Volvió el Fútbol Club Barcelona de Bilbao lleno de dudas y miedos. San Mamés es un campo complicado, en el que el público aprieta y el Athletic demuestra su garra y su fuerza, pero lo que se presenció el domingo hace temblar al seguidor culé. En un momento crucial de la temporada, en la que te juegas los títulos, el Barça naufragó, y a pesar de mantenerse a flote, las olas y esa mala corriente en la que parece instalado amenazan con llevarlo al fondo del abismo
Cuatro años seguidos llevaba el Barça ganando en San Mamés. Y este año ha empatado. Y no solo ha empatado, sino que empató con un juego lamentable y sin marcar un gol. Y no solamente eso, sino que el Barça acabó el partido disparando menos que el Athletic, con menos saques de esquina, con menos ocasiones, y besando las manos de un Ter Stegen que volvió a demostrar que es el mejor portero de la actualidad, y en camino de convertirse en el mejor portero de la historia club catalán.
El partido en San Mamés dió alas a los detractores de Valverde desde la elección del 11 inicial. No se entiende mucho que tras la venta de Digne no se confíe en el joven Miranda, y en el que caso de que se considere que todavía está verde, no buscaran un suplente de garantías para Alba en verano o en invierno. No se entiende tampoco un centro del campo blaugrana sin al menos un jugador que sepa marcar el ritmo del juego, y aunque es difícil ahora imaginar un sustituto que no haga echar de menos al lesionado Arthur, es fácil prever que el tándem Rakitic-Vidal puede tener dificultades a la hora de hacer circular el balón. Y luego está el dilema Coutinho.

Philippe Coutinho dejó de ser Philippe Coutinho precisamente contra el Athletic en el Camp Nou. A partir de ese día se ha ido arrastrando por los campos de la Liga, mostrando una actitud lamentable, incluso molesta. Es difícil aceptar que el jugador más caro de la historia del club, llamado a recoger el testigo de Iniesta o de Neymar, se retirase el domingo del campo sin haber chutado a puerta, sin apenas haber intentado desbordar, y mostrando pocas ganas y poco compromiso. Su partido fue tan flojo que incluso Dembélé, que apenas jugó un cuarto de hora, tuvo más protagonismo que el brasileño en el resumen de la Liga. ¿Qué le pasa a Coutinho? No lo sabemos. Lo desconocemos. Pero está claro que algo le pasa y no es nada bueno.
Así, mientras el Barça de hoy se sube al carro tirado por Messi, esperando que Dembélé recupere la forma tras la última lesión, y deseando que vuelva pronto Arthur para dar sentido al juego blaugrana, las dudas van creciendo. La cuestionable planificación de la plantilla, recosida a parches con Murillo y Boateng, deja en evidencia a jugadores que fueron mucho para el equipo, pero que ahora parecen haber envejecido de golpe. Sin relevos para darles descanso, las piernas se vuelven lentas y la cabeza se nubla. Y el cariño que se les tuvo, y que todavía se les tiene, se torna partido a partido en una mezcla de hastío, incomprensión y cansancio. A mitad de temporada muchos culés ya miran el próximo año con la ilusión que transmite Frenkie de Jong para llevar el timón del centro, la esperanza de que Todibo cuestione la titularidad de Piqué, y las ganas de que llegue un goleador como el joven Jovic para entenderse con Messi tan bien como lo ha hecho Suárez durante estos años.