Muchos jugadores sufren a lo largo de sus carreras radicales cambios de posición o de rol en el terreno de juego. Normalmente, una vez que alguien llega al fútbol profesional ya tiene definida su función dentro del equipo, y suele ser en los últimos años de su carrera cuando, por lo aprendido o por el cambio en las cualidades físicas, algunos jugadores se reinventan para rejuvenecer en otras posiciones. En el caso que nos ocupa hoy, el cambio sobrevino en sus primeros años de carrera, pasando de ser un joven y prometedor mediocentro al lateral derecho que hizo olvidar a una leyenda del Bayern como Phillip Lahm, todo ello de la mano de un entrenador que ha modificado las funciones típicas de ese puesto, como es Pep Guardiola. Hoy hablamos de Joshua Kimmich.
El alemán Kimmich es un jugador que llama la atención, principalmente, por su polivalencia. Más allá de ese cambio de mediocentro a lateral derecho, en el Bayern también ha ocupado, para cubrir contingencias provocadas por las bajas de compañeros, posición de lateral izquierdo o incluso de central. Se trata de un jugador avispado, de gesto nervioso, atento a los movimientos de los compañeros, de los rivales y del balón para elegir siempre la mejor opción, ya sea en ataque como en defensa. Es un futbolista valiente, atrevido, que no rehuye el choque o el salto con el rival a pesar de medir 1’76m. En defensa muestra una gran anticipación y es muy efectivo en la presión, muerde a los rivales cuando tienen el balón en los pies. No teme que le superen en primera instancia, ya que goza de suficiente velocidad para recuperar la posición aunque lleve metros de desventaja.
En fase de creación es capaz de mover al equipo desde la posición de lateral derecho. A pesar del nervio que muestra, tiene la pausa propia de su inicial posición de mediocentro para elegir soluciones. Es muy preciso en el pase, tanto en corto como a media distancia, y tiene una muy buena visión de juego para encontrar a los compañeros mejor posicionados. También demuestra esa visión a la hora de ocupar espacios o tirar desmarques con los que aumenta las opciones de sus compañeros a la hora de dar salida a la jugada.
Una vez en posición de ataque, demuestra soluciones sobradas para el regate y la jugada individual, sabe centrar con una precisión excelente e incluso aporta llegada desde segunda línea, lo que le convierte en un lateral con buenas cifras anotadoras. Todo ello además con unos pulmones que le soportan físicamente para cumplir con todas esas funciones que su técnica le permite hacer. Kimmich es polivalente en sus posiciones porque domina a la perfección recursos muy diferentes.
Joshua Walter Kimmich nació el 8 de febrero de 1995 en Rottweil, aunque su infancia transcurrió en el cercano pueblecito de Bösingen, en plena Selva Negra, cerca de las fronteras con Francia y Suiza, junto a sus padres y una hermana. Allí, con apenas 3.000 habitantes en el pueblo, el mayor entretenimiento de los niños era juntarse alrededor de un balón. Por eso Joshua se hizo muy popular cuando su padre improvisó para él y sus amigos un campo de fútbol, con dos porterías antiguas desechadas por el club de fútbol local instaladas en un descampado cercano a su casa evitaron que siguiera rompiendo las ventanas a pelotazos y, de paso, iniciaron la carrera de uno de los jugadores más prometedores de los últimos años en Alemania.

Pronto ingresó en el VfB Bösingen, un modesto club local con un gran trabajo de cantera en varios deportes y en ambos generos. Con 12 años, brilló en un amistoso con su equipo frente al Stuttgart. Ganaron 3-2 y Joshua anotó los tres goles de su equipo. Así fue como este fan de Zidane y Schweinsteiger llamó la atención de su primer equipo grande. Aunque en un primer momento sus padres se mostraron reacios, finalmente, ante la insistencia de los técnicos del club suabo, accedieron a que Joshua entrara a formar parte de la cantera del Stuttgart.
