Confieso que no tenía muchas ganas de escribir sobre este partido. Confieso que me cansa un poco la dualidad Barça – Real Madrid, a pesar de constituir la piedra filosofal del fútbol español actual. Pero ver que tras un partido como el de ayer todo se reduce a saber a quién de los dos le perjudicó más el árbitro (que, por cierto, estuvo lamentable) me parece una falta de respeto al fútbol.
Más allá de mis cuitas personales, el partido fue un espectáculo sorprendente. No se esperaba el nivel de intensidad que fue cogiendo el partido, partiendo de las polémicas de los pasillos (que merecerían un artículo aparte), se fue calentando poco a poco sin necesidad de que hubiera puntos decisivos en juego para la clasificación final. Sin ser un partido de gran calidad, fue entretenido, tenso, polémico y dejó detalles individuales de calidad que se agradecen.
Con el Barça ya campeón y el Real Madrid mucho más preocupado de la final de Champions que de la pelea con el Atlético por el segundo puesto liguero, el partido era una forma de jugarse la honrilla, sobre todo en lo referente a la imbatibilidad blaugrana durante esta Liga.
En lo futbolístico, Valverde echó mano del 4-4-2 con el que ha ido desplazando al 4-3-3 más habitual en las temporadas anteriores, buscando reforzar la ocupación del centro del campo, con Iniesta y Coutinho partiendo abiertos, pero con libertad para venirse al centro y dejar el carril para los laterales. Zidane sí echó mano del 4-3-3, con la BBC arriba. Lo que en años anteriores hubiera sido lo más normal, en esta ocasión sonaba extraño. El francés sabe jugar las cartas que su extraordinaria plantilla le da, sabiendo que cuenta con dos planes diferentes para afrontar los partidos según cuente con Benzema y Bale o con Asensio y Lucas Vázquez, consciente de que, aquellos con los que no cuente de entrada le pueden dar un estupendo segundo aire partiendo del banquillo.
En portería, tanto Ter Stegen como Keylor Navas demostraron su altísimo nivel a pesar de los dos tantos recibidos por cada uno. De hecho, ambos fueron capaces de sacar sendos mano a mano con las respectivas estrellas del equipo rival, amen de algunas otras paradas de mérito, sobre todo en el caso de Navas, y un buen control de los balones colgados, sobre todo por parte de Ter Stegen.

Ambas defensas mezclaron intervenciones heroicas con fases en las que se vieron muy superadas. En el Barça, Alba fue incisivo por la izquierda, pero se perdió en muchos momentos en batallas absurdas que le sacaron del partido. Sergi Roberto en la derecha fue de los mejores, dio salida de balón, apoyó al centro del campo e incluso progresó para asistir a Suárez en el primer gol del partido. Su gran lunar, soltó el brazo tras un choque con Marcelo cuando el partido estaba más caliente y acabó expulsado al filo del descanso. En el centro de la defensa, Piqué fue todo corazón y fortaleza, pero Umtiti no estuvo muy ajustado a la hora de situarse en algunos momentos, como por ejemplo al desatender a Benzema en la jugada del gol de Cristiano. En el Real Madrid, Marcelo fue clave a la hora de dar salida al ataque blanco. Sus llegadas son letales, claves en la transición defensa – ataque de los merengues. Pero como contrapartida, queda ese agujero en defensa para que lo aprovechen los rivales. Nacho en la derecha cumplió como se le espera, como hace prácticamente siempre, es un seguro de vida este chico. En el centro de la defensa, Ramos estuvo en capitán, chocando, ayudando, saliendo al corte, jugándosela, aunque, como en el caso de Alba, a veces un poco perdido en las discusiones. Varane, sin embargo, estuvo más sobrio. Acertando en casi todas las acciones y sin que los nervios del partido le afectaran demasiado. En ambos equipos el puesto de lateral derecho cambió. Semedo cubrió tras el descanso el hueco de la expulsión de Sergi Roberto, sumándose con mucha alegría al ataque y dejando buenas sensaciones. Lucas Vázquez entró por Nacho en una decisión con la que Zidane arriesgaba dejando esa banda casi descubierto, ya que el gallego fue pródigo en ataque, importante a la hora de que los visitantes dominaran el último tramo, pero apenas asomó en defensa.
