El Paris Saint Germain se proclamó ayer campeón de la Ligue 1 francesa por séptima vez en su aun breve historia, con cinco jornadas aun por disputarse, al vencer en el Parque de los Príncipes al segundo clasificado y campeón de la pasada temporada, el Mónaco, por un abultadísimo 7-1.
Se esperaba algo más de resistencia por parte de los de Leonardo Jardim, a pesar de tener el precedente cercano de la derrota por 3-0 en encuentro similar por la final de la Copa de la Liga. Aunque desde hace meses es cuestión de tiempo esperar a ver cuándo se proclamaban campeones los de Unai Émery, cabía pensar que el orgullo monegasco fuera a proporcionarle algo más de aguante ante las envestidas del gigante franco-catarí. Perdida la opción de la Champions, prioritaria para el PSG esta temporada, el triplete nacional puede ser un bálsamo para su decepción. De momento, ya tienen Copa de la Liga y Ligue 1, solo le falta la Copa de Francia, de la que están en semifinales y son claros favoritos. Mientras, el Mónaco llegaba con siete de ventaja sobre los dos Olympiques, conscientes que entre estos tres equipos deben jugarse dos plazas de Champions y una de Europa League, en una lucha que promete ser mucho más interesante que la del título.
Tanto Unai Émery como Leonardo Jardim formaron con alineaciones y sistemas muy reconocibles (a pesar de las bajas de Neymar o Verratti y la leve enfermedad de Mbappé en el PSG y de Jovetic y Traoré en el Mónaco), aunque el transcurso del partido diera poco pie a la intervención de los entrenadores. El local formó en 4-3-3 con mucha importancia para la progresión de los laterales y la llegada de los interiores, fundamentales ambas cosas para el desarrollo del marcador. El visitante quiso hacer transiciones rápidas, reforzar los carriles centrales en defensa y conectar con el punta usando un 4-2-3-1, pero los goles del rival llegaron antes de que su idea pudiera cuajar.
Ninguno de los dos porteros pudieron irse del todo contentos con su actuación. Areola, sin apenas trabajo, recibió un gol. Mientras, Subasic, que sí tuvo trabajo, fue un auténtico coladero. No tuvo culpa en todos los goles, pero hubo alguno en el que parecía un portero de veteranos.
En defensa, los laterales del PSG fueron letales. Yuri por izquierda y Dani Alves por derecha se sumaron al ataque con rapidez y habilidad, asistiendo en los dos primeros tantos y minando al Mónaco por la línea de cal. Los centrales brasileños, Marquinhos y Thiago Silva, pasaron desapercibidos ante el destrozo que sufrieron sus rivales, aunque cabe destacar que hicieron desaparecer a Falcao, pero no pudieron frenar las llegadas de segunda línea de Rony Lopes. En el Mónaco, poco se puede decir de la línea de Sidibé, Toure, Jemerson y Raggi, que en ningún momento se enteraron de por dónde les venían los rivales. Además, el argelino Ghezzal tuvo que entrar a la media hora por Sidibé en el lateral izquierdo por lesión, donde no mejoró a su predecesor.

Rabiot comandó con brillantez el centro del campo local. En una posición más retrasada de lo habitual, con Diarra y Motta en el banquillo, el francés tuvo menos presencia arriba pero cumplió a la hora de iniciar el ataque. Fue sustituido por el francés a los veinte minutos del segundo tiempo, con el partido decidido. De sus flancos partían Draxler y Lo Celso, anotando ambos y luciendo llegada al área y versatilidad al intercambiarse con los segundas puntas. El argentino dejó su lugar a Nkunku a diez minutos del final, demostrando el delantero francés alguna aproximación de peligro de forma más directa. En el Mónaco, Moutinho ya no está para muchos trotes, aunque sigue teniendo calidad para distribuir. Fabinho, a su lado, quiso multiplicarse en el trabajo defensivo, pero no pudo apagar todos los fuegos, a pesar de su gran despliegue físico. Por delante de ellos, Jorge en la izquierda estuvo voluntarioso, pero tan apagado como la media general del equipo, Lemar en la mediapunta tan solo dejó algún buen destello de su enorme calidad y Rony Lopes en la derecha fue el mejor de su equipo, anotando el único gol y aportando llegada al área con peligro. Fue sustituido por Diakhaby a quince minutos del final, cuando todo estaba más que decidido.
