De poco se puede hablar hoy en el ámbito futbolístico que no se trate de lo ocurrido anoche en el Santiago Bernabeu. Ayer, el Real Madrid sucumbía ante un valiente Ajax en la única competición en la que los blancos guardaban ciertas posibilidades, la Champions League, su competición fetiche. Las pocas opciones de tocar plata y asear la temporada para un equipo de la exigencia del Real Madrid pasaban por la competición europea. Sin embargo, lejos de enfundarse el traje ganador al que nos tenía acostumbrados en Europa, el equipo volvió a mostrar el flojo nivel de Liga. El mismo juego que ha hecho a Carvajal calificar el curso como «una temporada de mierda». Esto hace que el conjunto merengue diga prácticamente adiós a la temporada en marzo. Y eso que habría que remontarse a años funestos para recordar a un Madrid sin opciones a estas alturas del calendario. Sólo le queda, y no es poco de cara a la planificación del próximo año, la pelea por un puesto Champions en una liga bastante atípica.
No obstante, una pequeña parte de la afición blanca le habrá vislumbrado el lado positivo a este fracaso. Que haya sido total, sin paliativos no deja otra opción a la directiva que preparar una revolución para el próximo curso. Esta catarsis acelerará una remodelación que debió llegar antes pero que se pospuso gracias al éxito de Zidane en Champions. Ahora ya no hay excusas para tomar profundas decisiones y volver a configurar un equipo ganador. Esta falta de planificación de la que ha pecado el conjunto merengue este año ha sido un factor decisivo para cosechar este fracaso. Empezando por el banquillo, donde la espantada de Zidane era todo un síntoma. El francés, con los deberes más que hechos, intuyó que éste sería un año difícil, de transición, y decidió no continuar. ¡Menuda inteligencia la de Zizou!

Aunque no fue el único entrenador que dio calabazas a Florentino, cayéndose de las quinielas de verano todos los favoritos. Por ello, el presidente decidió apostar por Lopetegui en pleno Mundial, lo que supuso un enfrentamiento con la Federación y una polémica de meses. De hecho, muchos piensan que aquella tarde en la que Lopetegui entre lágrimas fue presentado en el palco del Bernabeu empezó el desastre. Pues no sólo se granjeó así la enemistad de medio país sino que se demostró la ineptitud del exseleccionador para dirigir todo un Real Madrid. Cesado Lopetegui, Solari, el recambio que había a mano, quién si no se ofrecería, ha cosechado resultados correctos para lo que se encontró al aterrizar en el vestuario del primer equipo. Pero Solari no es dios, y pedirle a un técnico tan inexperto solventar retos como todo un Barça en Copa del Rey o un gran Ajax en Champions era muy pretencioso.
A la vista está que el flaco, por su parte, no ha estado a la altura de las exigencias y no será el entrenador blanco el próximo año. Además de no dar con la tecla en el juego, quizás por la falta de preparación, no ha sabido tampoco gestionar el capital humano de una plantilla repleta de egos. De hecho, son varios fuegos los que arden en el vestuario y no ha podido extinguir el preparador argentino. Casos de Marcelo, Kroos y fundamentalmente el de Isco, que no han ayudado en el devenir deportivo del equipo.

Falta de planificación, siesta en los laureles Champions, ausencia de un entrenador de nivel… todos estos elementos han contribuido al desastre. Sin embargo, hay un factor decisivo con el que muchos justifican la debacle: la marcha de Cristiano Ronaldo. El poderío goleador del luso no ha encontrado sustituto ni en la plantilla anterior (Benzema, Bale) ni en los discretos fichajes (Mariano). Por todos es sabida la dependencia de la que el equipo adolecía en cuanto al crack. El esquema táctico ha ido perdiendo fuelle en los últimos años para centrar casi todo el sistema en el olfato del de Madeira. En resumen, en los últimos tiempos el conjunto blanco vivía de Cristiano y si Benzema y Bale nunca pudieron estar a su nivel, este año tampoco iba ser diferente.
Por lo tanto, la candidez de creer que los secundarios iban hacerse con los galones de la estrella perdida deja muchas críticas sobre la dirección deportiva blanca. Para mayor gravedad, el presunto sustituto fichado en verano, Mariano, no es que no haya estado a la altura del siete sino que ni siquiera tiene minutos en la rotaciones. Quizás la grandeza del Real Madrid las últimas temporadas se concentraba en la figura de un crack como CR7, y sin una estrella así, sin jugar a nada, es muy difícil mantenerse con los grandes.
Por todas estas razones y tras sufrir un descalabro monumental en una sola semana debemos asistir a una restructuración total. Habrá que pensar más en crear (a base de talonario) un proyecto ganador que en la cacareada reforma del estadio. Vinicius debe liberarlo pero necesitará muchos y buenos escuderos. Y por supuesto, un delantero a la altura de la exigencia blanca. Se augura un verano movidito en Valdebebas, cargado de fichajes y ventas de jugadores que no dieron la talla. El objetivo: que cualquier parecido entre el nuevo Real Madrid y el actual sea mera coincidencia. Porque éste, el primer Madrid sin CR7, está muerto. Game Over.