Un Busquets algo fallón en los cruces y un Rakitic que ocupó mucho campo formaron el eje del centro del campo culé. A su derecha, Coutinho no se encontró en ningún momento, viéndose superado por el Clásico en todo el primer tiempo. Fue el sacrificado por Valverde tras la expulsión de Sergi Roberto. Iniesta, más allá del simbolismo de jugar su último Clásico, demostró que tiene aun mucho fútbol de alto nivel en sus botas. Puso calidad en un partido jugado con mucho corazón, aunque la tensión del encuentro no dejó que su fútbol brillara como otros días. Para la última media hora dejó su sitio a Paulinho, muy desacertado a la hora de interpretar la idea de su técnico de que aprovechara los espacios que dejaba el Real Madrid. En el Real Madrid Casemiro, Kroos y Modric formaban la más típica línea de medios de Zidane. Mientras el brasileño se movió muy a gusto en un partido en el que el físico brillaba, el croata no termina de estar fino y se le nota. Mención aparte para el alemán que, en el primer tiempo, comandó con su forma sencilla de hacer fútbol los mejores minutos del Real Madrid, siendo de los mejores del partido. A seis del final fue sustituido por Kovacic para dar oxígeno al centro del campo.
En las puntas, estrellas clásicas para todo un Clásico. Messi y Suárez formaron la pareja local, ambos marcaron y fueron protagonistas. El argentino buscó espacios sin apenas encontrarlos en el primer tiempo, pero fue un terrible dolor de cabeza durante la segunda mitad, gozando de las mejores ocasiones para los azulgranas. El uruguayo, además de estar en casi todas las batallas con ese estilo canchero que gusta cuando lo tienes en tu equipo y desquicia cuando lo ves en el rival, logró un gran primer gol y se desgastó hasta ser sustituido por Alcácer en el descuento de la segunda mitad. La BBC volvió al Real Madrid, con buenas sensaciones. Cristiano partió de banda izquierda y fue entre indetectable e imparable mientras estuvo en el campo. Dio sensación de peligro constante y anotó el primer gol de su equipo, pero el golpe de Piqué al tratar de impedir ese tanto le dejó con un esguince de tobillo que solo su enorme sentido competitivo le permitió aguantar hasta el descanso, cuando fue sustituido por un Asensio que no tuvo una de sus mejores noches. Bale estuvo participativo, peleón en defensa (incluso de más, hizo méritos para ser expulsado), e incluso anotó un muy buen gol. Aunque el galés sigue adoleciendo de participación efectiva en el juego del equipo, más allá de sus exhibiciones de potencia o velocidad que puedan dar buenos resultados. Benzema fue un faro en el ataque blanco. Su estilo frío no casaba con un partido que se calentó pronto, pero la asistencia de gol a Cristiano y su constante presencia como apoyo para las jugadas de ataque merecen una buena valoración.
Por convencimiento personal, voy a intentar nombrar los errores del árbitro lo menos posible, pero Hernández Hernández estuvo lamentable, repartiendo errores a ambos equipos que, en función de la camiseta con la que se mire, parecen más o menos graves y determinantes.
