El fútbol y todo lo que le rodea es veneno. Veneno en dos vertientes: la buena y la mala. Hay venenos que te hacen vibrar, emocionarte y disfrutar de lo lindo. Y por otro lado están lo venenos malos, los nocivos, los que te matan y provocan desgana, apatía y asco. Conste que todo lo que escribo lo hago desde mi condición de bético y en base a mis sentimientos y pensamientos. Pero creo que es fácilmente extrapolable a seguidores y aficionados de otros equipos.
A mi me emociona ir al Villamarín para ver a mi equipo jugar. A mí me gusta el ambiente previo: las cervecitas con los amigos, las charlas, los nervios. Disfruto como un enano en las gradas: se me eriza la piel cantando el himno y exploto de alegría cuando marca un gol el Betis y me abrazo a mi hermano para celebrarlo. Esta es la parte de veneno del bueno, del que gusta tomar.
Pero está el lado negativo. Ese que cada vez aguanto menos y que me han provocado un cansancio moral infinito. No soporto el tremendismo que rodea a mi equipo. No aguanto que todo parezca catastrófico. Aun no ha acabado septiembre y ya han salido a la palestra los nombres de posibles sustitutos para Velázquez. Parece que el Betis tenga que ganar todos los partidos de esta Liga y por goleada. Se ha llegado a decir que el partido frente al Girona fue ridículo, y eso que ganó el equipo verdiblanco por 1-3.
No tolero las mentiras interesadas de la prensa, las asquerosas ganas de meter palitos en la candela que avivan un fuego que solo ellos provocan de manera intencionada. Da fatiga ver como tras una victoria del Betis, se despachan con noticias negativas que pretenden crear polémicas e infravalorar las virtudes del equipo. Cierto es que el conjunto de Heliópolis debe mejorar, pero no se le está teniendo ni paciencia ni respeto al trabajo de Velázquez y los jugadores.
Y todo esto provoca un clima en muchos aficionados que resulta insoportable. Se protesta de manera exacerbada, desproporcionada y precipitada. Yo no digo que haya que mostrarse insensible a todo lo que ocurre, pero creo que no se está siendo justo con los jugadores y el entrenador. Parece como si ya no hubiera posibilidades de ascender.
Por eso he decidido mantenerme alejado de todo el ruido mediático que rodea al Betis. He dejado de escribir en dos páginas de actualidad bética y he optado por cerrar los ojos y solo abrirlos en el Villamarín durante los partidos. Puede ser una actitud cobarde, pero no tengo fuerzas para aguantar tanto veneno del malo. Prefiero seguir soñando con los goles y las victorias del Betis.
NOTA ACLARATORIA: me he inspirado para escribir este artículo en este pasodoble de la comparsa gaditana «La Banda del Capitán Veneno», de Juan Carlos Aragón.