Cuando en 1898 nació el Athletic Club, se hizo con una filosofía clara que aún hoy perdura: el equipo se nutriría de jugadores vascos de nacimiento o de origen. Antes de que la Liga echara a rodar, en 1929, la fórmula había resultado exitosa. No en vano, 9 Copas de España adornaban ya por aquel entonces las vitrinas del club bilbaíno (1903, 1904, 1910, 1911, 1914, 1915, 1916, 1921 y 1923).
En la primera temporada liguera, de apenas cinco meses de duración, el Athletic sólo pudo ser tercero, estando la lucha por el título centrada entre Barcelona (primer campeón) y Real Madrid. La Copa aquel año fue para el RCD Español de Zamora. Dobles laureles repartidos, por tanto, para la Ciudad Condal.
Sin embargo, la década de los 30 iba a deparar el primer gran duelo –al menos lo que dio de sí la competición hasta el estallido de la Guerra Civil– de nuestro fútbol. Entre 1930 y 1936, el Athletic ganaría 4 Ligas de las 7 temporadas que se jugaron, además de 4 Copas más, todas ellas consecutivas, entre 1930 y 1933, que incluyeron los dobletes de 1930 y 1931. Eso dicen los fríos números ¿pero quiénes fueron los protagonistas de aquel equipo campeón? Hoy los recordamos, ocho décadas después.

El máximo artífice técnico del Athletic llegó al banquillo de San Mamés en el verano de 1929. Se trataba de un ex internacional inglés nacido en Wolverhampton en 1883: Frederick Pentland, quien pronto se ganaría el cariñoso apodo de “el Bombín”, por lucir siempre ese tipo de sombrero.
No era nuevo en aquellas lides, pues ya había entrenado al conjunto vasco en una etapa anterior, logrando el que hasta ese momento era el último título bilbaíno: la Copa de 1923. En aquella época, Pentland planteaba la idea de jugar con pases cortos. Era algo revolucionario. Tras un periplo en nuestro país en equipos como Oviedo y Athletic de Madrid (actual Atlético), regresó a Bilbao con un objetivo claro: devolver al Athletic Club a la cima.
1929/30
El año del Doblete

El Athletic arrasó en las 18 jornadas de Liga (entonces sólo 10 equipos conformaban la competición) y acabó invicto, con 30 puntos, siete más que su inmediato perseguidor, el FC Barcelona.
Los hombres clave de aquel conjunto eran: el portero Gregorio Blasco, al que ocasionalmente sustituía Izpizúa; los defensas Careaga y Castellanos; la línea de medios formada por Muguerza, Garizurieta y Roberto; y una delantera que era la más temible del momento: Gorostiza, Unamuno, Chirri II, Lafuente e Irarágorri, todos ellos internacionales. 63 goles en 18 partidos (3,5 goles por partido).
Extrapolando esa cifra a hoy, un equipo debería marcar 133 goles en una temporada. Además, el Athletic fue el equipo menos goleado, con 28 tantos encajados.
En Copa, el Athletic logró el título en la prórroga ante el Real Madrid en Montjuic, por 3-2. Era la primera vez que un equipo conseguía el “doblete”.
1930/31
Correctivo al F.C. Barcelona
La tercera Liga disputada aún ostenta a día de hoy un curioso récord: es el torneo liguero más igualado que ha habido. Tres equipos (Athletic, Rácing y Real Sociedad) empataron a 22 puntos, y el cuarto, el Barcelona, quedó con 21. Pocos cambios hubo en la columna vertebral del club bilbaíno. Del Madrid llegó el defensa Urquizu, quien tomó habitualmente el puesto de Careaga, y “Bata” arrebató la titularidad a Unamuno.
A pesar de la igualdad imperante, el Athletic logró elevar la cifra goleadora a 73 goles en otros 18 partidos (4,05 goles por partido), lo que equivaldría a 154 goles en la actualidad. En la jornada 10, el Barcelona visitaba San Mamés, un equipo que estaba disputando el título. El marcador final mostró un 12-1 que aún hoy perdura como la mayor goleada de la historia de la Liga, con 7 goles de Bata, quien fue Pichichi con 27 goles en 17 partidos (una media de 1,58 por partido), lo que equivaldría a marcar 60 goles en 38 encuentros actuales.
En Copa, el Athletic no dio lugar a la sorpresa, y se impuso 3-1 al Betis (que jugaba en 2ª) en el viejo Chamartín. Segundo “doblete” consecutivo.
1931/32

