«La final es solo el principio», rezaba el lema escogido por el F.C. Barcelona para esta final de la Champions femenina. Conscientes de su clara inferioridad frente al Olympique de Lyon, el objetivo de las blaugrana estaba cubierto de sobra solamente con llegar a la final. Pero esto es deporte, y todo es posible… hasta que deja de serlo.
Se plantó el Barça en la final del Ferencvaros Stadium de Budapest (Hungría) por pleno derecho, aunque sabiendo que ese no era el lugar previsto para el equipo cuando empezó la temporada. Existe en el fútbol femenino un escalón entre el Olympique francés, el Wolfsburg alemán y el resto. Equipos como el PSG, el Chelsea o el propio Barça hacen de puente para reducir ese escalón. Un sorteo relativamente propicio para las catalanas, evitando a los dos gigantes, le ha llevado a la final. Un progreso excelente e histórico para el fútbol femenino español y, sobre todo, para la sección femenina del F.C. Barcelona, que reclamará un mayor esfuerzo por parte de la directiva (económicamente ridículo en comparación con el fútbol masculino) y que atraerá para sí una mayor atención de los medios, aficionados y anunciantes.
Con la ilusión del principiantes en estas lides, el Barça arrancaba el partido con la intención de frenar el ritmo que las físicamente más potentes jugadoras del OL querrían imponerle de arranque, tener el balón, controlar el campo y calmar los nervios para disputar la final. Con el paso de los minutos esperaban que los nervios fueran para el favorito. Las francesas, cinco veces campeonas de Europa, las tres últimas consecutivas, tenían obligación de vencer, y esto podía pasarles factura.
Arrancó el partido con un Barça descarado, presionando arriba, y con una primera ocasión para Toni Duggan, tras un robo de balón de Mariona Caldentey sobre la salida de balón de las francesas. La inglesa se plantó sola delante de Bouhaddi, pero cruzó demasiado el balón y salió junto al palo derecho. Corría el minuto tres y los aficionados blaugrana se sentían esperanzados.
Pero el técnico del OL, Reynald Pedros, había colocado en banda derecha a la velocísima holandesa Van de Sanden en sustitución de la habitual Cascarino, algo tocada de cara a esta final, con la intención de romper el partido por ese flanco. Apenas habían pasado un par de minutos desde la oportunidad de Duggan cuando Van de Sanden arrancó a la espalda de Leila Ouahabi y colocó un centro al punto de penalti para que llegara Marozsan, de nacionalidad alemana pero nacida en Budapest, para celebrar que la final se jugaba en su ciudad natal abriendo el marcador.

Adiós al plan de mantener el partido igualado en los primeros minutos, adiós al control del juego, adiós a mantener la puerta a cero el máximo tiempo posible… Con Leila Ouahabi transparente y Lieke Martens sin ofrecerle ayuda por esa banda, otro arranque de Van de Sanden acabó con el 2-0 a los 14 minutos gracias a un remate en llegada desde segunda línea de la Balón de Oro, Ada Hegerberg. La noruega ejerció de gran estrella, resultó imparable para las centrales del Barça en llegada al remate e insaciable cuando olió sangre.
Así, esta vez por la banda izquierda, por medio de la lateral Majri, pretendida por el Barça para la próxima campaña, llegó de nuevo el balón a Hegerberg para que, a los 20 minutos, y sin que el Barça pudiera oponer resistencia, instaurara el 3-0 en el marcador.
Con la final ya perdida y la sensación de que la goleada podía alcanzar registros históricos, llegó el cuarto otra vez por la derecha. La lateral Lucy Bronze aprovechó la autopista que el Barça dejó en su carril derecho para colgar un nuevo balón. Una mala salida de Sandra Paños posibilitó el hat-trick de Ada Hegerberg cuando solo se llevaban 30 minutos de partido. Por suerte, con el 4-0 en el marcador, el Olympique se apiadó y calmó su ímpetu para dedicarse a controlar el partido y pensar en la celebración. Fue un barrido en toda regla, sin oportunidad plausible para el Barça. Las chicas del OL fueron mejores en físico, en técnica y hasta en táctica, donde Pedros venció a Lluís Cortés claramente.
El pequeño relax del OL fue aprovechado por el Barça para hacer lo que quería desde el principio del partido, tener un poco más el balón y tratar de bajar el ritmo. Lo malo es que en ese momento, eso era ya lo que interesaba a las francesas. A partir de la garra de Vicky Losada y la calidad de Aitana Bonmatí y de Alexia Putellas, el Barça fue entrando en un partido que ya se había terminado a pesar de estar en el primer tiempo. Así, llegó en el último minuto del primer tiempo la única buena oportunidad blaugrana tras la inicial de Duggan, con un cabezazo de Putellas a la salida de un córner que se fue lamiendo el larguero.
Tras el descanso, las barcelonistas no perdieron la cara a la final. Aunque sea irreal pensar que igualaron el juego, ya que las francesas estaban muy relajadas, el segundo tiempo fue como hubiera querido Lluís Cortés que fuera todo el partido. Las salidas de Andressa Alves y, sobre todo, de Oshoala, a quince minutos del final, dieron mayor presencia física a las barcelonistas y volcaron el partido sobre el área lionesa.

A pesar de alguna llegada de las favoritas, se percibía la falta de necesidad en sus acciones. Así, el Barça tuvo ciertas llegadas, como un balón suelto que Lieke Martens desperdició junto al palo derecho de la portería de Bouhaddi. La holandesa, nombrada mejor jugadora del mundo por la FIFA hace dos años, no estuvo al nivel que se esperaba de ella en un partido tan trascendental. La comparación con la noruega Hegerberg la deja en muy mal lugar.
Al menos, la fe y la velocidad de Oshoala las llevó a conseguir el gol del honor en el minuto 37 de la segunda parte. Ganó en velocidad a la capitana francesa Renard, algo condescendiente en su acción defensiva, y batió por bajo a Bouhaddi.
Así, pasó lo que tenía que pasar, el Olympique de Lyon fue justamente campeón de la Champions femenina por cuarta vez consecutiva y sexta en su historia, abriendo ventaja sobre su seguidor en el palmarés, el Francfort alemán, que tiene cuatro entorchados.
Para el Barça, como ellas mismas anunciaban antes de la final, era solo el principio. Una base ilusionante que ha debido suponer una pequeña desilusión, por lo poco disputado que fue el partido, pero que con el paso de los años será visto como un hito formidable del fútbol femenino español y barcelonista. Que siga la fiesta del fútbol femenino, dentro de tres semanas, con el Mundial de Francia ¿Podrá España tener un papel parecido al del Barça en esta Champions?