Pocos mundillos son tan oscilobatientes como el del fútbol. Hoy te idolatro; mañana, ya veremos. Y el nivel de exigencia de algunas aficiones de la Liga (y algunos periodistas) raya la locura. Ríete tú de las jornadas de 12 ó 14 horas de las grandes consultoras… Tengo tantos ejemplos a mano de esta misma temporada que no sabría por dónde empezar. Pero miento, sí sé por donde empezar…
Hace unas semanas, un viaje de trabajo me llevó hasta Valencia. En esa semana el Valencia ya era una de las sensaciones de la competición y marchaba en segundo lugar; el Levante, por su parte, ocupaba la 14ª plaza. Estoy seguro de que plantillas y entrenadores, directivas y un buen puñado de aficionados firmaban ya estos puestos para el final de la Liga. Pero siempre hay alguien para que el que todo es poco.
Salgo del hotel y tomo un taxi que debe llevarme al lugar donde debía impartir un seminario. Mientras tanto, en la radio del taxi una tertulia deportiva desgranaba las andanzas de los dos equipos valencianos. Y de repente, para mi sorpresa, oigo a un tertuliano decir lo siguiente: «Teniendo en cuenta la calidad de las plantillas de ambos equipos, tiene mucho más mérito la clasificación del Levante que la del Valencia». Ojo al dato, que diría el Súper. El Valencia iba segundo en ese momento de la Liga. Es decir, que según el tertuliano de lujo de esa emisora, el Valencia tiene realmente plantilla para ganar la Liga. Nadie de sus compañeros de tertulia se le tiró encima por la barbaridad que acababa de decir, e incluso dos o tres corroboraron ese parecer.

Bajo del taxi, y entro en un bar para tomar un café mientras llega la hora de empezar las clases. Pido mi café, y pego la hebra para escuchar la conversación de unos aficionados que están sentados a mi lado. Hablan del Valencia. No lo ven claro. Marcelino no les gusta porque es muy defensivo (2º equipo más goleador de la Liga), Parejo no corre todo lo que debe y Zaza es muy chulo (bueno, ahí quizá no les falte razón) e «italiano». Me doy cuenta en ese momento que no hay un banquillo más complicado en España que el del Valencia.
Subimos un poco más al noreste, y llegamos hasta Barcelona. Después de una pretemporada algo titubeante, en la que muchos (yo el primero) manejaban las dudas sobre la capacidad de Valverde de comandar un equipo como el Barcelona y gestionar la salida de Neymar, ahora el equipo marcha líder de la Liga, es el mejor ataque y la mejor defensa de la competición, y ha asegurado la primera posición de su grupo de Champions con una jornada de antelación. Pues bien, resulta que el Barça del Txingurri aburre. Ya quisiera yo que mi Athletic me aburriera de esa forma, y no como lo está haciendo este año. Pero no penséis que vamos a dejar de escuchar pronto esa cantinela…
Ahora nos desplazamos hasta la capital de España. Allí Diego Pablo Simeone dirige al At. de Madrid desde la temporada 2011-12. El Cholo asumió la dirección de los colchoneros después de 16 jornadas, cuando el equipo que por aquel entonces entrenaba Gregorio Manzano era 11º en Liga. Desde la llegada del argentino al banquillo rojiblanco, el At. de Madrid ha vivido una época gloriosa: ha ganado desde entonces una Liga, una Copa del Rey, una Supercopa de España y otra de Europa y una Europa League, y ha sido subcampeón de la Champions en dos ocasiones. Estos logros, con esos dos gigantes llamados Real Madrid y Barcelona en la misma competición, tienen un mérito incuestionable.
Podríamos decir, incluso, que la comunión del Cholo con la grada roza extremos casi religiosos. Es algo que va más allá del mero amor… Los cánticos en su apoyo son una constante y la imagen de Simeone recorriendo la banda del Calderón a la vez que alzaba sus brazos espasmódicamente, pidiendo a la grada que animara, animara y no parara de animar eran el pan nuestro de cada día.

Pero toda historia de amor tiene sus desavenencias. El inicio de esta temporada no ha tenido la brillantez de otros años. El equipo rojiblanco no ha estado tan acertado de cara al gol como en otras temporadas (tampoco el juego ofensivo ni de combinación ha sido una de su señas de identidad con Simeone al frente), sus delanteros (Griezmann, Gameiro, Torres, Correa, Carrasco…) han empezado con una sequía goleadora algo alarmante. Sin embargo, la defensa sigue funcionando perfectamente (6 goles encajados en 13 partidos). En Champions, eso sí, esa falta de gol la van a pagar quedando excluidos de los octavos de final por primera vez desde que llegó Simeone. Y de momento, en España siguen invictos.
Pues bien, ya son varios los aficionados que claman por la finalización del ciclo del Cholo. Que si lleva muchos años, que si es un ciclo que está agotado… Esos mismos no se dan cuenta que el Atleti tiene la misma plantilla del año pasado, que no ha podido fichar por la sanción de la UEFA y que, en fin… Aún así va tercero (a ocho puntos del Barça, eso sí…) pero para la hinchada rojiblanca, eso ya no basta.
Me temo que las aficiones, como sucede en líneas generales con el nuevo cliente del siglo XXI, se ha vuelto más y más y mucho más exigente. Y esa exigencia roza, en muchos casos, la extravagancia de aquel que en noventa minutos es capaz de defender a voces una cosa y la contraria sin rubor alguno. Esto es España. La contradicción pura. Sin problemas, oiga…