Allí se mantuvo hasta los 18 años, demostrando un alto nivel de entrega en cada entrenamiento, que sumaba a su calidad innegable. En el verano de 2013, siendo ya internacional sub 18, cuando esperaba subir al primer equipo para la campaña 13/14, se encontró con que en el Stuttgart tenían planeada para él una nueva temporada en el equipo juvenil. Descontento con ello, buscó una salida hacia el novedoso proyecto futbolístico de la compañía de bebidas Red Bull. El RB Leipzig, nacido solo cuatro temporadas antes y que acababa de ascender a la tercera división alemana le sedujo, por darle la opción de entrar en el fútbol profesional, por la previsión de formar parte de un proyecto estable y con futuro, y por contar en su cuerpo técnico con el entrenador que siendo un niño le enroló en el Stuttgart. Medio millón de euros fue el precio por el que Joshua fue fichado por el RB Leipzig, aunque el Stuttgart se guardó una opción de recompra.
Llegó a Leipzig a la vez que otro joven prometedor, el delantero danés Yussuf Poulsen, con quien trabó una amistad que aun hoy perdura. Aunque le costó diez partidos ganarse la confianza del técnico Alexander Zorniger, en la undécima jornada disputó su primera media hora en el fútbol profesional. Desde ese momento no abandonó la titularidad como pivote o interior en el medio campo del equipo de Leipzig, con el que logró el ascenso a la segunda división germana.
En su segunda campaña en Leipzig, la 2014 / 2015, continuó como titular del centro del campo de los toros rojos, y si bien no consiguieron el ascenso a la Bundesliga 1, fue el año de su debut en la selección sub 21 y la oportunidad para terminar de llamar la atención de equipos poderosos. Pero ya en la segunda jornada de esa temporada, el técnico de un importante equipo de la Bundesliga se acercó a verle jugar en directo, ya que le habían recomendado a Kimmich como una de las promesas más importantes de Alemania y como una pieza perfecta para el tipo de fútbol que buscaba. Ese técnico que se desplazó al estadio del Munich 1860 para ver jugar a un chaval de 19 años era un tal Pep Guardiola y el equipo que le seguía era, como no, el todopoderoso Bayern.
Pronto el técnico catalán se percató de que ahí había madera para cincelar a un futbolista que le ayudara a desarrollar las esencias de su forma de ver el fútbol en tierras bávaras. Al verano siguiente, tras ejercer el Stuttgart la opción de recompra de 1’5 millones de euros que tenía sobre Kimmich, su antiguo club hizo negocio vendiéndolo al gigante alemán por 7 millones más.

Con 20 años debutaba en la Bundesliga con el Bayern de Munich de la mano de Guardiola. Empezó alternando más suplencias que titularidades, como es normal para un jugador de su edad recién llegado a un trasatlántico como es el Bayern, con más presencias en el centro del campo pero asomando alguna vez ya como lateral derecho, hasta mitad de temporada. Tras el parón navideño, los problemas con los centrales del entonces líder de la Bundesliga obligaron a Guardiola a probar al joven Kimmich en ese puesto. Su entrega, sus ganas de aprender y su inteligencia para comprender el juego, hicieron que pronto se acoplara también a ese puesto con tal brillantez, que al final de la temporada Löw le hizo debutar como central con la selección alemana.
Ese año levantó Liga y Copa alemanas como central titular en casi toda la segunda mitad del curso, y alcanzaron las semifinales de la Champions, cayendo ante el Atlético de Madrid sin que Kimmich disputara un solo minuto. Para el recuerdo queda, tras el empate a cero en Liga ante el Dortmund, la encendida charla sobre el cesped que Guardiola le dio. Lo que en principio se entendió como una bronca, no era más que la forma en la que el maestro demostraba gran confianza en su pupilo, haciéndole ver los detalles en los que había fallado para que aprendiera y siguiera creciendo.
Ese crecimiento se confirmó en verano, cuando se hizo con la titularidad, como lateral derecho de su selección, desde el tercer partido de la Eurocopa disputada en Francia en 2016. Aquella selección alcanzó las semifinales, cayendo ante la anfitriona, con el joven Joshua como uno de sus referentes. Igual que en el Bayern, del tren de la selección tampoco se volvería a bajar, lo que demuestra una personalidad y tenacidad no muy vistas en un jugador tan joven.
