La selección española venció ayer en la tercera edición de la UEFA Nations League, cuya fase final se ha disputado en Países Bajos. Lo hizo al derrotar en la tanda de penaltis a Croacia tras el 0-0 de los 120 minutos disputados. El título llega tras solo cuatro partidos de la era de Luis de la Fuente al frente del combinado. A pesar de ser claramente un título menor, es solamente el quinto triunfo de la selección absoluta, por tanto, debe tener una importancia histórica inmediatamente inferior a la del Mundial y las tres Eurocopas conseguidas.
No esperen grandes fiestas en las plazas del país, no esperen el partido en vídeo en los principales periódicos, no nos compraremos la camiseta ni las bufandas conmemorativas de la final de ayer, ni iremos al aeropuerto a recibir a los héroes. Pero no le restemos importancia. No es uno de los títulos clásicos de toda la vida, que son los que más gustan. No deja de ser un invento relativamente reciente creado para sustituir a la anterior pléyade de amistosos insulsos. Para los que nos gusta el fútbol de selecciones, no deja de ser una bendición dar de lado a esas interminables sucesiones de cambios frente a rivales ignotos que eran los amistosos, por una serie de partidos contra rivales de nivel similar con un fin competitivo.
Pero sobre todo no le restemos importancia porque venimos de once años de sequía y decepciones. Y porque en el fútbol solo gana uno cada competición y nunca es fácil. Habremos ganado algo similar a lo que podría ser una Supercopa en el fútbol de clubes, pero somos los que la hemos ganado, a todos los demás les habría gustado estar en nuestro lugar ahora mismo. Además, está quedando un palmarés bonito en esta Nations League. La primera edición fue para la Portugal por entonces campeona de Europa, la siguiente para una Francia que era campeona del Mundo, y esta tercera para España, única selección que ha logrado llegar a dos finales de este torneo. Démosle su justa medida al logro.
Torneo este, por cierto, que sufrirá pequeñas modificaciones de cara a la siguiente edición. Habrá promociones entre las diferentes ligas que posibilitarán más ascensos y descensos, así como una ronda de cuartos de final que hará que los dos primeros de cada grupo tengan opción de alcanzar la final four. Cambios que personalmente no me convencen, pero que veremos cómo afectan al discurrir de esta aun joven competición.
En cuanto al partido, para el espectador neutral tuvo muy poco que contar. Fue lo que entendemos normalmente para una final. Partido más bien cerrado, controlado, de pocas ocasiones. El 0-0 final fue digno reflejo de lo sucedido en el campo.
De entrada, destacar algunas cosas de la alineación española. En portería se asienta Unai Simón, ante la duda que quedaba sobre cuál sería el portero elegido por Luis de la Fuente. Los centrales franceses parece que ganan peso. Las nacionalizaciones son algo normal y legítimo, pero da algo de pena tener que forzar la maquinaria burocrática para atraer a jugadores que en otras épocas muy probablemente habrían estado lejos de ser titulares, sobre todo Le Normand. Optó por los laterales veteranos, Navas y el capitán Jordi Alba. Un eje del centro del campo que me suena como lo más interesantes de esta Roja: Fabián y Rodrigo. Con nombres y, si me apuran, estética de dúo de cantautores de los 70, tienen fútbol y personalidad para comandar un bonito viaje. Veremos cuando llegue Pedri cómo se acopla. Seguramente lo hará unos metros más adelante, dónde ayer vimos a Gavi. Los tres de arriba pueden ser los que más debate generen en cada convocatoria futura. De momento ayer partieron Yéremi, Asensio y Morata.
Por parte de Croacia, la presencia imperial de Modric siempre parece opacar la alta utilidad de bastantes jugadores en este combinado. Sus compañeros en el centro del campo, sin ir más lejos, Brozovic y Kovacic son sin duda alguna tops mundiales en sus puestos. Cuenta con un buen portero, Livakovic, de esos que tienen tardes milagrosas, y también un buen lateral derecho como es Juranovic. Un poco más flojo en zona de centrales, ayer con Sutalo y Erlic, en el lateral izquierdo formó un jugador nunca suficientemente bien ponderado. Perisic es un futbolista versátil, trabajador, potente, con olfato para generar y rematar jugadas de gol, y de calidad contrastada. El tridente de ataque, formado por tres jugadores con llegada a gol, pero tal vez con el déficit de un goleador nato. Pasalic, Ivanusec y Kramaric.
La buena presión alta de ambos conjuntos dificultó que el juego fluyera, sobre todo en el primer tiempo. Las salidas de balón eran complejas y no se trenzaba fútbol combinativo. Se vieron algunas llegadas, ocasiones no muy flagrantes, pero entre el desacierto de los delanteros o el acierto de los defensas (sobre todo en una acción de Laporte, que cruzó ante Kramaric cuando encaraba a Unai), no fueron más que disparos de fogueo. Eso sí, con mayor sensación de peligro en los croatas. Con más colmillo cuando se acercaban al área rival. La impecable distribución de Modric y las progresiones de Juranovic o Perisic eran el camino.
Con el paso de los minutos, aunque los croatas aparentaban mejor situación física, España iba dominando mejor el encuentro. Los cambios además ayudaron a los de La Roja. Ansu Fati estuvo incisivo encontrando el hueco entre el lateral y el central. Dani Olmo, sin mucho acierto, también dio sensación de peligro. Joselu tampoco encontró balón, pero la movilidad de todos ellos abrió huecos que Asensio aprovechaba. Rodri seguía mandando en el medio y la salida de Merino le dio un nuevo aire a la medular. Incluso Carvajal, al entrar por Navas, frenó mejor a Perisic, que estaba haciendo sufrir mucho al sevillano.
