El otro día viendo la convocatoria para esta última lista de Robert Moreno, varias cosas llamaron mi atención. En primer lugar la no presencia de más de tres jugadores del mismo equipo y la otra es más personal, la ausencia de extremos puros. Esto último no debería de sorprendernos debido al estilo de nuestra selección, pero ahora explicaré por qué.
El actual problema de España radica en tres causas, que de no analizarlas e intentar virar el rumbo, nuestra participación en europeos y mundiales será anecdótica como viene siendo en los últimos años.
La primera de las causas no es una cuestión del seleccionador y sí quizá de calidad, me refiero a la falta de pesos pesados de espalda ancha que soporten la presión que conlleva jugar en una selección obligada a ganar. Esta obligación se deriva simplemente de los éxitos cosechados por una generación, la mejor quizá que veamos de nuestra selección en toda nuestras vidas, y eso, es un detalle que parece que obviamos.
Recuerdo cuando era niño que el hecho de que nuestra selección llegara a unos cuartos de final o semifinal y cayera eliminada por la Francia o Italia de turno no afectaba tanto al entorno social de la selección. Ahora si no se juega una final parece que es un fracaso.

Veamos una cosa, ¿En qué jugadores se apoyan los Suso, Fabián, Oyarzabal, Rodri, etc.? El equipo campeón era un bloque, que es lo que para mí, debería de ser. Un once titular en el que puedan variar tres, cuatro piezas, a lo sumo, pero que todos los conozcamos. Otro grupo de seis, siete que acepten y conozcan ese rol, entre comillas, secundario y el resto de jugadores por el cual su estado de forma «obligue» a su convocatoria. No debemos olvidar que la España campeona se apoyaba en el FC Barcelona, Piqué, Puyol, Busquets, Xavi, Iniesta… Al no ocurrir eso, hay una perdida de identidad palpable.
La segunda causa o motivo es consecuencia del primero. Al carecer de jugadores referencia el número de futbolistas «secundarios» aumenta, perdiendo identidad. Pasamos de una selección homogénea y campeona a una heterogénea cuya idea quizá no sea la adecuada.
El último motivo es una opinión personal. Hace referencia a la idea. En el fútbol actual tiene cada vez más cabida el análisis del rival y la explotación de sus defectos y minimización de sus virtudes. Cuando un seleccionador se «sabe» inferior va a focalizar su atención en frenar las ofensivas rivales y ahora mismo España es muy previsible, ya lo era antes, pero la calidad marcaba la diferencia.
El caso es que me faltan en las convocatorias de nuestra selección extremos puros, de los que pisan línea de fondo, de los que provocan situaciones de 2×1 con su lateral, de los que hacen que sus delanteros metan goles y no de los que se meten para dentro buscando su protagonismo. Me falta un Lucas Vázquez llegando a línea de fondo, el Jesús Navas de su primera etapa. En el fútbol moderno, tan analizado y estudiado son necesarias las sorpresas tácticas, que el entrenador rival sienta que hizo mal su trabajo y planificó de manera errónea el partido.
No me documenté para poder afirmarlo al 100% pero estoy convencido de que no hay ninguna selección de las denominadas a estar entre las mejores cuyo once inicial sea con once jugadores de once equipos diferentes, podría ser anecdótico. El tiempo dirá.