Mismo once titular que la gente recitaba de memoria, mismo entrenador y mismos objetivos. Poco cambiaba en el Athletic mientras en España todo lo hacía, con un nuevo gobierno republicano de izquierdas que, en lo que a fútbol respectaba, eliminó los títulos de “Real” de los equipos que lo tuvieran concedido.
Al Madrid pareció venirle bien el cambio: a Chamartín llegó Luis Regueiro, procedente del Real Unión de Irún, que junto a otros grandes de la época como Zamora, Ciriaco o Quincoces, dieron lugar al primer gran duelo duradero en nuestra Liga: el que protagonizarían –con permiso del Betis en 1935– Madrid y Athletic.
En Liga, el Madrid no dio opción, quedando invicto en una temporada donde el poder defensivo aumentó. Prueba de ello es que el Athletic, otra vez máximo goleador del campeonato, pasó de 73 a 47 goles. Bata volvió a ser Pichichi, pero con 13 goles.
En Copa, sin embargo, el Athletic sí que se llevó los laureles gracias a un 1-0 ante el Barça en Chamartín (sí, en el campo del Madrid cedido sin problemas para la ocasión).
1932/33
Rey de Copas
En esta temporada empezó a destacar el que fuera internacional Leonardo Cilaurren, procedente del Arenas de Getxo. Del mismo equipo llegó el medio Gerardo, que sería otro ilustre de los de San Mamés en aquella época. En Liga, destacó el aumento del poder anotador en general. 63 tantos a favor que, sin embargo, fueron insuficientes para lograr el título, que fue a parar de nuevo a las vitrinas de Chamartín. En Copa se vio el cuarto título consecutivo del Athletic, ante el Madrid en Montjuic por 2-1.
1933/34
La tercera Liga

Tras 4 años con 2 Ligas y 4 Copas, Frederick Pentland dejó el banquillo de San Mamés para intentar rescatar al Athletic madrileño de la 2ª División. Llegaba en su lugar, procedente del Español, Patricio Caicedo. Ese fue el cambio más significativo, pues el 11 habitual seguía formado por los Blasco; Muguerza, Castellanos; Cilaurren, Roberto, Gerardo; Chirri II, Bata, Irarágorri, Lafuente y Gorostiza.
Por tercer año consecutivo, la disputa por el título tuvo lugar entre el Athletic y el Madrid. Pero ambos equipos intercambiaron títulos respecto a la campaña anterior: mientras el Athletic se hacía con su 3ª Liga, el Madrid lograba la Copa por 2-1 ante el Valencia en Montjuic.
1934/35
Fue el peor año para el equipo vasco de aquella época. En Liga, se vio pronto superado por el sorprendente Betis (campeón), el Madrid y el Oviedo de Lángara. Sin embargo, nuevos nombres empezaban a hacerse hueco en el equipo de cara a temporadas venideras. El defensa Calvo, que tomaba el relevo de Castellanos de forma habitual y el delantero Mandalúniz, quien tomó el lugar de Lafuente.
1935/36
William Garbutt llegó mediada la temporada al banquillo bilbaíno, en plena disputa del título con el Madrid y, algo más alejado, el Oviedo. La renovación también se tradujo en el césped: hombres como Zubieta o Isaac Oceja en la defensa, y Elices y Gárate en la delantera, se unían a los ya habituales. El resultado fue el 4º título liguero para las vitrinas vizcaínas. Cuatro de ocho temporadas.
Epílogo
Pero, al igual que para todo el conjunto de la sociedad española, todo se cortó de raíz en julio de 1936, cuando un golpe militar provocó una Guerra Civil. Por encima de cualquier tendencia o idea, el fútbol, como todo lo demás, quedó paralizado y dividido durante tres años de contienda tras los que ya nada volvería a ser lo mismo, ni para el país, ni para los clubes. El Athletic pudo reverdecer algo sus laureles con algún título de Liga suelto (1943 y 1956), y con algunos más de Copa, donde siguió teniendo cierto protagonismo.
Sin embargo, más tarde, cuando el fútbol se consolidó como deporte de masas, y como el negocio global y especulativo de compra-venta de jugadores y comisiones que es, dos equipos decidieron mantenerse fieles a su política fundacional: el Athletic y la Real Sociedad. Los donostiarras sucumbieron a las leyes de mercado, no obstante, a principios de los 90.
Como resultado, tal vez la Gabarra no haya salido a la Ría del Nervión desde 1984, pero el Athletic sigue siendo, junto a Madrid y Barcelona, el único equipo que no ha abandonado jamás la 1ª División. Y además, en los últimos años está llamando a la Gabarra con la disputa de algunas finales que, sin embargo, no han dado sus frutos. Su caso es único en el fútbol español y europeo de primer nivel. Y en los tiempos que corren, es de un mérito enorme.
