En mayo de 2020 nos dejaba un tal José Roberto Figueroa Padilla. Había dedicado los últimos años de su vida a realizar la labor de taxista en la californiana ciudad de San Francisco. Quizá muy pocos de los que se subieron a su taxi sabían que el conductor era, tal vez, el mejor futbolista que había dado Honduras en su historia balompédica y, sin duda, uno de los mejores que ha defendido la camiseta, entre otros, del Real Murcia, club donde más se le recuerda.
No en vano, el «Macho» Figueroa (así se le apodó) es aún hoy el máximo goleador de la historia pimentonera en Primera División, con 22 goles marcados en las temporadas 83/84 y 84/85. Cierto es que en las últimas décadas el cuadro murciano no se ha prodigado mucho en la máxima categoría, pero ello no le resta mérito al récord del hondureño, toda vez que la trayectoria murcianista en Primera cuenta con 18 temporadas hasta la fecha.
El Mundial 82 como trampolín a Europa

Roberto Figueroa, un auténtico cañonero (siempre será recordado por esa faceta de imprimir una fuerza bestial a sus disparos), nació en la localidad de Olanchito en 1958. Inició su carrera profesional en el CD Vida, de la ciudad de La Ceiba, en el año 1977. Fue parte esencial de la mejor época de la historia de tal equipo, fundado en 1940. No en vano, su primer título de Liga llegó precisamente en 1981, con el «Macho» como titular habitual en sus onces. Sus actuaciones en el equipo le abrieron las puertas de la selección de Honduras, una de las modestas de la CONCACAF, en 1980.
Pocos podían imaginar que Honduras iba a hacer historia, y de qué manera, clasificándose para el Mundial de España de 1982. En el grupo inicial fue campeona sobre El Salvador (donde jugaba el inolvidable «Mágico» González) y Guatemala, Costa Rica y Panamá. Ello le valió el derecho a clasificarse para el torneo final, disputado en terreno local, y donde ganó a Haití, Cuba y Canadá antes de cosechar sendos empates ante El Salvador y México. Salvadoreños y hondureños apearon a la favorita México de la cita española. Roberto Figueroa anotó 13 goles en toda la fase clasificatoria y Honduras acudió a un Mundial por primera vez.
Lejos de ser comparsa en un grupo donde quedó encuadrada junto a la anfitriona España, la siempre potente Yugoslavia e Irlanda del Norte, la selección centroamericana aguó la fiesta del debut de la Roja en su Mundial. El 16 de junio de 1982, Honduras se adelantó ante un nervioso equipo español merced a un gol de Zelaya. Solo un penalti transformado en la segunda mitad por López Ufarte evitó la derrota local. Un nuevo empate a uno ante Irlanda del Norte habría permitido a los hondureños de pasar de ronda de haber ganado su último partido ante Yugoslavia, pero perdieron por la mínima en La Romareda. Figueroa participó en los 3 partidos hondureños, aunque no marcó ningún gol.
La trayectoria de Figueroa con Honduras cuenta con 28 partidos y 14 goles.
Roberto Figueroa y el Real Murcia

Su papel en el Mundial de 1982 en tierras españolas hizo que el Real Murcia se fijase en el jugador y lo incorporase aquel mismo verano. El 26 de julio se cerró el fichaje por 15 millones de pesetas. Figueroa se uniría a otros jugadores emblemáticos de aquella gran etapa pimentonera como Moyano, Guina, Vidaña, Del Barrio, entre otros.
En la 82/83, el Real Murcia, entrenado por Eusebio Ríos, fue campeón destacado de Segunda División. El «Macho» Figueroa disputó 30 partidos en los que anotó 14 goles, convirtiéndose así en el máximo artillero del conjunto grana y contribuyendo a un ascenso brillante.
En la 83/84, ya en Primera y bajo la misma batuta técnica, el club pimentonero realizó su mejor campaña hasta la fecha. Si bien el 11º lugar final no parece brillante, fue más bien debido a un tramo final irregular. En la primera vuelta estuvo bastantes jornadas en la parte alta de la tabla, algo inédito para el Murcia en la máxima categoría. Figueroa disputó 29 partidos y logró 11 goles, siendo nuevamente máximo goleador del equipo.
La 84/85 fue un cúmulo de desgracias para el club en forma de lesiones y la irregularidad fue la tónica dominante, así, descendió a Segunda siendo colista. Campillo sustituyó a Ríos los dos últimos meses de torneo, pero no sirvió de gran cosa. Con todo, Figueroa se mantuvo en sus 11 goles, esta vez en 25 partidos.
En la 85/86, a la postre la última de Roberto Figueroa en el club de La Condomina, la despedida fue por todo lo alto. Y es que el Murcia fue de nuevo campeón destacado de Segunda. 15 goles en 27 partidos fueron los números logrados por el cañonero hondureño. Se volvía a Primera División… pero no lo haría así el «Macho».
En total, Figueroa disputó 111 partidos con la camiseta grana en Liga, en los que logró 51 goles.
Rumbo a Alicante

El 14 de julio de 1986 se confirmaba la noticia del fichaje de Figueroa por el Hércules. El conjunto de Alicante acababa de descender a Segunda División. El objetivo no era otro que volver cuanto antes a Primera División y para ello se contaba con los goles del delantero hondureño.
Pero la 86/87 fue muy gris para el club alicantino, muy lejos del objetivo del ascenso e irregular en lo deportivo. Sin embargo, Figueroa logró unos números muy similares a los que venía consiguiendo en Murcia, con 11 goles en 31 partidos.
Peor fueron las cosas en la 87/88, Figueroa perdió la titularidad (solo 2 tantos en 14 encuentros disputados) y el Hércules descendió a Segunda B por primera vez en su historia.
Roberto Figueroa vuelve a Honduras
En el verano de 1988, Figueroa cerraría su regreso al fútbol hondureño tras seis temporadas en España. Lo hizo llegando al CD Motagua. En 1989 fichó por el Sport Cartaginés de Costa Rica y finalmente, en 1990, se retiraría en su primer club, el CD Vida, con 32 años.
Tras su retirada, emigró a Estados Unidos. El 11 de noviembre 2006 el Real Murcia disputó su último partido como local en la vieja Condomina con motivo de su encuentro de Liga ante el Poli Ejido, en Segunda División. Cabe destacar que, antes del encuentro, Roberto Figueroa y Guina hicieron el saque de honor, estando invitados entre otras leyendas del club grana como homenaje.
Otra bonita historia de un jugador cuyo recuerdo merece la pena airearlo y darle un lugar en la historia del fútbol.
0