Entre finales de los 80 y los años 90, surgió en el fútbol español una estirpe de presidentes de clubes de fútbol a cada cual más peculiar, extravagante, polémico y, en la mayoría de los casos, destructivos para sus propios equipos. Me refiero a los Núñez, Ramón Mendoza, Caneda, Gaspart, etc que dieron tanta vergüenza ajena a los aficionados de sus equipos como titulares a los medios de comunicación.
Pero si alguien fue el auténtico ejemplo de presidente mediático a la par que polémico fue Jesús Gil y Gil, presidente y luego máximo accionista del Atlético de Madrid. Sobre sus andanzas en el fútbol (y en la política, pero ese es otro tema) podrían escribirse varios libros. Durante sus 16 años de gestión al frente de la entidad colchonera dejó buenos y malos momentos, pero no es mi intención juzgar su presidencia, la forma en la que se llevó a cabo la conversión en Sociedad Anónima Deportiva sobre la que ya se pronunció la justicia, ni tan siquiera sus actitudes en ocasiones violentas o racistas. Mi intención hoy es recordar un hecho curioso pero definitorio de aquella época y de los personajes que moraban el fútbol entonces, la anécdota del reloj Regalo de Don Ramón.
En el verano de 1989, Fernando Hierro acababa de finalizar una gran temporada con el Real Valladolid, en la que incluso llegaron a la final de la Copa del Rey, cayendo ante el Real Madrid. En la búsqueda de un nuevo proyecto deportivo, el presidente colchonero, Jesús Gil, alcanzó un acuerdo con el futbolista y con su club de origen para llevarle a las orillas del Manzanares.

Pero con la operación prácticamente cerrada, se cruzaron los cantos de sirena del Real Madrid, presidido por Ramón Mendoza, que ofrecieron al Valladolid la por entonces desorbitante cifra de 300 millones de pesetas (menos de dos millones de euros) además de un interesante contrato para el defensor malagueño.
Esto rompió el enlace entre Hierro y el Atlético de Madrid para llevarle a convertirse en leyenda del club de Chamartín. Eso sí, ante las quejas colchoneras, la Liga de Fútbol Profesional impuso una compensación que debía pagar el Real Madrid a su vecino rojiblanco. La idea de Jesús Gil no tuvo desperdicio para tratar de hacer ver como una victoria ante el eterno rival lo que fue una derrota en la negociación por un fenomenal jugador.
¿En qué se gastó Gil la compensación recibida de parte del Real Madrid? En 70.000 relojes que repartió entre los socios del equipo con la inscripción Regalo de Don Ramón en la tapa trasera, poniendo una nota de humor, algo chusca y propia del personaje, que sería impensable ahora.
Eran otros tiempos del fútbol español, en algunas cosas mejores, en otras peores. Pero no es mi intención juzgar a aquellos personajes, solo recordar con nostalgia aquellos tiempos.

Genio y figura Jesús Gil. Pésimo gestor pero sin lugar a dudas no dejaba a nadie indiferente. Aun recuerdo cuando estaba comiendo para ir al colegio y pusieron en la tele como le pegaba al gerente del Compostela en la puerta de la LFP.
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Menudo galleta le metió. Entre éste y Lopera, que lo tuvimos que sufrir aquí durante años, los medios de comunicación cuando no sabían de qué hablar simplemente los llamaban por teléfono y les llenaban el programa.
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