En la 2016/17 llegaba Carlo Ancelotti al banquillo bávaro, quedándose Kimmich sin Guardiola, su principal mentor. A pesar de que participó en la mayoría de los partidos de la temporada, en muchas ocasiones entró como suplente o fue sustituido. Esto provocó que a la altura del mes de Marzo, cuando ya se adivinaba que el entrenador italiano no era especialmente querido en el vestuario del Bayern, reclamara públicamente más minutos haciendo valer la posibilidad de ser utilizado en varias posiciones. Aunque con el técnico italiano jugó más a menudo como mediocentro, siguió siendo un comodín utilizado en ocasiones como pivote defensivo, como lateral derecho, como interior derecho y, de nuevo, como central ocasional. A pesar de las disputas internas, el equipo se proclamó claramente campeón de la Bundesliga y logró la Supercopa alemana. A la vuelta de una victoria en la Copa Confederaciones que le confirmó como uno de los jugadores con más futuro de Europa, al poco de arrancar la campaña 17/18, Ancelotti fue destituido, llegando como interino un antiguo lateral derecho del Bayern, el francés Willy Sagnol.

A pesar de que, algunos meses antes, Sagnol dijo no ver claro a Kimmich como lateral, en el único partido en el que le dirigió le situó en esa posición. Pocos días después, Heynckes se hizo cargo hasta final de temporada, reforzando su rol de lateral derecho con especiales atribuciones en lo que se refiere a salida de balón y manejo del ritmo del partido. Si Guardiola fue el padre futbolístico del nuevo Kimmich, Heynckes fue quien le consagró. El técnico alemán le designó como lo que muchos auguraban, el sucesor del mítico Lahm, le fijó en la posición de lateral, con menos uso de su versatilidad que en anteriores temporadas, y Kimmich respondió siendo uno de los mejores del equipo en la temporada.
Mostró su gran interés por aprender y su jerarquía como jugador de mucha personalidad. Declaró que, a sus 22 años, no necesita ser capitán para opinar sobre la marcha del equipo y siempre agradeció los consejos de su técnico, indicando en una entrevista a los medios oficiales de su club que era una gran suerte, a su corta edad, haber tenido ya a entrenadores como Heynckes, Guardiola y Ancelotti.
A pesar de su gran año y de volver a alzar el título de la Bundesliga, no consiguió rematarlo como le hubiera gustado. Marcó en los dos partidos de semifinales ante el Real Madrid, pero no fue suficiente. Dio una asistencia en la final de Copa, pero el Eintracht sorprendió alzando el título. Y, para cerrar, tras haber llevado el brazalete de capitán en algún partido de la fase de clasificación, formó parte importante de la desastrosa selección alemana que se estrelló en el Mundial de Rusia.
Esta temporada, con Niko Kovac al cargo, arrancó goleando en la Supercopa al Eintracht que les aguó el final de la pasada campaña. Empezó la Bundesliga bien, pero pronto llegaron las dudas. El Dortmund apretaba y parecía que al Bayern se le escapaba el título, Kovac le pasó del lateral derecho al centro del campo y fue fundamental para equilibrar el equipo y darle confianza. No solo él, sino otros como Goretzka o Gnabry, han sido jóvenes polivalentes esta temporada en manos del croata. Con un Kimmich que ha tomado en positivo el reto de jugar en posiciones tan diferentes y que el equipo tuviera ese bache al principio de temporada, los bávaros se encuentran con cuatro puntos de ventaja a dos partidos del final de la competición.
Su victoria del sábado ante el Hannover, 3-1 con una nueva asistencia de Kimmich (nada menos que 13 en esta temporada), y el empate del Dortmund en Bremen, les deja el título en la mano. Tras haber caído en Champions frente al Liverpool, curiosamente con Kimmich sancionado, el 25 de Mayo tendrá la final de Copa frente a su exequipo, el RB Leipzig, para buscar el doblete.
El futuro de Joshua Kimmich solo puede ser tan halagüeño como su presente. Líder en su selección y líder en uno de los clubes más grandes de Europa, a pesar de haber renovado hace un año hasta 2023, no deja de aparecer cada cierto tiempo el interés del Barça, donde gusta y cuadra «filosóficamente» su forma de jugar. Tal vez por su relación con Guardiola, ha quedado ese continuo run run azulgrana en el futuro de Kimmich, algo así como el Sergi Roberto de la Selva Negra.

Un jugador con un hambre y una capacidad de aprendizaje brutal, estamos ante uno de los jugadores con más futuro de Europa, sin techo conocido. Además, la técnica y el físico le acompañan para llegar a lo que quiere, que en una persona con tanta ambición, será lo máximo.