al Madrid el repertorio que un delantero centro de primer orden debe tener. Las miradas de los aficionados madridistas no pueden evitar dividirse entre Munich por lo que pudo ser y no fue y a Turín, por lo que fue y ya no será.
En cualquier caso, algo parece claro, quedan 10 días de mercado y Neymar anda a la espera.