Pocas veces un gol ha identificado mejor una idea de fútbol llevada hasta las últimas consecuencias. El alabado jogo bonito brasileño tuvo su máxima expresión en el Mundial celebrado en México en 1970 y su punto culminante en el gol anotado por Carlos Alberto en la final del citado campeonato.
La jugada llevada a cabo por el conjunto carioca, la cual terminaría con una combinación entre Jairzinho, Pelé y disparo de Carlos Alberto, demostró que es posible fundir fútbol y arte…
Madre mía, eso sí que era una selección y no la birria que tiene ahora, lo malo es que me huele que en el Mundial los árbitros van a jugar un papel decisivo.
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