Ha sido el mismo Ramón Rodríguez Verdejo, Monchi, el que ha recordado que, en algunos casos, las segundas partes mejoraron a las primeras. Y el ejemplo elegido no creo que haya sido descuidado. Es El Padrino, una de las obras maestras del séptimo arte. Probablemente la historia del Sevilla de la primera etapa de Monchi pudiera dar para crear una de las obras maestras del género deportivo en el cine: el camino del héroe en forma de equipo, comenzando su aventura en el infierno para recorrer la senda del fortalecimiento y el éxito. El Padrino I.
Pero el discurso que nos trae el flamante nuevo director deportivo del Sevilla no es el de don Vito. Es el de un Michael Corleone que concentra todo el poder y que va a ser el único responsable del destino de la famiglia. La mirada de Al Pacino en la segunda parte de la trilogía de Francis Ford Coppola es inolvidable de pura intensidad. La fortaleza con la que Monchi se sentó ante las huestes periodísticas e informó de su nueva situación en su regreso al club no le fue a la zaga.
Había seguridad en todo. En la rueda de prensa dio un repaso a todo lo vivido en Roma, sus éxitos en el primer año y sus desavenencias con esa suerte de American –vamos a darle el beneficio de la duda y vamos a decir que no lo es- Gangster que es James Pallota. El dueño de la Roma asegura que le dio plenos poderes al director deportivo de San Fernando, pero despidió a Di Francesco y ficho a Claudio Rainieri en contra de lo que opinaba su subordinado de plenos poderes. Quizás no fueron tan plenos. Debe andarse con ojo la directiva sevillista y evitar situaciones similares si no quiere iniciar un nuevo camino a la perdición.

Pero en lo que realmente se centró fue en el proyecto de presente y futuro que quiere desarrollar en el club de su vida. Me quedo con tres conceptos que se repitieron una y otra vez: ambición, crecimiento e innovación. Siento curiosidad al respecto. Bien es sabido que los proyectos del Sevilla con Monchi en los despachos pasaron de fichajes a bajo coste o coste cero, como los Alves, Baptista, Javi Navarro o David Castedo, a las ventas multimillonarias fuera de mercado. Digamos que en ese aspecto podemos asegurar que estamos sin novedad en el frente, puesto que en la rueda de prensa se abundó en que no se debe temer este tipo de gestión.
Pero la ambición y crecimiento ¿a dónde deben llevar al Sevilla? Está instalado en la élite de los clubes españoles desde hace 15 años. Igualmente está en el segundo peldaño en los clubes europeos. En un lugar muy alto para lo que el club representa ¿Qué es crecer? ¿Es ser cuarto todos los años? ¿Es aspirar a luchar por la Liga de forma más o menos asidua? ¿Alcanzar las dimensiones del Atlético de Madrid, por ejemplo? ¿O se refiere a lo económico? ¿Seguir luchando por la justicia en el reparto de derechos? ¿Ser favorecido por ese reparto respecto a clubes de dimensiones parecidas? La ambición y crecimiento destilados de la rueda de prensa son un arma de doble filo. La exigencia la marca el club. Pero esa exigencia es fácilmente trasladable a la afición que la transforma en presión. Esta presión se ha llevado a tres entrenadores por delante en los dos últimos años. Ninguno de ellos obtuvo resultados especialmente negativos (aunque salpicados con resultados sonrojantes). Tanto el banquillo del Sevilla como la situación en los despachos, con Juntas de Accionistas esperpénticas, son eternos boiling points que la ambición transmitida puede perpetuar.
El famoso “paso a paso” o “piano, piano” de Joaquín Caparrós se ha ido al traste, y el club, a través de un Pepe Castro envalentonado y un Monchi dominante del entorno, nos quiere hacer vislumbrar un futuro arrollador. Este mensaje no va a caer en saco roto. La afición del Sevilla sabe lo que tiene y sabe lo que quiere. Estas palabras dejarían muy poco margen si el protagonista fuese otro. Al León de San Fernando se le aguantará más si el proyecto se tuerce, pero nadie está a salvo de el crack que supondría un par de temporadas sin que se produjese esa subida de nivel y consolidación en la élite.
El tercer concepto en discordia es el de la innovación. Para mí es el más intrigante de todos. ¿Qué es lo que se traen entre manos? ¿Están vendiendo algo etéreo o hay un proyecto tangible? ¿Cómo se innova en el planeta fútbol? Conocemos las inversiones realizadas y las previstas en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán y en la ciudad deportiva, aunque barrunto que debemos estar abiertos a sorpresas. También conocemos el cuidadoso trabajo de cantera que viene desempeñando Pablo Blanco con acierto, aunque algo escaso de las estrellas del pasado. Escuchar la palabra vanguardia de alguien que cambió el destino de un club e innovó en la creación de plantillas solo puede despertar interés. Esa innovación y vanguardia que tanto repitió no pueden perderse en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. En mi humilde opinión, a no ser que se tema algo tan difuminado como el espionaje industrial, no vendría mal que en un futuro cercano nos explicasen, en lo posible, qué es la vanguardia aplicada al Sevilla Fútbol Club.

Desoyendo los consejos que venían de fuera de Sevilla, siguiendo el pálpito de su corazón, pero sabiéndose todopoderoso en el futuro del club, en los próximos años veremos la obra más ambiciosa, personal y vanguardista de una persona única, de un portero discreto que se convirtió en la que más brilla del mercado de las estrellas. Sus declaraciones han subido el listón más allá de los récords del bueno de Sergei Bubka. Si la pértiga se queda corta más dura será la caída.
Pero todo eso es futuro. De momento, con Monchi, ha llegado la tranquilidad, vuelve la profesionalidad, el dominio de lo que se expresa ante los medios de comunicación y la confianza de la grada. No es poco. Parece querer abrir un nuevo camino inexplorado. Quiere acercar horizontes lejanos. Lo consiga o no, la impresión es que a casa ha regresado uno de los nuestros. Sea bienvenido.