Ayer el F.C. Barcelona volvió a hacer historia. Primera victoria en Old Trafford, que comienza a nivelar el saldo histórico hasta ayer acumulado de dos derrotas y dos empates en sus visitas al United. De esta manera el equipo catalán encarrila el camino hacia unas semifinales que se resistían desde hacía 3 años. Atrás queda el recuerdo del Atlético de Madrid, la Juventus y la Roma. Y en el horizonte ya asoma el Liverpool de Jürgen Klopp.
El partido de ayer refleja fielmente el estilo de Ernesto Valverde. Me parece un tipo inteligente, pragmático, de esos que no les gusta tropezar dos veces con la misma piedra. Alrededor de esas premisas ha construido una máquina de competir y ganar partidos que pocos pueden poner en apuros. Como le ocurre a los grandes genios, no todo el mundo puede apreciar su obra. Su aparente sencillez, su predecibilidad en las alineaciones, los cambios alrededor del minuto 70, Messi y su entendimiento con Alba y Suárez… Antes del pitido inicial, todo el mundo sabe cómo va a jugar el Barça de Valverde. Y al final el resultado casi siempre le es favorable. Tan solo cuatro derrotas en toda la temporada. La Liga más que encarrilada. La final de Copa esperando en Sevilla. Y medio pase a semifinales de Champions en la butxaca.
Podría haber durado 90 minutos más el partido de ayer que el Manchester United hubiera sido incapaz de dirigir un disparo entre los tres palos. Por momentos me recordó al último partido en el Bernabéu, en el que jugándose la Liga y la temporada, los blancos se mostraron inofensivos. En peor situación se encuentran los Red Devils este año. La resaca post-Mourinho siempre es dura. Y si a eso le añades las bajas de Ander Herrera y Matic, no hay Solskjaer que valga para afrontar un partido así.
El (ya no tan) pelirrojo entrenador noruego dispuso una defensa de 3 centrales y 2 carrileros. Parece que corre el rumor por ahí que si le juegas así al Barça puede que algo saques. Lo probó el Betis y le fue muy bien. En el Camp Nou. En el Benito Villamarín le devolvieron los 4 goles y Messi salió ovacionado. Recordemos que Valverde no suele tropezar dos veces con la misma piedra. Recordemos también su pragmatismo. Así que ante una defensa tan poblada, el txingurri optó por dormir el partido desde el minuto 1. Hasta el tempranero gol en propia meta de un desafortunado Shaw. Y a partir de ese momento, a partir del minuto 12, se acabó todo.

Tras esto, más de lo mismo. El Barça combinaba, algunas veces con más acierto que otras, y dormía el juego. El Manchester, a cada minuto que pasaba, apostaba más por buscar la velocidad de sus puntas. Piqué y Lenglet demostraban de nuevo que son la pareja de centrales más sólida del momento. Y Valverde a lo suyo, poblando en la segunda parte el centro de campo con la entrada de Vidal y Sergi Roberto, cambiando a un 4-4-2 para terminar de despedir a los aficionados de Old Trafford.
Se aferra Ole Gunnar al milagro que protagonizaron no hace mucho en París. En el Parque de los Príncipes levantaron un 0-2 que todos daban por definitivo. Además, el Camp Nou le trae muy grandes y buenos recuerdos. Pero claro, por mucho azul y grana que compartan en las camisetas, el Barça no es el PSG. Dice el bueno de Solskjaer que intentarán quitarles el balón a los blaugranas, que intentarán aprovechar sus oportunidades y ser efectivos. Quizá contra otro Barça le iría bien, pero no con el de Valverde.
Ernesto no necesita adueñarse del balón ni llegar a cotas máximas de la excelencia y el preciosismo futbolístico, como el Barça de Guardiola. Ni tampoco necesita romper el partido y asumir riesgos innecesarios, como el Barça de Luis Enrique. Ernesto es un tipo práctico, que seguramente ya tenga claro quién jugará de inicio y quién entrará en la segunda parte. Pecó de inocente en su primer año con la debacle de Roma, pero en vez de traumatizarse como muchos culés, Valverde se ha alzado de nuevo con la lección bien aprendida. Y así, poco a poco, firme y seguro, da un paso más hacia el tan deseado tercer triplete.