El 15 de noviembre ya no volverá a ser un día más en el frío calendario finlandés. No será otro de esos más en los que el sol se esconde a las 15:30 para desplomar el mercurio hasta varios grados bajo cero. Porque esa jornada, hace menos de dos semanas, quedará marcada en las retinas de los más de cinco millones de personas que pueblan el país nórdico. Aunque quizás en bastantes menos, si tenemos en cuenta que el fútbol compite allí en inferioridad frente al hockey hielo, el motor y los deportes de invierno en general. Pero puede que ahora sí, el fútbol se abra paso entre la nieve.

Porque la selección de fútbol de Finlandia ha hecho historia. Se ha clasificado por primera vez para una gran cita, la Eurocopa de 2020. Y aunque muchos resten mérito con obviedades como el accesible cupo de 24 equipos participantes o el encuadre en un grupo con rivales como Grecia y Bosnia Herzegovina, se trata de toda una hazaña para los búhos reales, su singular sobrenombre. Se convertirá el próximo verano en la selección número 34 en disputar el torneo continental y desde aquí vamos a analizar por qué.
Poca experiencia
Por no decir ninguna. El bagaje histórico de los finlandeses se resume a la participación en cuatro juegos olímpicos. La más exitosa se remonta a 1912, donde rozaron la medalla de bronce. En las tres siguientes ni siquiera pasó de la primera ronda, siendo la última ocasión hace ya cuarenta años. Sí han tenido más protagonismo las selecciones inferiores, que, aunque sin éxito, han aparecido en algún Mundial sub-20 (2009) y Eurocopa sub-21. Pero en cuanto a la categoría absoluta, la corta veteranía de los fineses en este tipo de citas puede resultar uno de sus handicaps más importantes.

No obstante, lo más curioso es que el hito no llegara en otro momento. Porque si hubo nombre que puso a Finlandia en el mapa futbolístico, ese fue el de Jari Litmanen. El mediapunta es y será por mucho tiempo la mayor leyenda que ha dado el balompié patrio. Una Champions con el Ajax, donde reinó en los 90, una UEFA con el Liverpool y hasta un Balón de Bronce le avalan. Y los que lo acompañaban no eran cojos. En esa selección noventera cubría la meta Jaaskelainen, defendía Sami Hyypia y poco después llegaría Mikael Forsell para el gol. Y aun así, su mejor generación de futbolistas, de largo, no fue suficiente para ver a Finlandia competir al más alto nivel. Hasta ahora.
Una Liga desconocida
Pero antes de hablar de los protagonistas de este éxito, hemos de valorarlo en su contexto. Y es que no sólo es humilde el periplo histórico de la selección finesa. Su Liga nacional, la Veikkausliiga, conocida así por el patrocinio de la lotería estatal, apenas trasciende sus fronteras.
El torneo, conformado por doce equipos participantes, tiene su origen en el no muy lejano 1990, cuando se terminó por profesionalizar. Y al igual que sucede en latitudes similares (Suecia, Noruega, etc.) se inicia en primavera y concluye en otoño, lo que dificulta la competitividad con el resto de países, tanto a nivel de clubes en Champions o Europa League, como a nivel de selecciones.

De hecho, sus dos máximos referentes, el HJK Helsinki y el KuPS Kuopio, apenas han sonado en los torneos UEFA. Es más, el mayor hito internacional del equipo capitalino, dominador absoluto de la competición doméstica, es una participación hace ya veinte años en la fase de grupos de la Champions League.
Por su parte, el Kuopio se hizo sorprendentemente con el último título liguero hace un mes tras dos años ocupando el podio. Para ello, el formato de la competición exige terminar entre los seis primeros la fase regular de 22 jornadas disputadas entre los 12 clubes participantes y vencer en la liguilla posterior entre los clasificados.
Los héroes de Helsinki
Por todo lo expuesto, pertenece a la épica lo conseguido por el combinado finlandés, un conjunto de hombres, no de nombres. Aunque entre ellos, sobresale Teemu Pukki. Sus goles han sido el pasaporte a la élite de Finlandia. Una antigua promesa del Sevilla Atlético que no ha tenido una carrera fácil.
De Nervión tuvo que volver a casa para impulsarse hacia otro gran escenario, la Bundesliga. Acostumbrado al rol de delantero suplente tanto en el Schalke 04 como en el Celtic, volvió a recular para hacerse el tanque que hoy es en el Brondby danés. Hasta que hace un año y medio, el modesto Norwich City le diera la oportunidad de lograr el pichichi de la segunda inglesa y por ende, debutar en la Premier League. Sus diez goles en otros tantos partidos de clasificación para la Euro hablan de su protagonismo en esta selección.

Pero aunque sea el que acapare más flashes, Pukki no es el único culpable del éxito finlandés. De hecho, la proyección internacional la comparte normalmente con Lukas Hradecky, portero titular del Bayer Leverkusen, todo un equipo Champions. En defensa destacan los veteranos Joona Toivio, central del Häcken sueco, y el lateral derecho Jukka Raitala, un trotamundos asentado en Estados Unidos previo paso por Osasuna. En la medular resalta el músculo que pone Glen Kamara, pivote que triunfa en Escocia tras salir de la cantera gunner, la dirección del capitán Tim Sparv y la polivalencia de Robin Lod, que jugó el año pasado en la Liga Smartbank con el Sporting.
Un maestro en el banquillo
Pocos conocen al director de orquesta de esta gesta. Y es que la carrera de Markku Kanerva como central no atravesó el Báltico. Tras colgar las botas aquejado por múltiples lesiones, este maestro de primaria decidió comenzar su periplo por los banquillos. Pronto se hizo con la dirección de la selección sub-21, un puesto desde el que plasmar sus competencias docentes en el desarrollo de las nuevas hornadas de talentos finlandeses.
Fue en esa etapa cuando coincidió con el bloque que ahora ha llevado a la gloria, y quizás esa familiaridad sea una de las causas. Eso y la perseverancia de quien se llevó cinco años como asistente, a la par que achicaba aguas como interino, esperando la oportunidad que disfruta desde 2016.
Desde Finlandia se apunta que su método se centra más en lo psicológico que en lo deportivo. Y, como no podría ser de otra manera, que pone en práctica conceptos como la autoevaluación a la hora de mejorar las prestaciones del equipo. Estrategias que compensan sobremanera la debilidad técnica del equipo, dando preeminencia al otro esférico, la cabeza. Tanto es así, que desde el punto de vista táctico, el esquema se fija en un clásico 1-4-4-2. Sólo ante Italia decidió Kanerva reforzar la defensa con un tercer central.
A partir de ahí, pocas complicaciones en defensa, mucho trabajo en el centro del campo y algunas variantes a la hora de acompañar a Pukki en la delantera.

Estos son el camino y las pertenencias con las que Finlandia se presentará el próximo verano ante el gran público. Y seguro que en algún bolsillo de la maleta se encuentra el ejemplo de Islandia. Aquel del que un servidor escribió hace cinco años, augurando el éxito que se traduciría en su debut consecutivo en la Eurocopa de 2016 y el Mundial de 2018. Aún queda mucho camino por recorrer para una selección que hace dos años se situaba en el puesto 110 del ranking FIFA ¿Estaremos ante la segunda revelación venida del frío?