Parecía que la pesadilla vivida por la Selección durante esta semana tenía continuidad con ese penalti(to) de Nacho a Cristiano en la primera jugada del duelo ibérico que se disputó ayer en Sochi. Desde el televisor, Camacho clamaba a los cuatro vientos, desbordado por esa mezcla entre sorpresa, indignación y desconcierto, tan familiar para cualquier aficionado de cualquier equipo que se enfrente al jugador portugués, pero tan novedosa para un madridista acérrimo. Transformaba Cristiano ante un De Gea que nada podía hacer y ponía las bases de una montaña rusa de partido en el que el empate final fue de lo más justo.
Se estrenaba así, con todo en contra, un Fernando Hierro que seguro que le hubiera gustado llegar al banquillo de la Selección de cualquier otra manera y en cualquier otro momento. Por suerte, con esta generación de jugadores tiene gran parte de su trabajo hecho. Y con una Portugal volcada a jugar a lo que juegan los equipos en los que juega Cristiano, es decir, renuncia al juego combinativo, búsqueda de velocidad al contragolpe, y chutar y seguir chutando, pues tan solo era cuestión de minutos, más o menos 10, que el centro del campo de España se apoderara del balón.
Y así lo hizo. Todo bajo la mirada de un serio Rubiales que parecía gritar en silencio que, por favor, fuera más efectivo el tiki-taka de España que las contras peligrosísimas de Guedes y Cristiano. Se puso en marcha la maquinaria engranada por Busquets, Iniesta, Silva e Isco, con el apoyo constante de Alba por la izquierda, y dejando el físico, el sacrificio y el juego de posición a un inmenso Koke. Pero no fue por ahí por donde vino el gol del empate, sino por un balón en largo de Busquets para que Diego Costa se peleara con Pepe, mareara a Fonte y disparara sin mirar, como hacen los delanteros que tienen el gol entre ceja y ceja, para colocar el empate en el marcador.
A partir de aquí, minuto 20 de partido, dominio absoluto de la Roja. El balón de Isco al larguero que rebotó sobre la línea, las contras de Portugal perfectamente controladas, ocasiones que eran fruto de ese fútbol que tanta gloria ha dado a la Selección. Incluso Nacho comenzaba a enmendar su inocencia del primer minuto mostrando solvencia en defensa y alguna presencia en ataque.
Todo muy bien gestionado, con Portugal y Cristiano completamente desaparecidos. Hasta que al filo del descanso, De Gea decidió que había que darle un plus de emoción al encuentro. Un balón chutado por Cristiano desde la frontal, aparentemente fácil, centrado, no excesivamente potente, lo rebañó el portero madrileño al fondo de la portería poniéndose a la altura del Zubizarreta de Francia 98.

Comenzaba la segunda parte con una España sumida en la confusión y una Portugal muy cómoda con su plan de balones largos y ahora también con una presión muy intensa. Y fue precisamente producto de esto, con una falta a media distancia, que entre Iniesta y Silva la ponen en la cabeza de Busquets para que este la ceda a Costa y remate en boca de gol. Jugada de estrategia para empatar de nuevo y se cierra el debate sobre el 9 de España. Con la inercia del empate, un balón rechazado que Nacho se encuentra en la frontal y de un espectacular e intencionado tiro cruzado hace olvidar definitivamente su penalti inicial con el 2-3. Increíble lo que se había vivido en 60 minutos.
Con el gen competitivo de Cristiano contagiado a su selección, con una presión alta e intensa en busca del empate, era momento de mover banquillo para que los nuestros no se ahogaran. Echó mano Hierro a Thiago para dar descanso a Iniesta, jugador ya de 60-70 minutos. El hispano-brasileño oxigenó el centro del campo y de sus botas volvió el juego fluido que tanto nos gusta.
Parecía que el partido se decantaba claramente hacia el bando español. Pero solo lo parecía. Sobre el minuto 80 una mala salida de De Gea premonizaba lo que ocurriría 5 minutos más tarde. Balón en largo portugués, el enésimo, control de Cristiano, falta inocente de Piqué al borde del área, y el portugués empata mientras De Gea se queda congelado. Otra vez retratado ante el mundo entero. 3 a 3 en el marcador y aún tuvo Portugal alguna ocasión final para dar un último golpe.
Por lo tanto, todos más o menos felices. Portugal, y cuando digo Portugal quiero decir Cristiano, sacó petróleo de un penalti discutible, un error ajeno y una falta al borde del área. ¿Cuántos partidos se han visto así en la Liga BBVA? Un montón. España por su parte volvió a demostrar de lo que es capaz con el juego de sus bajitos, con la combinación, el toque y el buen trato al balón, con el 9 despejado, pero con ciertas dudas en la portería, y momentos de desconcentración en los minutos primeros y finales, que es lo que realmente preocupa.