Arrancó el partido con el Barça al mando, picando piedra alrededor de la bien plantada defensa blanca. En una contra apareció el típico hueco a la espalda de Marcelo. Sergi Roberto lo ocupó, sacó un buen centro, y Luis Suárez ejerció de ariete para adelantar a su equipo a los 10 minutos. Ese fue el despertador del Real Madrid. Empezó a encontrar caminos hacia la BBC partiendo de Kroos y, en una jugada en la que el alemán aprovechó un error de Busquets al tratar de recuperar un balón en mediocampo, el ataque del Madrid, ocupando los tres carriles, cazó desguarnecida a la defensa local, Kroos lo dibujó, Benzema asistió de cabeza y Cristiano la empujó a puerta vacía mientras su tobillo sufría la desesperada embestida de Piqué. Tras unos minutos de duda sobre la continuidad del dorsal siete blanco, su vuelta al campo dio un plus a los visitantes, que dominaron claramente los siguientes minutos, alcanzando a encerrar en su área a un equipo culé que sufría al no encontrar la forma de recuperar el balón. Un primer encontronazo entre Alba y Modric sin consecuencias desde el punto de vista sancionador desató las hostilidades, luego Suárez discutió a Ramos la situación de un codo algo suelto, Messi realizó un tackling nunca antes visto en él sobre Ramos (si le caza le podía haber hecho mucho daño), Bale clavó los tacos en la pantorrilla de Umtiti… un calentamiento progresivo del partido ante la pasividad de un árbitro al que se le había escapado el caballo. Para cerrar el primer tiempo, Marcelo va a la presión ante Sergi Roberto, se pasa levemente de frenada y el catalán le contesta con un manotazo fuera de lugar. Por más que el brasileño exagerara la agresión, nada puede oponer el azulgrana más allá que la comparación con las jugadas previas. El árbitro dejó al Barça con diez, se tragó que Piqué aplaudiera esa decisión irónicamente en su cara, y se fue al descanso con cierta sensación de que el partido no le iba bien.

Salió tenso el Barça y estuvo mejor con diez en los primeros minutos que con once en el final de la primera parte. Semedo dio aire a esa banda derecha y el avance de líneas del Real Madrid fue bien aprovechado por los locales para generar ocasiones de gol. Messi aprovechó un balón robado por Suárez con clara falta ante Varane para cerrar en gol otra de sus brillantes cabalgadas. Solo habían pasado siete minutos de la reanudación y el orgullo del Barça compensaba la inferioridad numérica. Los de Zizou notaban mucho la ausencia de Cristiano y el Barça pudo haber ampliado la ventaja por medio de Messi o de Suárez, al que le fue anulado un gol por dudoso fuera de juego de Rakitic. Pero al Barça se fue haciendo largo el campo y el partido, y la salida de Lucas Vázquez amplió el frente de ataque, por lo que el campo se fue volcando hacia la puerta de Ter Stegen. Como antes había hecho Messi, Bale tiró de genialidad a los 27 minutos para poner un balón cerca de la escuadra desde fuera del área. En los últimos minutos, más polémica, Marcelo no se podía creer que no le pitaran penalti en un intento de despeje de Jordi Alba, y Bale volvió a ver el vestuario cerca tras una entrada aparatosa. En cuanto al fútbol, el Barça desaprovecho varios contraataques por falta de frescura o de calidad en los pies de Paulinho, que se embolicó en un par de salidas de balón prometedoras. El Real Madrid, que acabó buscando el área de Ter Stegen, sin Ronaldo pierde la mitad de su pólvora. Así que ninguno de los dos pudo variar el empate a dos final.
Después, ligera celebración blaugrana del título de Liga ante su público y pasillo propuesto por Piqué de los empleados del club a los jugadores. Mucho enfado en los aficionados por la actuación del árbitro, todos intentando cargarse de razones sobre el favoritismo del colegiado hacia el equipo rival, y lección de los jugadores, sobre todo de los madridistas, quitando hierro a los errores del árbitro en el desenlace final. Sospecho que la buena suerte de los blancos con los árbitros en las recientes eliminatorias de Champions aplacó su enfado con las jugadas polémicas de ayer.
Al Barça le queda refrendar la posibilidad de finalizar el curso sin derrotas y despedir como se merece al histórico Iniesta. Al Real Madrid, coger fuerzas para el envite del 26 de Mayo en Kiev, la final de la Champions. Y a los aficionados (y a muchos opinadores), tratar de calmar los ánimos, analizar con mente fría y darse cuenta de que la profesión de árbitro es muy difícil, y que actuaciones como las de ayer son comparables a las de algunos jugadores que cometen errores clamorosos o entrenadores que plantean horriblemente sus partidos. Es hora de desterrar las sospechas de conspiraciones (¿cómo se puede pensar que el árbitro de ayer quería favorecer a un equipo concreto si cometió errores contra ambos?) y esperar para que las ayudas tecnológicas palíen actuaciones tan delirantes como la de Hernández Hernández.