En la delantera de Émery, Pastore y Di María partían de las bandas, con Cavani de ariete. Los tres estuvieron brillantes, brutales en ataque, como demuestra el marcador, su movilidad facilitó la llegada de los laterales y los mediocampistas, generando huecos, viniendo atrás a ayudar a progresar y dando al equipo lo que convenía en cada momento. Sobre todo Di María, que fue el mejor del partido hasta que fue sustituido por Meunier en el último cuarto de hora. Falcao en el Mónaco estuvo perdido. Bien anulado por los centrales, la poca tensión que mostraron todos sus compañeros no le ayudó a que pudiera entrar en el partido. Salió del campo pasado el minuto 80 para que Tielemans reforzara la línea medular, ayudando a evitar que el resultado fuera aun peor.
El partido duró lo que quiso el PSG. Dispuesto a no dejar el alirón para otro día, el partido comenzó con buena predisposición por parte de los dos equipos, que se acercaban a las áreas sin peligro inminente, pero sí malas intenciones. A los 14 minutos, una buena combinación por la derecha del PSG culminaba con un centro de Alves y un remate de Lo Celso. Si el 1-0 ponía la celebración en el buen camino, el 2-0 de tres minutos después la encauzaba definitivamente. Esta vez centraba Yuri y remataba de cabeza certeramente Cavani. Pero eso no fue todo, con el Mónaco tambaleándose por los dos golpes recibidos, a los 20 minutos Di María recibía un pase en profundidad de Cavani y definía ante la salida del transparente Subasic con una perfecta vaselina para el 3-0. A pesar de que el partido estaba cogiendo tintes de pachanga veraniega, los del Principado intentaban salir con Lemar y Lopes como hombres más activos, pero sus intentos morían antes de llegar a Areola. No se los del PSG, que en el 27 culminaban la goleada por medio, de nuevo, de Lo Celso, esta vez de cabeza y a centro de Pastore. La llegada desde segunda línea estaba siendo indescifrable para los de Jardim, además, la velocidad a la que llegaron los tantos fue demasiada para que el buen técnico venezolano – portugués le pudiera poner remedio. Para colmo de males, el lateral Sidibé caía lesionado en la rodilla y pone en peligro incluso su participación en el Mundial. La bajada de intensidad hizo que, antes del descanso, Rony Lopes anotara el gol del honor llegando desde atrás para rematar un centro de Touré.
La segunda parte tuvo aun más ritmo de amistoso veraniego. Con el Mónaco cada vez más entregado, sobre todo después de que Pastore sirviera el quinto a Di María con un gran pase antes del cuarto de hora, el Paris Saint Germain se divirtió y mantuvo el control del encuentro. Casi sin querer, logró dos tantos más. El 6-1 vino de un córner en el que Falcao hizo su mejor remate del encuentro, pena que fuera hacia su propia portería. Mientras, el 7-1 definitivo llegó con un remate casi en área pequeña de Draxler a un buen servicio de Meunier. Sin tiempo para más, el PSG pudo celebrar su título de forma algo tímida, por lo descontado de la consecución del mismo, pero bonita, con lluvia de confeti, banderas sobre el terreno de juego y dedicatoria a ambos fondos del estadio. Lo dicho, con la intensidad de un torneo de verano.
Para los locales ya solo queda la Copa antes de ir de vacaciones y pensar en un verano que puede ser convulso a orillas del Sena, sobre todo para su técnico. Los monegascos han pasado el mal trago y aun superan en cuatro puntos a lioneses y marselleses, por lo que, tras 17 partidos sin perder antes de este, parece que deberían ser capaces de adjudicarse el subcampeonato.

Partido que definió lo que ha sido esta campaña la Ligue 1, un PSG con bajas importantes barrió al segundo clasificado. Este equipo debe plantearse para la próxima campaña muy en serio el reto de la Champions, porque todo lo local, a día de hoy, se le queda pequeño. Por cierto, que este resultado engrandece más si cabe la hazaña del Mónaco y de Jardim la pasada campaña, antes de que le vendieran a estrellas como Mbappé o Bernardo Silva.