Estamos acostumbrados a jugadores como Haaland o Mbappé, que con apenas 20 años ya parecen estrellas consagradas. A fijarnos en estrellas (que a veces acaban estrelladas) que ocupan portadas siendo casi adolescentes. Jugadores que cambian su club de formación por equipos grandes, millonada mediante, con apenas media temporada en la élite. Pero no todos los casos son iguales.
En ocasiones aparecen figuras de cocción más lenta. Que necesitan algo más para alcanzar el culmen de sus virtudes. Ya sea un entrenador que sepa sacarles rendimiento, o una situación que despierte ese resorte mental necesario para desarrollarte y explotar. Ese es el caso de Jack Grealish, mediapunta del Aston Villa, que a sus 25 años está aprovechando la buena temporada de su equipo para demostrar su valía al gran público.
Así juega Jack Grealish
Para quien no le conozca, Jack Grealish es un mediapunta. Número 10 y capitán del Aston Villa, encaja con lo que explicaba hace un par de días en un estupendo artículo de esta página mi compañero Alexandre Iglesias. Ha tenido que, de alguna manera, reconvertirse para partir desde banda izquierda, cuando hace unos años, su hábitat natural hubiera sido el del trequartista típico.
Aunque no llega al 1’80 metros, Grealish da aspecto de jugador potente. De fuerte estructura corporal, su ligereza de movimientos contrasta con su cuerpo. En ese sentido, y aunque las comparaciones siempre sean odiosas, podría recordar a Ceballos o (para los más mayores) a Caminero. Jugadores cuyo manejo del balón no cuadra con el estereotipo físico del habilidoso.
Con el balón en los pies es rápido, muestra un extraordinario manejo, regateador y, sobre todo, persistentemente vertical. Su desvergüenza roza la cabezonería e incluso, la temeridad. Si aun no le han visto jugar, no se pierdan su planta. Su peinado con media melena por arriba y rapado por los lados hace que luzca al viento cuando agarra el balón y busca a quién driblar. Sus medias bajadas nos transportan a los años 80 y muestran unas espinillas que parecen decir «ven a por mi» a los defensas rivales.

Pero Grealish es indomable. Resulta muy difícil frenarle cuando consigue arrancar, ni siquiera con faltas. Algo menos peligroso si recibe de espaldas, cuando coge el balón de frente al área rival, siempre busca que pase algo. Como decíamos antes, suele arrancar desde banda izquierda, pero prácticamente siempre conduciendo con la pierna derecha en diagonal hacia el área. Eso sí, Grealish es un majestuoso regateador, pero no lo que todos conocemos como un «chupón». Conduce con la cabeza levantada para buscar a sus compañeros, resultando magistral a la hora de asistir. Preciso, es capaz de encontrar a sus compañeros en posiciones complicadas, presentando balones muy favorables para la definición.
Cuesta mucho decidir si de Grealish resultan más atractivos los regates o los pases que es capaz de dar. De cualquier manera, con el manejo de ambas suertes, es capaz de romper defensas. Pero es que, además, es goleador. Ya sea picando al espacio para plantarse ante el portero con velocidad, ya sea por su golpeo preciso y seco, ha anotado ya varios goles espectaculares. Incluso con la izquierda. No diría que es ambidiestro, ya que se le nota mucha preferencia por la pierna derecha, pero no reniega de hacer uso de su pierna izquierda si la situación lo requiere, con notable habilidad.
Si resulta rápido con el balón en los pies, destacaría de él una virtud que me parece fundamental y poco común. Es capaz de unir habilidad y rapidez con buenas decisiones. Su manejo corporal y coordinación posibilitan que, tras salir de varios regates a alta velocidad, o tras una esprint hacia la portería rival, es capaz de mostrar frialdad para definir con sutileza o meter un pase por el ojo de una aguja que se ajuste al movimiento de un compañero.
De él ha dicho el portero argentino Emiliano Martínez, compañero de Grealish en Aston Villa, que es como Messi pero diestro. Aunque, personalmente, aun me parezca una herejía, entiendo el sentido de la definición. Es inteligente, preciso, tiene peligro en conducción desde banda al centro. Es capaz de dar pases casi imposibles y tiene gol, son virtudes parecidas a las del argentino del Barça. Puede ser útil para hacerse una idea de cómo es su juego.
Pequeña biografía de Jack Grealish
Jack Grealish nació en Birmingham (Inglaterra), el 10 de septiembre de 1995. Desde pequeño tuvo claro que sus colores eran los del equipo más destacado de su ciudad natal, el Aston Villa. Aunque hemos empezado diciendo que su salto al estrellato ha sido un poco tardío, no siempre fue así. Con solo seis años, ya jugaba en un equipo de barrio con niños de ocho años, entre ellos su hermano. Y tanto destacaba ya, a pesar de la diferencia de edad, que con esa edad el Aston Villa le reclutó para su cantera.
Fijo en todas las categorías inferiores de la selección irlandesa (nacionalidad que asumió de su abuelo), con 20 años cambió la sub 21 de Eire por la de Inglaterra. Aun le costaría cuatro años más llegar a la absoluta de los pross, con la que aun ha disputado solo tres partidos desde septiembre del año pasado. Pero parece que Southgate no se olvidará fácilmente de su nombre.

