Tiempo de revivir las emociones que ya vivimos en 2010. España, es de nuevo, campeona del Mundo de fútbol. El combinado femenino consigue su estrella de campeonas en su tercera participación histórica en un Mundial. En la primera ocasión en la que se presentaba con opciones de hacer algo bonito, cazó el título.
Gracias a un eficaz juego combinativo, la alta calidad de sus jugadoras y una notabilísima personalidad en los momentos importantes, España se llevó un merecido título que da continuidad a los logrados en las categorías inferiores y al brillo del FC Barcelona en la élite de los clubes europeos.
El partido
¿Qué decir del partido? Pues que fue una demostración de seriedad y buen hacer de las españolas, que en el primer tiempo bloquearon la creación de las inglesas con gran trabajo en el centro del campo. A la habitual función de recuperadora de Teresa Abelleira, se unió un trabajo excelente de Aitana Bonmatí (a la postre, Balón de Oro del campeonato), reforzado por la atención de Jennifer Hermoso sobre Toone y la inclusión de Mariona Caldentey para crear superioridad en la medular.
Para desplegarse, poco a poco se fueron soltando las laterales Olga Carmona y Ona Batllé. Bonmatí, Hermoso y Caldentey triangulaban con la mejor tradición del fútbol español. La profundidad era cosa de la superioridad física de Salma Paralluelo y las apariciones siempre oportunas de Alba Redondo, la indetectable, que tuvo la primera gran ocasión del partido en la que no pudo apuntar a un punto diferente de la portería que el que ocupaba la guardameta Mary Earps.
Las pocas veces que Inglaterra se acercaba al área española, Laia Codina e Irene Paredes estaban concentradas al 110% para frenar a las potentes y peligrosas Russo y Hemp. Incluso cuando ellas no podían, Cata Coll, a pesar de su cortísima experiencia, demostró su calidad y buen hacer, pero también su personalidad.
Un estupendo trabajo coral el de España, como a lo largo de todo el campeonato, completado hoy con los tres cambios. Una Oihane Hernández que ayudó a frenar los mejores momentos de las inglesas, la capitana Ivana Andrés que supo entrar a tope sin calentar en un partido de tanta tensión cuando se lesionó Codina y una Alexia Putellas que ha sabido cumplir con el rol que le ha reservado su larga lesión.
El momento clave llegó a la media hora, cuando Olga se desplegó por banda izquierda, recogió el balón en el área y lo cruzo ante Mary Earps encontrando el único rincón posible. Uno de esos momentos que jamás olvidaremos en la historia del fútbol. Pero es que España siguió siendo superior, tuvo buenas ocasiones, incluso un penalti con más suspense del necesario en su señalización y que Hermoso no pudo concretar. Pero apenas sufrió, ni siquiera en el larguísimo descuento de un cuarto de hora que finalizaba con Cata Coll atrapando arriba con autoridad un córner.
Un día para celebrar
Entonces explotaba la locura del festejo, con las jugadoras desatadas, con la Infanta Sofía y la Reina Letizia dejando de lado el protocolo y con Rubiales un poco pasado de vueltas. Pero todo esto ya lo saben ustedes, y a ninguno se nos va a olvidar jamás. Hoy, es el día de celebrar el triunfo conseguido, pero también es un día para no olvidar todo el camino previo.
Hoy es el día para recordar a Conchi Sánchez, para que nunca más la llamemos Conchi Amancio, porque antes de Alexia Putellas o Aitana Bonmatí, ya tuvimos a una de las mejores del mundo de su época. Junto con ella, a aquella selección «clandestina» de los años 70, no reconocida por una Federación (hasta 1.983 no auspició a una selección femenina) cuyo presidente en aquel momento, Pérez Payá, decía que «no le hacía mucha gracia que las mujeres jugaran al fútbol», o que «les sentaba mejor cualquier traje regional que el de futbolista».
Es un día para ir al mítico campo del Boetticher, en el madrileño barrio de Villaverde, a celebrar que un buen día de 1.970, el Mercacredit y el Sizam jugaran el primer partido de fútbol entre equipos femeninos de España. Aquel por el que su organizador, y precursor de aquella primera selección clandestina, Rafael Muga, tuvo que dar explicaciones a la Guardia Civil en el cuartelillo. Incluso puede ser un día para recordar aquellas lamentables chuflas de «Folclóricas contra Finolis», partidillos entre artistas de la época, o a la película «Las Ibéricas FC» que flaco favor hacían al aun ni incipiente fútbol femenino de los 70.
