España vuelve a encontrarse a Chipre en un partido de clasificación europeo. En Granada, el combinado chipriota intentará capear el temporal que se le viene encima. Cada visita a la península ha significado un carro de goles en contra. La última vez fueron 8, destacando un hat trick de Ismael Urzáiz y un doblete de Julen Guerrero.
Aquel partido se jugó el 8 de septiembre de 1999. Significó el pase a la fase final de la Eurocopa 2000 de Países Bajos y Bélgica. La prensa lo vendió como una gran hazaña. Los periodistas estaban enamorados de José Antonio Camacho y su España de las goleadas. Ante Austria fueron 9 goles. También fueron 9 contra San Marino. Y ahora caía Chipre con 8 en el saco.
España era la cuarta selección clasificada para la Eurocopa del nuevo milenio. Sin contar a los anfitriones, tan solo se les había adelantado Suecia, la República Checa y Noruega. En un grupo completado por Israel, los españoles ejercieron una gran superioridad. En 8 partidos marcaron 42 goles y sus rivales tan solo fueron capaces de romper 5 veces sus redes.
A pesar de ello, todos esos goles no significaron un pleno de victorias. Una mancha emborronaba lo que debía haber sido un expediente inmaculado. Parte de la euforia de la prensa por esa clasificación se explica por ese suceso acaecido un año antes. No era otro que la derrota de España en Chipre, en el que fue el último partido de Javier Clemente como seleccionador español.
Es bien sabido que la prensa no tragaba a Javier Clemente, excepto su amigo José María García. No había noche en la que José Ramón de la Morena y su equipo no pusieran en duda las capacidades del de Barakaldo. El patapum p’arriba metió a España en el Mundial de Estados Unidos de 1994, en la Eurocopa de Inglaterra de 1996 y en el Mundial de Francia de 1998, pero el juego y los resultados finales dejaban mucho que desear.
En Chipre todavía celebran el 5 de septiembre de 1998. El 3-2 final significó uno de los mayores ridículos de la historia futbolística de España. Con una alineación sin ningún centrocampista, el equipo naufragó ante una selección de semiprofesionales. La prensa no dejó escapar su gran oportunidad y hasta José María García pidió la dimisión de Clemente.
Tras ese terrible maremoto, la Real Federación Española de Fútbol se dobló ante la prensa de Madrid: designó a José Antonio Camacho como seleccionador. A partir de ahí, todo fueron elogios y peloteo (salvando las distancias, es una reacción similar a lo que ocurrió tras la marcha de Luis Enrique). A la selección llegaron jugadores que trataban con cariño el balón. El juego mejoró y los goles llegaban a borbotones. Sin embargo, a pesar de ese gran romance, faltaba mucho para ver resultados en los grandes torneos, pero eso ya es otra historia.
Retazos de la peripecias de una Selección,la Española,que casi siempre ha tenido borrones y rozado el ridículo,cuando no lo lo ha superado,y las menos ha asombrado por hazañas imprevisibles pero sí soñadas.Las reacciones de medios y aficionados ante el devenir de jugadores,cuerpo técnico y directivos,en un tema tan pasional como el fútbol,son el fiel reflejo de la sociedad y de nuestro carácter caliente y más impulsivo que reflexivo
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