Jugando a ser Nostradamus, acéptenme el juego, no tengo futuro. Recuerdo que en alguno de mis artículos pasados no concedí a Getafe y Alavés, craso error, la entidad suficiente como para considerarlos candidatos al cuarto puesto. Pues vaya si lo son.
Esta liga, que en otras variables parece muy decantada, por mucho que Santiago Solari no la dé por perdida, se guardaba un as en la manga para mantenernos bien atentos. Resulta que, nada más y nada menos, se va a jugar un cuarto puesto, un puesto que da acceso directo a jugar la Champions League del año que viene, entre un ramillete de seis o siete equipos, lo que no es poco.
La terrible racha de resultados, y de juego, y de confianza, en la que el Sevilla está zozobrando, ha dilapidado una cómoda ventaja (recordemos que no hace tanto se le postulaba como alternativa al campeonato de Liga) hasta el punto de que ya solo tiene uno de ventaja sobre los solidísimos Getafe y Alavés. Hagamos un breve juicio del estado clasificatorio y de sus ocupantes.
En la cuarta plaza está un Sevilla que por desgracia comienza a ser conocido. Se habla de un equipo que resucita a los muertos (partidos contra Athletic, Celta y el reciente contra el Villarreal), pero también de un equipo endeble y pusilánime en estadios complicados, un equipo menor cuando juega fuera del Sánchez Pizjuán. Pues es todo esto y más. En 2019 solo ha ganado, estamos hablando de La Liga, al Levante, efectivamente jugando en Nervión, así que fíjense si del feudo sevillista vuelan puntos. Muchos. Su trayectoria no invita al optimismo.
El Getafe es un equipo que sabe nadar y guardar la ropa. Con una delantera notable, experimentada y con olfato, y un sistema férreo y ordenado, es un equipo incómodo para el oponente y con mucha pólvora. Aumenta su gusto por los partidos a medida que sus rivales le cogen asco. En definitiva, llevan con el mismo libreto de director varias temporadas y eso se nota. Mucho tendrían que cambiar las cosas para que no estén luchando ahí hasta el final.
Me sorprende mucho más la trayectoria del Alavés. En el mercado invernal han perdido a dos de sus puntales, Ibai Gómez y Rubén Sobrino. Pero ahí siguen. Quizás les está costando un poco más, pero es que empezaron la temporada a un nivel muy alto. De todas formas, sus enseñas de trabajo y solidaridad están claras. El trabajo del Pitu Abelardo es de diez.

Tras ellos, en la séptima plaza aparece una Real Sociedad pujante. Un equipo al que el cambio de entrenador sí le ha funcionado. Su trayectoria con Manolo Alguacil es claramente ascendente y son un equipo con buenos jugadores. Los William José, Januzaj, Illarramendi, Oyarzábal… no conocen la derrota en 2019, no tienen torneos europeos que les nublen el objetivo, se les supone un escalón por encima de sus dos predecesores en cuanto a calidad. Muchos factores en su favor.
En octavo lugar aparece un Betis sin resultados (en liga). Muchos dicen que es el equipo que mejor juega de la Liga, por encima del Barcelona. Esos halagos a su entrenador le encantan. Vean el partido contra el Leganés. Ese también es su juego. Y otros muchos. Los resultados, por muy estilista que se sea, mandan. Es un equipo construido para estas batallas que sólo llega a ser vistoso cuando se deshace de los encorsetados principios de su líder. Cuando hacen correr el balón en vertical y no en horizontal. Eso sí, tiene tres frentes abiertos y en todos está muy vivo. Y en Liga tienen tiempo. De momento solo dos victorias en 2019, las dos en casa. Pero con mejores síntomas que sus vecinos.
Tras el Betis, otro equipo construido para pelear más arriba en Liga es el Valencia. Está pagando su irregular inicio y su escalada, aunque constante, no termina de ser explosiva. Poco podemos descubrir de una de las plantillas más completas de La Liga. Como mínimo van a pelear la clasificación para la Champions y seguro que el aficionado che no esperaba esto hace unas semanas. El Valencia, como el Betis, va a por las dos competiciones por eliminatorias. Cuando la plata se huele los esfuerzos se concentran. Pero es que la cuarta plaza es plata de la buena también.
Después aparecen el Éibar, el Levante, el Leganés, el Espanyol, el Athletic… ninguno descolgado en exceso de los puestos altos, pero que deben también mirar para los puestos de descenso, la otra gran batalla que se va a librar en los meses venideros y que las claras mejorías de Rayo Vallecano y Huesca van a poner al rojo vivo. Muy mala pinta en este apartado tiene el Celta de Vigo. Pero Aspas es un luchador nato. Ese carácter se tiene que contagiar. Eludir el descenso añadirá una tensión dramática al tercio final de liga brutal. Nadie va a dar un punto por perdido y los esfuerzos este año, en los que finalmente no hay ningún equipo descolgado, van a ser extenuantes. Si miran la clasificación hay catorce puntos entre el penúltimo y la Champions. Del cuarto al segundo hay diez puntos. Al primero, diecisiete.

A mi lo de que la Liga española es la mejor del mundo solo me parece un eslogan. Un argumento de ventas con una base poco sólida, pero muchos medios para que cale en la población. Para mi, qué quieren que les diga, una Liga con tres equipos (uno de ellos en crisis) muy superiores a los demás y mucha clase media muy igualada y algún que otro mal equipo tiene su interés, sí, pero cuando observo a la competencia me entran todos los complejos. Supongo que habrá adeptos a La Liga más optimistas que yo.
En definitiva, que nadie se despiste porque auguro grandes batacazos, por arriba y por abajo. O grandes sorpresas, por darle un cariz positivo. El premio puede ser muy suculento y el castigo puede ser el peor de los destinos. De todas formas, mis augurios suelen ser malos, no por malvados, sino por errados. Si ya os digo yo que como Nostradamus tengo poco futuro, o ninguno, más o menos como algún que otro entrenador que yo me sé.