El fútbol formativo se ha caracterizado por dos tendencias diferentes en lo referente a los métodos de entrenamiento utilizados. Una de las posturas, tiene como base, una perspectiva orientada a la mejora de la técnica del jugador, utilizando ejercicios o tareas en las sesiones con unas características relacionadas en un contexto analítico donde el jugador encuentra una gran implicación motriz, mejorando así sus habilidades técnicas. Pero deja de lado la implicación cognitiva del jugador. En este aspecto, nos encontramos con una tesitura opuesta, que tiene su base en conseguir que el jugador piense, orientando las características de las sesiones hacia la toma de decisiones, fomentando el desarrollo cognitiva y el aprendizaje comprensivo durante el proceso de formación.
El fútbol es un deporte donde sus participantes, los jugadores, se encuentran en un contexto complejo, dinámico e impredecible, donde el proceso decisorio es no lineal. Los elementos y los factores son diferentes en cada acción. Es decir, el mecanismo de decisión se verá influenciado, entre otras cosas, por aspectos como el tiempo requerido, el número de respuestas, el nivel de incertidumbre, el nivel técnico y la condición física. Por lo tanto, la toma de decisiones tiene en cuenta tres factores: las propias capacidades, la tarea a resolver y las características del entorno.

¿Podemos entrenar la toma de decisiones? El jugador podría aprender sin la ayuda de nadie muchas habilidades del juego, donde la intervención del entrenador sería orientar al jugador e intentar facilitar dicho proceso. Si es cierto que algunos jugadores, no llegan a encontrar las respuestas a ciertas soluciones por sí solos sin la ayuda del entrenador. Nos podemos encontrar con jugadores que necesiten que los entrenadores les enseñen las soluciones que no saben conseguir por sí mismos.
En los últimos años, se ha cambiado el balón por las consolas o las tablets. Son menos los niños o niñas que juegan al fútbol en la calle. Las nuevas generaciones han perdido esa formación callejera del fútbol. Por ello los entrenadores de base actuales deben fomentar, como escenario principal, en el entrenamiento el propio juego. A partir de este escenario, se debe tener en cuenta una serie de elementos para enriquecer el desarrollo de la capacidad decisoria del jugador.
Para favorecer la toma de decisiones, los entrenadores deben plantear situaciones de juego real como elemento principal, donde el jugador deba definir una solución al problema que se encuentra y elegir la acción motriz para solucionar dicho problema. Otro aspecto que se debe tener en cuenta será el feedback que el jugador reciba por parte del entrenador. Unas buenas correcciones y la retroalimentación que se le da al jugador en el momento oportuno, tendrán una influencia en los comportamientos futuros del jugador. También, hay que estar atento al aspecto emocional cuando se refuerza o corrige al jugador, ya que puede influir en el proceso decisorio del jugador en futuras situaciones.
Como conclusión, al jugador no hay que enseñarle a pensar. Debe jugar y acumular experiencias. El entrenador debe de ayudarle a pensar o facilitarle el proceso para que piense. Al fútbol juegan los jugadores, ellos deben de ser capaces de tomar las decisiones correctas para resolver cada situación.