Con 18 años recién cumplidos salió cedido desde el Aston Villa al Notts County, de la League One, donde se forjó para regresar a Birmingham en la siguiente temporada. En el club de su ciudad, en la temporada 14/15, pudo disputar varios partidos de Premier League, aunque rara vez desde el inicio y sin demasiada regularidad.
La siguiente campaña, la 15/16, fue un verdadero suplicio para un chico de 20 años. El que tendría que ser el curso de su explosión, arrancó con una polémica foto durante sus vacaciones veraniegas en Tenerife. Grealish fue portada en los tabloides sensacionalistas tras ser retratado dormido y completamente borracho en plena calle. Una imagen poco halagüeña para un joven futbolista profesional.
Fue el preludio de una temporada plagada de lesiones en la que Grealish ostentó el curioso récord de cosechar 16 derrotas en los 16 partidos que pudo disputar. El final de una campaña así no pudo ser otro que el dramático descenso de la Premier, por primera vez en su historia, del Aston Villa. Jack Grealish, con 21 años, parecía un juguete roto en un equipo destrozado.
Los tres años de los villanos en Championship, le sirvieron para progresar como futbolista e ir centrando su comportamiento. Sobre todo con la llegada del técnico Dean Smith en 2018. A pesar de una lesión que le tuvo dos meses parado, la espectacular recta final del Aston Villa en la campaña 18/19 llevó a Grealish al candelero y a la capitanía, y al equipo de vuelta a la Premier. Parte del protagonismo de ese ascenso se lo llevaron las botas de Grealish. Supersticioso, el jugador quiso usar las mismas botas hasta final de temporada porque pensaba que le daban suerte. Al partido final por el ascenso llegaron completamente peladas y rajadas, pero cumplieron con su función cabalística.
En esa campaña de vuelta al primer nivel del fútbol inglés, el equipo sufrió para salvarse a última hora. Pero con Grealish dejando números notables, ocho goles y seis asistencias, lograron salvarse. Para ello, fue importante la conjura, comandada por el capitán Grealish, para ayudar a su querido entrenador. La triste noticia del fallecimiento del padre del técnico, llevó al equipo a unirse para lograr eludir el descenso. Tal vez esta gran relación con Dean Smith también fue importante para que no saliera de Birmingham el verano pasado.
No obstante, tampoco esta primera gran temporada en la élite iba a estar exenta de polémica. Durante el confinamiento decretado en Gran Bretaña, Grealish tuvo un accidente de tráfico en el que dañó varios vehículos al circular bajo los efectos del alcohol. De un acto reprobable, surgió una respuesta madura del jugador. Rápidamente dio la cara explicando en redes sociales lo sucedido, pidiendo disculpas, arrepintiéndose por su mal comportamiento y pidiendo a todos sus aficionados que no hicieran lo mismo que él.

La gran temporada soñada
Y así, con 25 años ya, le llega este curso a Grealish la oportunidad de mostrarse como un jugador importante en el ámbito de las grandes ligas europeas. Le llega de la mano de una temporada brillante de todo su equipo. El Aston Villa se ha colado en la pelea por los puestos europeos. Con Grealish al mando y compañeros a muy buen nivel, como el central Mings, McGinn y Ross Barkley en la medular, o el delantero Ollie Watkins, con quien coordina movimientos a la perfección.
Jack Grealish ha roto el techo de cristal de las superestrellas y los números lo demuestran. Lleva anotados la nada despreciable cifra de seis goles. Es el segundo máximo asistente del fútbol inglés, con diez pases de gol. Su sociedad con Watkins, a quien ha repartido cuatro asistencias, es la segunda más efectiva de la Premier. Solo por detrás de las nueve asistencias de Kane a Son. Tiene una precisión en los pases del 83%, superior a jugadores como De Bruyne, Bruno Fernandes o Harry Kane, que también juegan en el tercio ofensivo del campo.
En lo que los ingleses llaman pases clave (Key passes), es decir, pases que terminan con un tiro a puerta de un compañero, es el primero de su liga con 3’4 por partido. También lidera las faltas recibidas (4’5 por partido) y es tercero en regates, con 2’8 por partido.
Todos estos datos ilustran lo que antes hemos definido de su manera de jugar y demuestran que estamos ante un futbolista de altísimo nivel. Ya que, además, no solo es el valor cuantitativo, sino el plus estético que aporta a esos datos.
Un futuro incierto
A pesar de haber sonado para casi todos los grandes británicos (con especial interés por parte del Arsenal), e incluso para los sempiternos Barça y Real Madrid, Grealish sigue en el equipo de su vida, con contrato hasta 2025.
Ya sea por el romanticismo de seguir con su entrenador fetiche, sea porque su club no estará dispuesto a venderlo a un precio barato, o bien porque su cierta propensión a la polémica no anime del todo a los clubes que pudieran pagar su fichaje, Grealish continúa en su Birmingham natal.

Aunque en el fútbol actual, todo debería apuntar hacia un cambio de aires en el próximo verano, resulta bonito pensar que podemos estar ante uno de esos casos de one club man. De futbolista que desoye los cantos de sirena de los que le ofrecen dinero y títulos para disfrutar en el equipo con el que soñó triunfar siendo un niño.
Puede que una clasificación europea le animara a continuar una temporada más. Aunque en un mercado donde prima mucho la juventud, seguir un curso más supondría salir casi con 27 años. Esa es una edad que empieza a ser límite para que consideren hacer un desembolso importante los clubes poderosos.
Sea donde sea, disfrutaremos de sus medias bajadas, su valentía indomable al encarar y su visión de juego. Jack Grealish, un futbolista por el que merece la pena pagar una entrada.