Muchos recordarán aquella Rumanía que deslumbró con su juego allá por los años 90. La mejor generación de futbolistas que ha dado este país de los Cárpatos. En esa selección jugaban grandes jugadores como el exbarcelonista Popescu, el lateral Petrescu, el delantero Raducioiu y, sobre todo, el director de orquesta… Gica Hagi. Pero de la memoria no se vive y veinticinco años después del cénit alcanzado en USA 94, una nueva camada de futbolistas rumanos se ha convertido en la revelación de la Eurocopa sub 21.
Comparten la ilusión y el buen juego de los ídolos que los precedieron, pero también algo más. Porque en esta selección también manda un Hagi, en concreto Ianis. Un jugador llamado a marcar una época en el fútbol rumano, aunque los que le han visto jugar apuntan mucho más alto. Vayan aquí estas líneas sobre la gran promesa del balompié de los Cárpatos, que posiblemente veamos esta temporada cerquita, y sirvan de presentación para aquellos que aún no conocen a este técnico futbolista.
De hecho, lo primero que debemos hacer en este punto es situar al hijísimo en el terreno de juego. Con un físico más espigado que el de su padre, la técnica, heredada o no, de la que hace gala le permite desenvolverse en más de una posición. Con el 10 en la espalda, el joven Hagi suele partir de cualquiera de los dos extremos en su equipo.
Maneja ambas piernas por lo que se puede situar en las dos bandas, posiciones desde la que ha firmado buenas cifras goleadoras. Sin embargo, el de Estambul (nació cuando Gica jugaba en el Galatasaray) acostumbra a jugar más centrado cuando se trata de la sub 21 rumana. De hecho, el seleccionador Radoi suele otorgarle la batuta del ataque alineándolo como mediocentro ofensivo o mediapunta. Aunque hasta el propio Gica Hagi ha dicho de él que aún tiene mucho que aprender, esta estrella emergente destaca por su calidad, visión de juego y un potente disparo. Cualidades que permiten vislumbrar un halagüeño futuro para el hijo del Maradona de los Cárpatos.

Aunque no se puede hablar de futuro sin entender previamente los orígenes del futbolista. Como no podía ser de otra manera, Ianis, es un producto más de la academia que fundó su padre allá por el 2009 en Constanta, la ciudad más cercana a su localidad natal. El proyecto, muy ambicioso, desembocó paralelamente en la creación del Viitorul, un club con una trayectoria relámpago del que ya tuve ocasión de escribir el curso pasado.
Con sólo dieciséis años, Ianis debutó con el primer equipo arropado por veteranos como Nicolita o Catalin Munteanu, compañero de su padre años atrás. A los diecisiete ya se había convertido en el capitán y referencia del equipo, lo que hizo que la Fiorentina se decidiese a ficharlo por dos millones de euros. Sin embargo, el gran salto a Italia llegó de forma prematura y apenas tuvo oportunidades (sólo 48 minutos en Serie A) de demostrar su juego en el Artemio Franchi. Al año siguiente, tras medio curso en blanco, decidió volver a casa, al Viitorul, que lo repatrió por otros dos millones de euros. En esos primeros meses ya demostró su nivel, dos goles y dos asistencias en cuatro partidos, lo que hacía presagiar la importancia que tendría el de Estambul en este curso, en el que ha firmado siete tantos y cinco pases de gol.
Pero si hay un escaparate en el que el joven futbolista ha llamado la atención de clubes de media Europa es la Eurocopa sub 21 que se disputa estos días en Italia. Pocos apostaban por la selección rumana dentro de un grupo integrado por combinados tan potentes como Francia, Inglaterra o incluso Croacia. Sin embargo, los jóvenes dacios ya habían dejado en la cuneta previamente a Portugal entre otras durante la clasificación, lo que les otorgaba cierta chance. La sorpresa no es sólo que se hayan clasificado para la semifinal que les enfrenta hoy a Alemania, sino que, además, lo hayan hecho como líderes de grupo.
Los dos primeros partidos ante Croacia e Inglaterra, repletos de goles, la situaron ya como revelación del torneo, algo que refrendaron con el valiosísimo empate ante Francia de la última jornada. Con hasta seis jugadores surgidos del Viitorul entre los titulares habituales, el protagonismo de lanis es compartido principalmente con el portero Radu, un fijo en el Genoa, y el ariete George Puscas, que ha cuajado un gran año en la Serie B con el Palermo y ya lleva dos goles en el torneo. El contraataque y la verticalidad son las armas de una selección que sueña con reverdecer los laureles de sus ídolos, lo que podría acabar con más de un futbolista en las grandes ligas.
Porque de lo que más se habla en estos días sobre Ianis es de su futuro. Tras año y medio de vuelta forjándose bajo la tutoría del gran Gica Hagi, parece que éste sí es el momento para subir el escalón hacia cotas mayores. No obstante, y pese a su estado de forma, han trascendido pocas ofertas por el extremo.
De hecho, se habla principalmente de un sólo club, pero importante en Europa y clave en la trayectoria del jugador si la hipótesis se torna realidad. Hablamos del Sevilla Fútbol Club, del que se dice que ya ha dirigido una propuesta formal a los dirigentes del club rumano para hacerse por sus servicios. Hasta el mismísimo Cosmin Contra, seleccionador absoluto de Rumanía y gran conocedor de nuestra Liga, parece haberle recomendado el salto al Ramón Sánchez Pizjuán. Quizás sea una de las promesas que quiera reclutar Monchi en su regreso a Nervión, marcado por una revolución total en el centro del campo que encaja a la perfección con la adquisición de Hagi. Se habla de que son cinco los millones que el de San Fernando ha ofrecido por la perla rumana, aunque todo apunta que no decidirá su futuro hasta el final de la Eurocopa sub21.
Sea en nuestra liga o en otra, Ianis Hagi es uno de esos talentos que no debemos perder de vista porque está llamado a ser igual o mejor que su padre. Sólo el tiempo dirá si acaba a la altura de su leyenda.