Luis Enrique vuelve al cargo de seleccionador nacional y esta noticia creo que le alegra a la inmensa mayoría de los aficionados al balompié. El motivo por el que dejó el banquillo de España era de tal magnitud que todos comprendimos la decisión del asturiano y muchos deseábamos que, tarde o temprano, volviera a coger las riendas de la selección. Ese momento ha llegado, pero la gestión que se ha hecho del regreso de Luis Enrique ha sido infame, nefasta y ridícula.
No se entiende ni el momento ni las formas elegidas para tratar este asunto. Todo se debería haber llevado con más discreción, haber tenido más tacto con Robert Moreno y no dar la mala imagen ofrecida en los últimos días. Luis Rubiales parece empañado en cubrirse de gloria y en las últimas semanas se está ganando a pulso la enemistad de la opinión pública.
Tras su incomprensible explicación argumentando la elección de Arabia Saudí como sede la Supercopa de España (lo de que con este torneo se ayudará a la igualdad de las mujeres en el país árabe es delirante y un insulto a la inteligencia) nos sale ahora con esta puñalada por la espalda a Robert Moreno.

Hay cosas que no cuadran. No se entiende que si en septiembre Robert Moreno dijo que estaría encantado de dar un paso al lado si Luis Enrique decidiera volver ahora no haga eso. Había que tener en cuenta algo muy común que ocurre en todos los puestos y cargos poderosos: la lucha de egos.
Según apuntan varios medios de comunicación, los máximos responsables de la RFEF no estaban muy contentos con la forma en la que Robert Moreno ha gestionado la disciplina y el orden de mando del vestuario, criticando que los jugadores han hecho y desecho a su antojo con la connivencia del ex seleccionador. Esta situación no ocurriría con Luis Enrique, al que consideran un entrenador con un fuerte carácter y que mantiene a raya a los futbolistas, que saben que él es el que lleva el timón del barco y el encargado de establecer las normas e indicar las órdenes.

Lo que no es de recibo son las formas elegidas para resolver todo este entramado. Insisto que yo veo bien el regreso de Luis Enrique, lo considero necesario y beneficioso para la selección. Me parece un entrenador más capacitado que Robert Moreno y el cambio, a priori, es para mejor.
Sin embargo, la forma ruin, mezquina y cobarde con la que han despachado al técnico catalán dejan mucho que desear. Luis Rubiales ha actuado a espaldas de él, lo mismo que en su día hicieron Florentino Pérez y Julen Lopetegui a escasos días del debut de España en el Mundial de Rusia. Ahora el presidente de la RFEF actúa de la misma forma barriobajera, dejando a las claras que no es de fiar.
Lo anteriormente expuesto es mi opinión y lo que creo que ha ocurrido en todo este galimatías. Este mediodía Luis Rubiales y José Francisco Molina han dado sus explicaciones y su versión del asunto, culpando en exclusividad a Robert Moreno de no aceptar el retorno pactado de Luis Enrique. La argumentación oficial de la RFEF me parece una tomadura de pelo, llena de falsedades e incongruencias. Pretender que nos creamos que todo se ha precipitado en las últimas horas es pensar que somos unos ingenuos y que no estamos ya curados de espantos.