El Sevilla se confirma en la zona noble de la clasificación siendo el primer equipo que derrota al Real Madrid en esta Liga y acabando con la racha de 40 partidos sin perder de Zidane. Venció 2-1 remontando en unos últimos minutos locos tras un tiempo y medio de tensión, 0-0 y mucha disciplina táctica. Este Sevilla de Sampaoli demostró ir en serio esta temporada. Ayer se cerró el tríptico de partidos entre Sevilla y Real Madrid con el único resultado que no se dio en la reciente eliminatoria de Copa: la victoria sevillista.
Se planteaba un partido con cuentas pendientes y un cierto grado de polémica, algo que suele ocurrir cuando se juntan varios partidos seguidos entre dos equipos, pero que se multiplicó tras el incidente entre Sergio Ramos y el público local en el partido de vuelta de Copa.
Sorprendía de entrada (incluso a Sampaoli, según declaró el técnico) el planteamiento del Real Madrid. Tal vez por las bajas, por aprovechar mejor los momentos de forma de sus jugadores, por hacer mejor oposición a las virtudes del rival o simplemente por cambiar algo después de dos partidos contra el mismo enemigo, Zidane decidió utilizar tres centrales y dos carrileros (Marcelo y Carvajal).
Con este movimiento igualaba el número de efectivos en el medio del campo, ya que el técnico sevillista había recargado esa zona con NZonzi y Nasri para recuperar y dar sentido a la jugada, Iborra algo descolgado para ayudar en la llegada al área y Vitolo y Franco Vázquez para llevar el juego cerca de la puerta rival. Arriba, Ben Yedder, el único que desentonó en los locales, incapaz de hacer daño real a la línea de tres centrales madridista por escasez de recursos físicos y técnicos, aunque no le faltara buena voluntad. Atrás, por delante de Sergio Rico, Mariano y Escudero en las bandas con mucha progresión y Rami con Pareja como centrales.
Los merengues, además de los dos laterales ya nombrados, formaron con Nacho, Ramos y Varane defendiendo a Navas; con trivote formado por Casemiro, Kroos y Modric; y con Benzema y Cristiano con libertad para moverse y combinar en el frente de ataque.
El primer tiempo acabó empate a cero y con pocas ocasiones reales de gol, pero no por ello debemos pensar que fuera un partido aburrido. Las llegadas de los carrileros del Real Madrid, las cabalgadas de Vitolo, el buen hacer de Modric (más cerca del área que en otras ocasiones sigue siendo una gozada de futbolista) o Nasri entre líneas para tratar de hacer llegar el balón en las mejoras condiciones posibles a sus puntas y, sobre todo, el dominio en el centro del campo de NZonzi y Casemiro, dieron de sí un primer tiempo entretenido, intenso, de partido serio.

Capítulo aparte merecen los mencionados NZonzi y Casemiro, que parecían estar en todos los lugares del campo. Además, el francés suma a su fuerza, movilidad y buena colocación una mejor capacidad para entregar el balón en condiciones y un físico despampanante. Ellos fueron los mayores protagonistas de un primer tiempo muy táctico en el que ninguno de los dos quería perder. Vitolo, Nasri y Escudero por un lado, Modric, Benzema y Marcelo por el otro, trataban de generar el máximo peligro en llegadas y combinaciones, sin que Cristiano y Ben Yedder pudieran concretar opciones.
En el segundo tiempo el Sevilla salió más decidido a por el partido, subió líneas y consiguió alguna llegada interesante en los primeros minutos, pero una buena opción de Cristiano a los 10 minutos de la segunda parte pareció frenar a los locales.
En el minuto 21 de la reanudación, una cabalgada de Carvajal por la derecha llena de poderío acabó con Hernández Hernández señalando el punto de penalti. Sergio Rico se lanzó a sus pies y arrolló a Carvajal tras haber alcanzado a desviar el balón ligeramente. Un penalti de esos que si preguntas a los sevillistas te dirán que claramente no fue y si preguntas a los madridistas te dirán que claramente sí fue, una de esas jugadas polémicas de las que no nos libraría ni el VAR. Dicen que Piqué llamó a Tebas por teléfono para decirle «¡lo has visto!», se confundían los gritos por el penalti con los ensayos de su pareja…
Cristiano anotó el penalti, estando él no hay lugar para las venganzas de Ramos con los Biris, y lo celebró con la serie habitual de aspavientos que enardecieron a una grada que ya venía calentita de la eliminatoria de Copa. Todo parecía abonado para una nueva victoria del Real Madrid de Zidane, para que aumentara su racha de partidos sin perder y dejara en la estacada a un equipo que podría soñar con ser rival directo para el título de Liga.
