Este año se cumplen ya 33 de la consecución del último título liguero cosechado por el Nápoles. Son más de tres décadas las que separan al conjunto partenopeo de sus dos únicos scudettos, ambos logrados en los años 80, concretamente en la 86-87 y la 89-90. Un éxito que, sin necesidad de ser una eminencia, todos podemos identificar con el período en el que Diego Armando Maradona habitó el césped del viejo San Paolo. Un idilio con el pelusa que también les brindó una Copa de la UEFA allá por el año 1989.
El brillo de la época del Diego no tuvo continuidad en los años posteriores. De hecho, desde el positivo en cocaína del 10 en su último año, el club fue sumiéndose paulatinamente en una crisis deportiva y financiera. A finales de los 90 y principios del siglo XXI no era raro ver a los napolitanos morando la Serie B. Así hasta que en 2004 la institución desapareció por problemas financieros y tuvo que refundarse gracias al empuje de su actual mandatario, el excéntrico De Laurentiis. Tres años tardaron en volver a la élite, donde se ha consolidado en la última década ganando tres copas y apareciendo asiduamente en Europa.
Un tortuoso camino que podría culminarse este 2023 con el ansiado tercer scudetto más de treinta años después.
Experiencia y colmillo al mando
Es difícil que se puedan combinar a partes iguales en una persona un amplio bagaje con las ganas de lograr un éxito aún no alcanzado. Sin embargo, estas dos características se dan a partes iguales en uno de los grandes artífices del dulce momento napolitano: su entrenador. Luciano Spalletti aúna en su CV una hoja de servicio prácticamente incomparable en el calcio con el ansia de quien sabe que el destino le debe un scudetto. Porque en su amplio historial, ha ocupado las primeras cuatro posiciones de la Serie A con hasta cuatro clubes diferentes: Udinese, Roma, Inter y Nápoles. Todas menos la esquiva primera plaza, éxito que si pudo obtener en Rusia con el Zenit.

Tras la difícil experiencia vivida en el Inter de Milán, él técnico de Certaldo parece haber encontrado su sitio en el banquillo partenopeo. Ya el año pasado, en su primera campaña con los azules, alcanzó un meritorio tercer puesto. Pero este curso, con los conceptos ya interiorizados en el plantel, el objetivo no se puede escapar. Para ello, Spaletti seguirá exprimiendo su habitual 1-4-3-3 caracterizado por una medular muy física y un tridente ofensivo con gol y talento a partes iguales. Aunque el técnico se afana en declarar que los sistemas ya no existen en el fútbol actual, son los espacios.
Un muro de récord
Si nos fijamos en los apabullantes guarismos que refleja la clasificación del Napoli en la Serie A no sólo destacan los 62 puntos obtenidos de 69 posibles, también lo hace la estadística de goles encajados. Sin llegar a ser la escandalosa cifra del actual Barça, siete tantos recibidos en 22 partidos, los partenopeos ostentan un interesante 15 en este casillero tras 23 jornadas disputadas. Un número al que sólo se acerca la Juventus y que habla a las claras de la importancia del bloque defensivo en el brillante momento actual de los azules.
Sin embargo, a principios de curso poco hacia presagiar esta solvencia por la salida de dos piezas claves en la retaguardia napolitana. Por un lado, la de David Ospina, que le legaba el puesto a la eterna promesa, nunca consolidada, de Alex Meret, el cual se ha hecho fuerte bajo los palos del Maradona. Por otro lado, la esperadísima marcha de Kalidou Koulibaly, el gran jefe de la zaga hasta este año, que ha sido suplido con solvencia por el coreano Kim. Al gran nivel actual de la zaga partenopea se le suma la capacidad de recuperación de tres medios (Zielinski, Lobotka y Anguissa) muy físicos para darle esta enorme solidez al equipo.
El efecto Kvaratskhelia
Fichar a un jugador del Dinamo Batumi de la todopoderosa liga georgiana y que en dos meses se convierta en la sensación de la Serie A no es algo que suceda todos los días. Y aunque sea Cristiano Giuntioli el que aparezca en los papeles como director deportivo, todo el mundo sabe que en San Paolo no se mueve ni el viento sin la supervisión de De Laurentiis. No sabemos qué cuota de participación ejerció el productor cinematográfico en una de las incorporaciones más rentables de la temporada, pero sí podemos anticipar que será el encargado de obcecarse ante una posible salida del georgiano a un grande.

Al extremo izquierdo, de indescifrable nombre, le ha bastado media temporada en la élite para convertirse en una de las revelaciones del orbe futbolístico. Posee una técnica exquisita, la cual se refleja en su capacidad para jugar con ambas piernas por igual, así como un catálogo de golpeos espectacular. No llega a destacar por su velocidad, pero su inteligencia para leer las jugadas y su puntería en el disparo le han permitido sumar a estas alturas 11 goles y 12 asistencias entre la Serie A y la Champions League. Pero no sólo destaca la incorporación de Kvaratskhelia este curso, también es de reseñar la llegada del surcoreano Kim Man-Jae, un central que aúna contundencia y velocidad.
A gol por partido
Si tan importante es para el éxito de un equipo la solvencia defensiva, no lo es menos su capacidad anotadora. O como dicen los modernos: “dominar las áreas”. Y en la rival hay un jugador que destaca sobremanera, Victor Osimhen. El nigeriano está pulverizando sus propios récords y ya alcanza 18 tantos en los 19 encuentros que ha disputado hasta la fecha en la Serie A. Unos guarismos que ha ido mejorando campaña a campaña desde que destacara en las filas del Lille hace ya tres años. A sus 24 años, el punta africano es uno de los delanteros más cotizados del planeta y está llamado a desembarcar en un grande a corto plazo. Si no lo ha hecho ya es por la ya mencionada dureza en las negociaciones de De Laurentiis.
Su juego se basa en una innegable capacidad rematadora beneficiada por su potente físico y una técnica que le permite asociarse en el juego combinativo. Por lo tanto, Osimhen no es sólo un tanque con el gol como obsesión, sino que también participa en la elaboración, lo que lo convierte en un delantero muy completo. Y aunque el nigeriano es capaz de echarse a la espalda la tarea del gol, cuenta con la colaboración de Kvaratskhelia, el chucky Lozano y su recambio, el cholito Simeone, para ello.
En definitiva, el Nápoles se encuentra ante una oportunidad incomparable para alzarse con el scudetto por primera vez sin Maradona. Con 15 puntos de diferencia sobre el Inter, su inmediato perseguidor, sería sorprendente que los partenopeos no ganaran esta liga. La primera llegó en 1987, un año después de que Argentina ganara su último mundial. ¿Casualidad?
Simpático club dentro del fútbol italiano que en general suele ser un tanto incómodo,un tanto duro y teatrero al menos para el que este comentario emite.
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