Allá por los años sesenta, el italiano Sergio Leono se hizo famoso gracias a los spaguetti western. Uno de los más recordados, sin duda alguna, es “El bueno, el feo y el malo”, y creo que el título viene que ni pintado para el panorama que vive actualmente el fútbol español. En este caso, el trío protagonista no lo forman Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach, sino más bien Javier Tebas, Luis Rubiales y Ángel María Villar. Pero no sé ustedes, yo no sé repartir los papeles en ese film. De ahí que mi apuesta sea por retocar el título por “El tonto, el feo y el malo”. Brillante, ¿eh?

Los tres personajes citados son tres verdaderas joyas, tres de esos tipos que a uno le hacen preguntarse qué demonios hemos hecho para merecer este castigo. No sé por donde empezar. Quizá por el más veterano, el más longevo, el más arcaico. Es decir, Angel María Villar. Fue un futbolista elegante del Athletic en la década de los setenta, uno de los mejores de la historia del club rojiblanco, un centrocampista fino y con clase de los que ahora escasean en el Bocho.
Sin embargo, más de uno le recuerda en todo el mundo por una agresión que le hizo al por aquel entonces mejor jugador del mundo, Johan Cruyff. Curiosamente, Villar fue uno de los fundadores de la Asociación de Futbolistas Españoles y empezó a introducirse en las estructuras políticas del fútbol a finales de los años 70. De tal suerte que en 1988 fue elegido presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Y hasta la fecha, 27 años. Ríete tú de Pablo Pablito Pablete…
No seré yo quien diga que Villar ha sido un cáncer para el fútbol español y bla bla bla, todo eso… Bajo su mandato hemos disfrutado de la mejor época de la selección española, puso en su momento orden en el desbarajuste económico que era la Federación y convirtió a la RFEF, para lo bueno y para lo malo, en la gallina de los huevos de oro. Pero definitivamente, ha perdido la cabeza. Aparte de su maravillosa locuocidad -“el furgol”-, lleva unos años peleado con todo quisqui. Con el CSD, le da lo mismo que gobierne PSOE o PP, con la Liga de Fútbol Profesional, le da mismo que sea con Astiazarán o con Tebas. Con la prensa que no le rie las gracias -qué relax aquellos años con Clemente de seleccionador-. Con todos se lleva mal si no aceptan vivir a sus órdenes. Y claro, tonterías las justas, le dicen.
Pero el tipo, mientras, se eterniza en la poltrona y esos 27 años van camino de los 30 ó sabe Dios. Y cuando le llegue el relevo, será un delfín suyo, un vástago ideológico… El fútbol español, el fútbol del que depende la RFEF haría bien en enviarle a su Bilbao natal. Pero no sé si lo verán mis ojos. Y tengo 46 tacos. ¿Exagerado?
Como se ve que se aburre, su última ocurrencia ha sido alentar una huelga de jugadores, y todo porque su postura personal ha ido siempre en contra del tan cacareado Decreto que regula la venta comunitaria de los derechos televisivos del fútbol español. El único club que está en contra de este Decreto -al menos, oficialmente- es el Athletic, y los que mal le quieren dice que lleva ayudando como buenamente puede a los bilbainos muchos años. Arbitrajes incluidos en los años en los que los leones vieron la Segunda División muy de cerca.
Aquí entra en acción el segundo personaje de nuestro drama. Luis Rubiales, futbolista de trayectoria humilde (Motril, Lleida, Xerez, Levante, Alicante…). Yo no padezco maldinitis y será por eso que no le recuerdo como jugador. Pero vamos, que ni me sonaba el nombre cuando se hizo famoso hace unos veranos con la otra huelga que planteó desde la presidencia del sindicato de jugadores.