Así, tanto en los últimos minutos como a lo largo de la prórroga, las mejores ocasiones fueron para los españoles. Sobre todo el balón que remató Fati desde la frontal del área pequeña a cinco minutos para el 90, pero que Perisic desvió en la misma línea de gol.
Así llegamos a los penaltis. Algo tiene esta selección croata que acostumbra a alargar los partidos y llevarlos una y otra vez a esta suerte de lotería que no lo es. Nada de azar, o que se lo digan a Unai Simón. El portero vasco detuvo el cuarto, lanzado por Majer, pero España no pudo rematar la tanda ni deteniendo el quinto de Perisic y anotando el quinto propio, que Laporte estrelló en el larguero. Tuvo que ser en el primero de la muerte súbita. Con Unai de nuevo vestido de superhéroe para detener el lanzamiento de Petkovic y con Carvajal tirando de personalidad y honrando a Sergio Ramos para anotar con un Panenka no demasiado ortodoxo el gol que le hace entrar en la historia de la selección. El primer título de la Nations League se venía para la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
Primer título de la absoluta también para Luis de la Fuente. Entra en la exclusiva lista de cuatro seleccionadores con títulos en la historia de la selección, con el plus de que, además, también logró títulos con la sub 21. Un seleccionador que no es precisamente el que más ilusión me hace. No me parece el mejor entrenador posible, los cuatro partidos que lleva, e incluso el trabajo con las categorías inferiores, no me deja la mejor de las cartas de presentación. No veo un patrón de juego, unas búsquedas de soluciones, unos planes claros y ventajosos. Creo que en su momento cayó con buen pie porque había mucho hartazgo con la figura de Luis Enrique. No solo por su carácter, sino por su poca flexibilidad en las convocatorias y en los planes de juego.
Eso sí, sin gustarme, me parece una barbaridad la rumorología que situaba su puesto en entredicho en caso de que la Nations League no hubiera salido bien. No se hasta qué punto sería cierto, pero si después de los dos malos primeros partidos de la clasificación para la Euro, un torneo igualado como es esta final four hubiera sido suficiente para despedirle, habría sido un error achacable a la Federación. No es tiempo suficiente para tomar esa decisión.
Una vez salvado este presunto match ball, Luis de la Fuente sube crédito como la espuma. Además de imbuir a su grupo de mentalidad ganadora. Ganar es también una costumbre, y España desde ayer la ha vuelto a adquirir.
De todos modos, al igual que pasaba con Luis Enrique, el mayor problema para esta generación es que aun está cerca en el tiempo de la súper selección que enlazó dos Euros y un Mundial. Y las comparaciones son odiosas. Más allá de que aquella plantilla fuera irrepetible, esta generación es especialmente débil en comparación con otras épocas de la selección. Más allá de la estupenda madurez que Rodrigo está mostrando esta temporada y de Pedri, que pinta a proyecto de futbolista de talla mundial, el resto difícilmente entrarán en los listados de los premios individuales de la temporada. Esperemos que Asensio, que ayer mostró algún brote verde, se pueda liberar en un club con menos presión que el Real Madrid. Más allá de ahí, poco más. Veteranos que van coleando, algún proyecto ilusionante que no queda muy claro dónde pueden llegar, como Gavi o Ansu Fati, y múltiples jugadores buenos, pero que rara vez te levantan del asiento.
Pero en el país de los ciegos, el tuerto es el Rey, según dice el refrán. Si España, con estos problemas que presentamos, se ha proclamado campeona, será que los demás tampoco serán muy superiores. Las selecciones europeas están de capa caída. Si exceptuamos a Francia, que es la de mayor potencial actualmente, vimos a Italia y Países Bajos a muy bajo nivel. Tenemos a una Inglaterra con muy buenos nombres, pero que no termina de funcionar como equipo. A Alemania bajo mínimos y una Portugal o una Bélgica con la resaca del cambio de generación. Un panorama en el que cualquiera entre diez o doce equipos puede ganar a cualquiera. Las Chequia, Suiza, Escocia, Noruega… pueden dar sustos a equipos en principio superiores.
En ese panorama, España ayer pescó un título, como pudo haberlo hecho Croacia. Un equipo con algunos muy buenos jugadores, pero con una competitividad que le hace estar siempre ahí, en rondas finales y siendo complicado de eliminar. Ciertamente, en una frase que sirve para que se entienda, pero que no me gusta nada, el fútbol le va debiendo una a Croacia. Un equipo que ha jugado finales y semifinales de Mundiales y que ayer volvió a rozar la gloria.
Gloria que solo recae en uno. En este caso fue en España. Disfrutémoslo… por si la siguiente tarda.
Y aunque es la crónica analítica del partido,calificando más o menos a los equipos y jugadores y esbozando juicios sensatos más allá de lo ocurrido ayer,arrimando el ascua a mi sardina como se suele decir,echo en falta una mención, merecida a mi juicio,al palmaré único de Jesús Navas ganador del Mundial, el Europeo y la Liga de las Naciones,gracias también a un seleccionador no demasiado carismático pero sensato y desacomplejado que lo posibilitó, permitiéndole jugar sin mirar,o quizás mirando,su edad,si no su rendimiento y cualidades.
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