Pero no hay que irse tan lejos. Puede ser buen día para acordarse del ínclito José Mª García, que hace pocos años decía aquello de que ni siquiera llegaban al área cuando tiraban un córner (¿este hombre vería algún partido antes de decir eso?), o a aquellos que pusieron de moda el lema de que el fútbol femenino no es ni fútbol ni femenino. Que el olvido les dé digna sepultura.
Pero prefiero acordarme de nombres como los de Ana Ruiz Mitxelena, Mar Prieto, Arantza del Puerto, que no pudieron tener la trascendencia suficiente para ser un referente claro de las Marta Torrejón, Leire Landa, Melani Serrano, Celia Jiménez, Nuria Bermúdez, Amanda Sampedro, Vicky Losada, Priscila Borja y, como no, Vero Boquete, que representaron a España en su primer Mundial, hace solo ocho años.
Incluso es un buen día para recordar la rebeldía de «las 15», que luego quedaron en 12. Su renuncia, con más o menos razón, seguramente ha sido útil de alguna manera para este triunfo, del que no hay que quitar ni un ápice de mérito a Jorge Vilda y su equipo. Pero esa rebeldía es intrínseca al fútbol femenino, como la de la selección española de aquel Mundial de 2015, la del Barça de hace un par de temporadas, algunas jugadoras del Alhama en la pasada temporada, o las seleccionadas de Zambia, Noruega o Italia durante este Mundial.
Esa rebeldía es parte de la personalidad que infieren las mujeres al fútbol, como lo es la pérdida del tabú de la homosexualidad, tan llamativo en el masculino, o la lucha por terminar con las ridículas preguntas y reportajes de algunos pseudoperiodistas sobre sus parejas o su forma de vestir. Por suerte, se van desterrando.
Tal vez tenga relación con el hecho de que hablamos de un fútbol en el que la proporción de jugadoras con estudios superiores es mucho más alta que en el masculino. En el que algunas profesionales abandonan antes de tiempo para ejercer otros trabajos, porque no siempre es el fútbol su salida más rentable. Lo que está claro es que hablamos de pasión por una profesión, no de una forma fácil de conseguir fama y fortuna, con una diferencia de sueldos aun abismal.
Hablamos de madres, como Irene Paredes o Ivana Andrés, que llevan a sus hijos a la concentración del Mundial. Incluso de madres biológicas, que tienen que buscar la manera de compaginar dicha maternidad con su carrera. También de ejemplos como el de Virginia Torrecilla y su extrema lucha por seguir adelante. Pero también de las siete veces mayor probabilidad que tienen las mujeres respecto a los hombres de romperse el ligamento cruzado de la rodilla, la lesión más temida por cualquier profesional.
Un fútbol con jugadoras que pueden pasar una hora después de un partido, ganen o pierdan, charlando de tu a tu con los aficionados, haciéndose fotos con los niños y firmando mil autógrafos si son necesarios. Yo he visto a una campeona del Mundo como Eva Navarro regalarle sus botas a mi hija sin conocernos de nada. Porque acercarse al fútbol femenino es acercarse de verdad al fútbol, sin filtros de Instagram ni falsedades marketinianas.
Pero también es un deporte de padres y madres que cuentan como sus hijas de nueve o diez años aun tienen que escuchar barbaridades cuando se enfrentan (y superan) a rivales de equipos masculinos. Sirva este triunfo para generar referentes que ayuden a esas niñas y que protejan a esos otros niños de ser malcriados por padres irrespetuosos. También sirva de homenaje, como no, al padre de Irene Paredes, recientemente fallecido, y a la escalofriante historia del padre de Olga Carmona, cuyo deceso se produjo escasas horas antes de la final.
Este triunfo no es un hecho aislado. Es casi un primer paso, grandioso e inimaginable primer paso, que augura continuidad. Somos campeonas de Europa y del Mundo sub 20. Cata Coll, Ona Batllé, Olga Carmona, Laia Codina, Oihane Hernández, Tere Abelleira, Eva Navarro o Salma Paralluelo no pasan de los 25 años. Por detrás vienen Txell Font, Inma Gabarro, Júlia Bartel, Fiamma Benítez, Ana Tejada o Andrea Medina pisando fuerte.
Pero lo más importante no es que mañana ya veamos a tantas niñas como niños jugando en un parque detrás del balón, sino que, gracias a este triunfo, esas niñas y niños ya no quieran ser Mbappé, sino Salma Paralluelo.
Enhorabuena chicas. Nadie jamás osará ya a quitaros lo que es vuestro.
Si enhorabuena porque este campeonato es y será el impulso definitivo que se necesitaba para salvar muchos prejuicios y mucha ironía negativa, que aún contamina la práctica femenina del fútbol,y que ha dejado sin argumentos a quienes lo utilizaban,esto tiene ya muy poco recorrido gracias a las Campeonas,por eso también hay que agradecérselo.
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