Anoche el PSG certificó un nuevo desastre europeo. Quinta eliminación en octavos de final en las últimas siete temporadas. Por el camino, proyectos faraónicos construidos a base de talonario gracias a saltarse el fair play financiero de manera sistemática.
Tuchel, Laurent Blanc, Emery, Pochettino, Christophe Galtier, han sido varios los dueños del banquillo parisino que no han conseguido, ya sea por falta de liderazgo o simplemente de capacidades técnicas, dar con la tecla que haga del conjunto francés un equipo.
Tras el dispendio realizado, principalmente en su tridente atacante, los resultados a nivel europeo no se sostienen. Por un lado tenemos a Neymar, un futbolista condenado eternamente a estar en un claro segundo escalón y a quien su carrera le está pasando por delante de su cara sin ser ni siquiera consciente. Un tobillo maldito y una actitud por momentos poco profesional han convertido al que parecía sucesor de los Cristiano y Messi en un jugador vulgar con sueldo de excelencia.

El siguiente en la ecuación es Lionel Messi. Dejó el club de su vida atendiendo a los cantos de los petrodólares y con la fijación de volver a ganar una Champions que se le resiste desde que la conquistara por última vez en mayo de 2015. Ocho temporadas sin volver a levantar la «orejona» es demasiado en el palmarés de un futbolista que parece haberse saciado con la reciente conquista del cetro Mundial.
Y finalmente tenemos a Kilian Mbappe quien, al igual que el astro argentino, pasó desapercibido en el partido de ayer. El francés toreó al Madrid para ser coronado como el Rey Midas de París. Rico en su cuenta, pobre en Champions. Lo peor lo sufriremos ahora los aficionados y es que comienzan de nuevo las campañas con el tic-tac para su fichaje definitivo por los de Chamartín.
Llama también la atención la pésima planificación de una plantilla que terminó jugándose el pase a cuartos con futbolistas sin apenas experiencia como El Chadaille Bitshiabu o Warren Zaïre-Emery. Descompensación y poca calidad en la segunda unidad han vuelto a condenar a los parisinos.
Dicho lo cual, enfrente tuvo un señor equipo que si le respetan las lesiones es el claro favorito para ganar esta competición. Soy consciente de que el lector se preguntará cómo puedo hacer semejante afirmación estando el Madrid todavía en liza. Lo hago simplemente porque al contrario de lo que le sucedió al propio PSG o al City de Guardiola, los alemanes tienen un cuajo en Europa comparable al del equipo blanco por lo que me cuesta creer que la presión del Bernabéu hiciera la menor mella. Y encima es que juegan que da gusto verlos con unos centrales, De Ligt y Upamecano, que parecen haber encontrado la regularidad deseada.
En definitiva, gran partido de los muniqueses, derrota del PSG y victoria del fútbol que se empeña en demostrar la necesidad de algo más que millones para alcanzar ciertas cotas.
Sin tener nada en contra y con el máximo o respeto hacia el PSG me he alegrado de la nueva debacle en Europa porque lo considero como el enemigo del romanticismo en el fútbol,que aún residualmente late en muchos aficionados,y además sirve de ejemplo de cómo el dinero no basta para hacer competitivo a un equipo.Del otro tema,aunque teóricamente el Bayer sea favorito en la Champion, mientras el Madrid esté vivo se merece contar con él.
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