Sin entrar en pormenores, es posible que en aquella ocasión los Rubiales Kids tuvieran su parte de razón. Pero ahora, amigo… Ahora no sé que pintan ellos en esta bronca.
Los clubes negocian los derechos televisivos y ellos, los jugadores, son de largo, los que mejor salen parados en este negocio del fútbol. Negocio que es ruinoso incluso para Real Madrid y Barcelona, que gastan mucho más dinero del que recuperan, pero otros menesteres les mejorarán la vida. Pero los futbolistas, ellos siempre ganan. Tanto si el equipo gana mucho como si gana poco, si le van bien las cosas como si la van mal, ellos tienen su contrato, su sueldo, su ficha. Y cuando un club les deja con el culo al aire, el Fondo de Garantía Salarial del sindicato (o sea, como nuestro FOGASA), les paga si no todo, buena parte de lo debido. Ellos aceptan jugar al fútbol en el equipo que sea, cobran por ello y deben limitarse a poner su trabajo y esfuerzo.
Pero no. Son insaciables. Hay futbolistas, los buenos, claro, que pueden haber firmados seis contratos en ocho años. Tú fichas a cualquiera, bueno, malo o regular, y como le salga una temporada medio decente, ya tendrás a su agente llamando a la puerta de tu despacho para renegociar el contrato. Vamos, como la vida misma.
En fin, hay que echarle cojones para plantear una huelga en esos términos. Cuando el país está hecho una pena, con el paro desbocado, el desencanto en la cara de cualquier español, los jugadores tienen el morro de pedir la parte que les corresponde de los derechos televisivos. Me parece perfecto. Yo rehacía todos los contratos, y ya que se ponen tan flamencos, los vinculaba al resultado económico de los clubes, y al rendimiento de los jugadores. Porque claro, cuando tú fichas a un buen jugador y se pasa todo el año sin pegar una patada a un bote, ¿renuncia a su sueldo? ¿Al 50%? ¿Al 30%? ¿15%? No renuncia a nada -salvo honrosas excepciones-.
Rubiales, como presidente de la AFE, se ha dejado mangonear por Villar y sus sicarios, y con ese rostro de una dureza petrea, casi marmorea, se vanagloria “Tenemos toda la razón”. Sé de millones de españoles que se cambiarían a pelo por cualquier jugador del Elche, del Recreativo de Huelva, de Osasuna, del Betis, del Zaragoza, del Almería o del Depor. Yo entre ellos. Obsérvese que he citado sólo a clubes con problemas financieros severos, severos, severos, severísimos. Bravo, Rubiales. Por cierto, directivo que como ex-jugador vive con la sospecha de haber participado en el supuesto amaño de un Athletic-Levante en la temporada 2007-08. La duda ahí queda. Tampoco se creía nadie lo del Zaragoza…
Y el tercer ángulo de la pata lo conforma el genial Javier Tebas. Un tipo del que como dirigente podemos decir que no deja un charco sin pisar. Es un tipo que tiene ideas, muchas ideas, pero casi todas malas. A él se le debe esta jornada liguera que empieza en viernes y acaba en lunes, esos horarios que prolongan las jornadas desde las 4 de la tarde hasta las 12 de la noche… Un genio, vaya. Tebas se granjeó fama mafiosa a su paso por las directivas del Huesca o del Badajoz -esa oscura desaparición-, hasta que en 2003 fue elegido representante del G30 (30 clubes de Primera y Segunda División) para la negociación colectiva de los derechos televisivos -la obsesión, aunque beneficiosa para el fútbol español, le viene de lejos-.

Durante esos años, a la vez que era vicepresidente de la LFP, y azote de Astiazarán, asesoró a clubes como el Betis, el Xerez, el Granada o el Valladolid, estableciendo una dudosa fina línea entre lo ético de su comportamiento.
Desde 2013 es presidente de la LFP, y no todo son malas gestiones. El hombre se ha empeñado en acabar con los amaños de partidos y ello me parece algo loable, pero en líneas generales, podríamos decir que no es un tipo que se caracterice ni por su diplomacia ni por su don de palabra. La última excrecencia ha sido comparar la foto de Rubiales con toda su chiquillería detrás de él con Bildu y el entorno de ETA… Lo dijo un tipo de un pasado político, cuando menos, sospechoso por escorarse a la derecha de la derecha más derechos a de este país.
El caso es que con estas tres perlas tenemos que lidiar. La convocatoria de huelga está ahí. Al CSD le ha faltado tiempo para dar un paso atrás y decir que ellos no tienen nada que decir ni hacer. Y entre los tres no hacen más que cruzarse vituperios e insultos, con lo cual el caldo de cultivo no es el más adecuado para encontrar solución a este problema -solución que en mi modesta opinión empieza y acaba en que los futbolistas abandonen una reclamación de todo punto ilógica-.
Mientras tanto, veremos qué sucede. Podría ser que gracias a estos chicos, la Liga acabe con dos jornada de antelación, algo que agradecería el Depor y quizá el Almería -si no le quitan los 3 puntos de sanción de FIFA por unos miserables eurillos… -. También el Barcelona, que tendría más descanso para centrarse en la final de Copa y la -previsible- de Champions… Pero las cosas no son así. Quizá haya que dar una vuelta al fútbol español como a un guante y no permitir que la la RFEF quiera controlar una competición profesional, o hacer desaparecer del mapa a la LFP… No sé, no tengo ni idea… Pero desde luego así no podemos seguir.
Por cierto, una pregunta final, ¿cómo repartirían ustedes los papeles de esta película?