A la quinta fue la vencida. El Sevilla F.C. se citaba de nuevo anoche con el fantasma de los cuartos de final de la competición más importante del planeta fútbol, la UEFA Champions League. El rival no era un cualquiera, se trataba del Manchester United de Jose Mourinho. Un equipo, el inglés, que busca desde hace años recuperar el nivel que demostró en los 90 con el mítico Sir Alex Ferguson al mando. Un club que a base de talonario ha intentado recuperar el lustre con figuras como Pogba, Alexis Sánchez o Lukaku, y sobre todo, dándole la batuta a uno de los entrenadores más competitivos del balompié, el polémico mister portugués. Una apuesta que vuelve a caer en saco roto merced a una eliminatoria en la que en ningún momento fue superior al conjunto hispalense. El proyecto de los diablos rojos se tambalea mientras el rojiblanco gana enteros en un año de transición.
Transición en la plantilla, con varias caras nuevas llegadas este curso, pero principalmente en la secretaría técnica. Y es que este verano se cernía el drama en Nervión cuando el máximo exponente del gran Sevilla, Monchi, dejaba la planificación en manos de Óscar Arias, su discípulo aventajado. Más aún, cuando en una polémica destitución, se cesaba hace dos meses al sucesor de Sampaoli, Eduardo Berizzo. El elegido, Vincenzo Montella, con un buen currículum en Italia pero desconocedor de nuestra Liga, levantaba algunas suspicacias entre la afición, máxime cuando dejaba como carta de presentación el sonrojante 3-5 del derbi. Pero el exdelantero venía a Sevilla a hacer otra historia. Concretamente, venía para clasificar al Sevilla por primera vez a unos cuartos de final de la actual Champions League. Algo que suma a una nueva final de Copa del Rey por disputarse ante el Barça.
Y es sorprendente. Sorprende que tras vivir los mejores años de la historia rojiblanca con el imparable bloque de Juande Ramos, Kanouté y Dani Alves incluidos, o más tarde con el Sevilla de Unai Emery, la gesta estuviese reservada para este convulso 2018. Pero pongámonos en antecedentes, ¿qué le había pasado al mejor Sevilla en las anteriores Champions?

En 2008, tras el subidón de ganar en el flamante Emirates, se toparon con los penaltis en una eliminatoria accesible ante el Fenerbahçe. En 2010 parecía aún más fácil cuando un Sevilla lanzado como cabeza de serie quedaba emparejado con el CSKA de Moscú, y todavía más si cabe con el valioso empate obtenido en la gélida Rusia. La vuelta en Nervión para los de Manolo Jiménez fue una pesadilla protagonizada por el japonés Honda y su zurda de oro. En 2016, ya con Unai Emery, la eliminatoria en la liguilla dejó un regusto agridulce. Muchos pensaron que ganar una nueva Europa League fue el mejor final a una Champions que los juntó con Manchester City y Juventus en un grupo que aún asusta a los más pequeños del lugar. Por último, el año pasado, con Jorge Sampaoli, fue el equipo revelación, el Leicester, el que apeaba a los rojiblancos del camino a la final.
Ahora toca esperar. Con el objetivo en Liga cada vez más claro: la Europa League, tras el tropiezo ante el Valencia, Montella podrá dedicar todos sus recursos a preparar el próximo compromiso europeo. Juventus, Manchester City, Liverpool, Real Madrid, Roma, Bayern de Múnich y esperemos que Barcelona son los posibles rivales en cuartos de final. Palabras mayores. Quizás con este cuadro apetezca volver a ver a Monchi por Nervión, aunque será la suerte quien decida. Lo importante es que por primera vez en su historia, el Sevilla llega a cuartos de final de Champions, que se pone serio con los grandes. Quizás sea el camino a disputar por fin una liga, pero de momento ya afirmamos que al Sevilla ya no se le respeta sólo en la Europa League.