Esta expresión muy utilizada en el ámbito militar al salir de guardia sin ningún incentivo, sin pena ni gloria, y sólo con la satisfacción del mínimo objetivo conseguido. Este es el sentimiento que han debido experimentar los jugadores y el entrenador de la selección nacional de fútbol, Luis Enrique, tras sucumbir ante la danza del vientre de la selección marroquí, que los hipnotizó durante todo el partido de octavos de final de este Mundial de Qatar.
Un partido trabado, lento e impreciso con la bandera del tiki – taka como juego fundamental de nuestros jugadores, y el oficio bien aprendido de los internacionales marroquíes preparados siempre para salir rápidamente cabalgando a la contra buscando un gol al contraataque. Con una posesión aplastante que nunca garantiza la victoria, los nuestros con falta de rápidez, precisión y buscando huecos por el interior, siguieron jugando a lo mismo de hace 20 años. Lo que se está convirtiendo ya en el tiki – kaka, que todas las selecciones a las que nos enfrentamos ya conocen; y por lo cual nos tienen tomada la medida.
La defensa de la selección marroquí, perfecta y organizada, sin fisuras, no daba lugar a la sorpresa. Mientras los nuestros se obcecaban en el plano y cansino tiki – kaka, el tiempo iba pasando y los nuestros no eran capaces de buscar una alternativa real y factible de gol. David se iba haciendo fuerte, mientras Goliat cada minuto que pasaba más débil, inoperante y básico en ataque.
Finalmente, tras llegar a la tanda de penaltis, David lanzó tres ondas al gigante Goliat, formado por Luis Enrique y sus jugadores, que impactaron directamente en el corazón de la selección española y todos los aficionados de nuestro país. Una vez más, tras las ilusionantes perspectivas proyectadas por el polifacético entrenador, comunicador y streamer Luis Enrique, nos hizo levantarnos con las cabezas cabizbajas del sofá.

Lección para el futuro
Una persona culta tiene la capacidad de adaptarse a todos los niveles comunicativos culturales que se le pueden presentar en su vida cotidiana. Sin perder su nivel, es capaz de adaptarse al otro para hablar de tú a tú. Cosa que nuestra selección no ha sabido hacer ni interpretar a lo largo de todo el partido, queriendo hacer valer su idiosincrasia plana y desgastada del mismo juego de siempre.
Confiemos en la madurez de este joven grupo de jugadores y en la del propio seleccionador, que a buen seguro nos van a permitir vivir ilusionantes momentos y celebrar grandes victorias, como ya lo hicieron otros, en un futuro no muy lejano. De momento, un buen voto de confianza al grupo y unas palabras de ánimo para ellos, que vuelven a casa por navidad como el turrón, al menos con la satisfacción del mínimo deber profesional cumplido.
Una forma de ver lo ocurrido,pero hay otras lecturas menos conformistas o más realistas.El resultado de nuestro seleccionado y selecccionador ha sido decepcionante,ha ido claramente de más a menos con un juego anodino y aburrido,juego de salón sin efectividad alguna y que incluso ha oscurecido a nuestras individualidades perdidas en un tela de araña que ellos mismos construían y los lanzamientos que culminaron el desastre impropios de profesionales de primer nivel,sin desmerecer la actuación de Bono que sí supo responder como el magnífico portero que es.
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