Se veían venir las portadas y los comentarios en las tertulias. Los defensores de Zidane alabarían su planteamiento inicial, los detractores hablarían de un penalti dudoso y de flores en la parte baja de la espalda del técnico marsellés. En Sevilla, aquellos que (increíblemente) no están convencidos con Sampaoli criticarían que su equipo a la hora de verdad cayera con los grandes y los defensores apelarían a que al menos plantaron cara. Todo parecía encauzado.
Pero quedaban algo más de 20 minutos, que en fútbol pueden ser mucho tiempo. Y si no que se lo digan a Jovetic, el nuevo fichaje sevillista que ya marcó entre semana al mismo rival entró con ese tiempo por disputar. También Sarabia entró por Iborra y el Sevilla trató de volcar el campo hacia el área de Keylor Navas. Kovacic tomó el lugar por Kroos como primer y único cambio del partido en el Real Madrid.

Como resultado de esas variaciones, el Real Madrid esperó cómodo algún contraataque, alcanzando el área rival en varias ocasiones pero sin llegar a gozar de oportunidades reseñables. Cabe destacar un espectacular cruce de NZonzi ante Cristiano cuando el portugués cabalgaba solo hacia la portería de Rico.
El partido se tornó aun más tenso y peleado, se luchaba a muerte por cada balón e incluso llegaron algunas entradas duras. De una de esas faltas, botada estupendamente por Sarabia, llegó el gol en propia puerta de Ramos.
Tras su polémica celebración del otro día se le había visto con ganas de volver a marcar, se descolgó arriba en alguna ocasión y quería responder a los gritos e insultos de los ultras en su contra con alguna acción destacada. Imaginamos que ese ímpetu le jugó una mala pasada al conectar un magistral remate de cabeza superando a rivales y compañeros y alojarlo imparable junto al palo… de su propia portería. Tuvo algo de premonitorio. El hombre clave de las acciones a favor del Real Madrid en los últimos minutos de los partidos se anotaba un gol en propia puerta que suponía el empate en el minuto 84.
Esto dio alas a los de Nervión, mientras el líder decidía achicar balones en busca de que Cristiano sentenciara sin que desde el banquillo surgieron cambios o ideas, tal vez en un exceso de calma por parte de Zidane. Este modo de dejar que las cosas sucedan le ha venido muy bien durante muchos partidos, es normal que alguna vez se le volviera en contra.
Es difícil salir enchufado a un partido que está lanzado cuando entras desde el banquillo, pero algunos jugadores necesitan poco para calentarse. Este Jovetic parece un microondas. En el minuto 91 arrancó desde tres cuartos y buscó un derechazo con rosca hacia el palo largo, encontró a Navas extravagantemente mal colocado y, aunque el guardameta costarricense alcanzó a tocar el balón, no pudo evitar que entrara junto al palo izquierdo confirmando la primera derrota del Madrid tras 40 partidos.
Fue un partido loco, entretenido, que refuerza a Sampaoli y las esperanzas de este Sevilla de rozar el milagro de seguir en la lucha por la Liga, una de esas victorias que engrandece. Para el Real Madrid, una derrota que puede producirse, que seguramente la lógica dictamina que debió producirse antes, ya que en esta racha de 40 partidos hubo varios en los que jugó con fuego, pero por eso mismo no debería tener demasiado efecto negativo en los de Zidane, que siguen gozando de ventaja al frente de la clasificación.
Si bien no sería la primera vez que un mal resultado cambia la tendencia de un equipo. Partidos como este demuestran que hay Liga, temporadas como la del Sevilla (o las últimas campañas del Atlético) demuestran que hay esperanzas para equipos con menos posibilidades, pero que trabajen bien sus opciones.